Un país veterano en horas gratas y desdichadas

30 Octubre 2023

Al cabo de años de oscuridad, el país regresaba, hace 40 años, a la normalidad de la democracia, en un clima de angustia y de deseo de recuperar los valores perdidos. Así se expresaba en dos columnas de editorial de LA GACETA, el domingo 30 de octubre de 1983, jornada de elecciones al cabo de ocho años de dictadura. “Más allá de las disidencias -la clave de una democracia sólida, por otra parte-, el diagnóstico es común: este país joven, pero veterano en horas gratas y desdichadas, habrá de recuperarse de su parálisis sólo si cada hombre y mujer que hoy se dirigen a cumplir su obligación ciudadana se obstinan en prolongar el acuerdo más allá del acto comicial”, expresaba uno de los textos.

A 40 años de distancia, con toda la carga de experiencia de estas décadas de ejercicio democrático, se pueden hallar similitudes y diferencias en el clima social y las necesidades de una comunidad que trataba de salir del pantano. Se terminaba un gobierno de facto aislado del mundo, abatido por los reclamos sociales, hundido por la crisis económica -no se sabía si iba a producirse una devaluación- y con una historia negra de violencia, agravada además por la derrota en el conflicto por las Islas Malvinas, ocurrida un año y medio antes. Ese día previo a los comicios se había levantado el estado de sitio, que había marcado el encierro de un país atenazado por la violencia desde hacía poco más de ocho años.

Una columna editorial pequeña, titulada “En el día del comicio”, daba cuenta de la jornada auspiciosa que significaba volver a ejercer los derechos cívicos. La columna editorial principal, bajo el título “Regreso a Occidente”, aludía a un concepto global sobre la situación del país en el mundo -téngase en cuenta el contexto de aquel entonces, aún dominado por las presiones e intereses internacionales de la guerra fría- y a una historia que dejó profundas huellas en los argentinos. Al completar la organización nacional -“hace más de un siglo”, decía, en referencia al comienzo de la vigencia de la Constitución nacional- “(el país) ocupó uno de los primeros puestos de la tierra, no sólo por su impresionante crecimiento económico, sino también por la estabilidad de sus instituciones -una excepción entre los países latinoamericanos- y por su rápido progreso hacia la práctica del gobierno representativo. Todo ello nutrió el legendario prestigio de la República Argentina en el mundo entero”.

Luego habló de la “inexplicable pérdida” de ese prestigio, pagada “con medio siglo de decadencia material y moral”. El editorial analiza el impacto que tuvieron en nuestro medio los golpes de Estado que se sucedieron desde 1930 -a ellos alude la expresión de medio siglo de decadencia- y al hecho de que “esos golpes reflejaron sendos fracasos de todos los intentos de convivencia democrática”. De ello, concluyó, “hemos caído en un deplorable subdesarrollo político… aunque tenemos una población urbanizada y educada en alto grado y con pautas de consumo equiparables a los de países más industrializados”.

También se analizaba la circunstancia de sentir la pertenencia al grupo de naciones que se rigen por medio del sistema político occidental, lo cual no implicaba “ajustar la política exterior a las imposiciones de ciertas potencias” y en ese sentido daba ejemplo de la crisis sufrida por las Islas Malvinas y la positiva cercanía con los países de América latina. Se argumentaba, por ello, que Argentina tendría un ascendente cada vez mayor en la medida en que consolidase el juego normal de sus instituciones democráticas, lo cual suponía una gran responsabilidad para los partidos políticos, tanto de los que tuviesen roles ejecutivos como los de la oposición.

De ese libre y fortalecido ejercicio del sistema democrático, -con discrepancias pero siempre dentro de la Constitución, analizaba- saldría, consumado, “el regreso dela Argentina a la cultura política de Occidente, de la cual nunca debió apartarse”.

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