La silenciosa, pero abrumadora campaña electoral de 2023

El discurso de los candidatos está tan agotado como las promesas y también la paciencia ciudadana.

Osvaldo Jaldo, Sergio Massa y Juan Manzur. Osvaldo Jaldo, Sergio Massa y Juan Manzur. FOTO TOMADA DE TIEMPOAR.COM.AR

El tiempo vuela y los ciclos se van cerrando. En 10 días se acabará una de las campañas eleccionarias más abrumadoras que se recuerden. Será la cuarta si se toman en cuenta las provinciales del 11 de junio pasado, las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto, las presidenciales del 22 de octubre y ahora la segunda vuelta del domingo 19. Demasiados comicios para un año complicado en materia cambiaria. El discurso de los candidatos está tan agotado como las promesas de esta campaña y también la paciencia ciudadana. ¿Quién no ha pensado que sea 19 a la noche y que todo acabe? ¿Será Sergio Massa o Javier Milei? ¿Cuánto de razonabilidad hay en el voto y cuánto de locura? ¿Será la continuidad de una expresión política o el cambio hacia una nueva manera de gestionar? Tantos interrogantes que dan vueltas por la cabeza del electorado.

Mientras tanto, la gestión de Osvaldo Jaldo terminará hoy el ciclo de asunciones. Esta tarde irá a La Cocha para poner en funciones al intendente Leopoldo Rodríguez. Mañana tendrá que dividirse entre la administración de gobierno y la campaña. En casi una semana, el gobernador tendrá que ponerse al frente del operativo oficialista, porque Juan Manzur ya no está tanto tiempo para recorrer la provincia, como jefe de campaña del Norte Grande. De hecho, en cada municipio que visitó, Jaldo ha pedido el voto para Massa como una manera de calentar motores. La estructura está intacta, pero le falta combustible, como en las anteriores carreras. Los pilotos están esperando que el jefe de la escudería habilite el surtidor para que arranque la maquinaria electoral. El mandatario ha trazado un eje de recorridas que, durante la mañana, tendrá como epicentro a San Miguel de Tucumán, de la mano de la intendenta Rossana Chahla, de los legisladores, de los concejales y de los dirigentes territoriales. Por la tarde, Jaldo desembarcará en alguno de los departamentos del interior en donde convocará a los comisionados rurales para que ellos se encarguen de afianzar el apoyo hacia el actual ministro de Economía de la Nación.

En Tucumán, como en muchas otras latitudes argentinas, no hay clima electoral. La ciudadanía espera que se acabe el carnaval político cuanto antes, en medio de la incredulidad de los planes que trazaron los candidatos y de la incertidumbre por el rumbo económico del país. Gran parte de las encuestas que se han difundido hasta ahora tienen al líder de La Libertad Avanza como favorito, con un margen de victoria de tres puntos porcentuales. A juzgar por el comportamiento volátil del electorado, esa diferencia no es gravitante y, en consecuencia, habrá que esperar hasta el día del comicio para saber si prevalecerá el “voto miedo” por sobre el “voto bronca” o viceversa.

Así como el oficialismo demora en cobrar velocidad en esta competición electoral, de la misma manera la oposición no ha reaccionado de una manera exponencial para intentar desbancar a Unión por la Patria del poder. Fuerza Republicana transita casi en soledad estos últimos días previos al balotaje sin una clara referencia de compañía de otras fuerzas opositoras al peronismo.
El radicalismo navega entre sus vicisitudes naturales de la interna de Juntos por el Cambio y la negativa a contribuir con votos para que el libertario se convierta en presidente de los argentinos. La UCR ha demostrado este año que tiene vocación de poder y que puede ejercerlo desde los cargos electivos obtenidos en las elecciones de cada distrito. Pero, siempre surgen peros. No termina de madurar la idea de volver al bipartidismo o seguir siendo un vagón más del tren de una coalición que se rompió en mil pedazos tanto a nivel nacional como en el plano local.

Massa, mientras tanto, sigue captando voluntades. Habla permanentemente con los gobernadores. Actúa como si él hoy fuese el presidente de la Nación, mientras Alberto Fernández permanece en su oficina del primer piso de la Casa Rosada, sin saber qué agenda desarrollar.
Ayer, en el Salón Blanco, el agradecimiento de Jaldo al actual mandatario por tantos favores realizados a la provincia pasó prácticamente desapercibido. Fue un gesto del tranqueño frente a un albertista de la primera hora como la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Victoria Tolosa Paz, que ya le puso todas sus fichas al líder del Frente Renovador.
El nuevo gobernador espera que el candidato presidencial del oficialismo siga teniendo la misma voluntad de ayudar a Tucumán como lo ha hecho el mes pasado, cuando se ubicó en tercer lugar en el ranking nacional de transferencias no automáticas a las 24 jurisdicciones de la Argentina. Sin ese aporte, será difícil movilizar tantas voluntades dentro de dos semanas.

El peronismo está en ese proceso de reconversión natural de liderazgos. Hoy es Massa y mañana quién sabe. El resultado del domingo 19 ubicará al partido fundado por Juan Domingo Perón en una nueva realidad. O se consolida como fuerza política o directamente comienza a sacarse el lastre de “ismos” que lo ha llevado a perder identidad en la historia contemporánea de la Argentina. Hoy nadie quiere hacer una de más. Todos juegan a seguro. Una palabra mal dicha puede significar una sangría de votos. Una acción en falso le puede costar el poder a cualquiera.

La taba ya está en el aire, como dirían en el campo. Jaldo sabe que tiene que jugársela para que el 10 de diciembre en la Casa Rosada se siga respirando peronismo. De otro modo, se verá obligado a negociar con La Libertad Avanza, un proceso que se había observado tibiamente apenas se conocieron los resultados de las PASO de agosto.
Si bien hay canales abiertos con esa coalición, Jaldo será orgánico respecto de la decisión que adopten sus pares de otras provincias en caso de que cambie el signo político del poder. La diferencia entre uno y otro escenario será la profundidad de las medidas que deba adoptar el gobernador para cumplir con aquello de la austeridad en el gasto político. Hoy eso es más una necesidad que un eslogan de campaña. Las cuentas públicas de la provincia no han quedado del todo holgadas tras el alejamiento de Manzur, pero entre el saliente y su sucesor todavía existe un pacto de caballeros que evita cualquier tipo de cortocircuito público. Pero hay algo que es indudable como incontrastable: cada mañana que Jaldo entra a la Casa de Gobierno se entera de alguna sorpresa heredada por la anterior administración.

Este fin de semana alumbrarán dos cuestiones centrales para su gestión: el organigrama definitivo del Poder Ejecutivo y el reformado proyecto de Presupuesto para 2024. Ambas son cuestiones centrales para la gestión que se inicia y que tomará ritmo el lunes posterior al balotaje. Jaldo sabe que tiene que tomar medidas para evitar futuros contratiempos financieros, en medio de reclamos por mejoras salariales y en un período donde los planteos se aceleran por el cierre del año.

En definitiva, la campaña está llegando a su fin y marcará también un antes y un después para la vida política de los argentinos. La que se viene será una decisión fundamental para el rumbo del país. Como postula el politólogo Mario Riorda, la sociedad se encuentra en una fuerte encrucijada. “El futuro acepta las malas decisiones; la historia no”, plantea el experto en comunicación política. Todo un desafío.

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