La “campaña del miedo” no es extraña ni en principio repudiable. Es válido presentar de manera negativa los resultados que se supone traerán las ideas del contrincante para mostrar que apoyarlo sería un error. Si eso causa miedo, mala suerte. Es más discutible si la presentación se diseña para provocar miedo, y peor si se engaña con ella.
Véase al gobernador de Jujuy, el massista Gerardo Morales. Dijo que si Javier Milei gana las elecciones entonces en Jujuy no se podrán pagar los sueldos ya desde enero de 2024. ¿Por qué? Porque el candidato de La Libertad Avanza rechaza el esquema de coparticipación federal de impuestos (verdad). Y según Morales con Milei dejará de llegar coparticipación a la provincia.
Pero una cosa es lo que Milei pretenda, otra cuándo y cómo puede aplicarlo. Una ley establece el giro automático de la recaudación de impuestos coparticipables a los gobiernos en cuanto el contribuyente abona el tributo (el “goteo” diario de coparticipación) en porcentajes fijados por ley. Cambiar eso requiere otra ley. Y la que surja debe respetar, para no naufragar en Tribunales, las pautas redistributivas dispuestas en la Constitución Nacional. Es decir, cortar los giros de la coparticipación es posible, pero sólo reformando la Constitución. Imposible que ocurra en diciembre de este año. No hay votos ni tiempo para eso.
Las declaraciones del presidente de la UCR son engañosas al sugerir que el mero triunfo electoral implica la aplicación inmediata de todos los proyectos e ideas del elegido. ¿Se olvidó de cómo funciona el sistema republicano?
Las relaciones con el Fondo Monetario Internacional presentan otro ejemplo. Sergio Massa declaró en una entrevista que el FMI comenzará una auditoría del préstamo otorgado a la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri, investigará si hubo fuga de capitales y revisará la parte del préstamo que no se usó para financiar hospitales o escuelas.
¿Por qué declaró eso el ministro-candidato? Tal vez para dejar mal parado a Macri y con ello indirectamente a Milei. Como fuere, con seguridad se verá que nada del crédito fue a hospitales y escuelas. ¿Por qué? Muy sencillo: porque no era para tales fines. El FMI presta para ayudar a superar crisis de balanza de pagos, no para obra pública. Es como si alguien pretendiera rebajar deportivamente a Lionel Messi diciendo que si se estudia bien su vida seguramente se encontrará que nunca ganó un campeonato de la NBA. Cierto, pero irrelevante. Messi no compite en básquet sino en fútbol.
Por supuesto, hay una relación. Tiene que ver con la diferencia entre problema financiero y problema económico. Problema financiero es cuando hay que pagar hoy, no hay dinero, pero sí lo habrá mañana. Problema económico es cuando hay que pagar hoy, no hay dinero, y tampoco lo habrá mañana. En el primer caso el crédito es más fácil pues la devolución tiene altas probabilidades. En cambio, prestar ante un problema económico requiere asegurar que el dinero se use en generar una fuente de ingresos. En el mundo, el papel del FMI es atender problemas esencialmente financieros. Ellos implican algunos cambios en las políticas económicas para eliminar las causas del inconveniente, por ejemplo reducir el déficit fiscal si éste genera desconfianza, ella problemas crediticios y éstos una corrida contra la moneda local y el banco central pierde reservas. Pero las inversiones para el desarrollo son tema del Banco Mundial, no del Fondo.
En cuanto a la fuga de capitales debe recordarse que la entrada de dólares incentiva la salida de dólares. Mayor oferta de divisas significa un tipo de cambio más bajo lo que alienta las importaciones. También vuelve más baratas las colocaciones financieras en el exterior: por el mismo monto en pesos se consiguen más dólares (o más acciones, títulos públicos y obligaciones negociables). Entonces, si el FMI presta dinero para contener una corrida contra el peso y fortalecer las reservas del Banco Central ocurre la paradoja de que la ayuda frena una revaluación del dólar que el mercado estaría haciendo y eso facilita la salida de divisas.
Por eso el préstamo solo no alcanza sino que debe acompañarse de medidas que fortalezcan la confianza en la economía para frenar con credibilidad lo que no detienen los precios y evitar algo que el Convenio Constitutivo del Fondo rechaza, que es usar los recursos del organismo para “hacer frente a una salida considerable o continua de capital”. Algo complicado en junio de 2018 con tasas de interés internacionales crecientes, impuestos a las colocaciones financieras de extranjeros, trabas políticas a los ajustes fiscales (que no se habían encarado en profundidad en el mejor momento político de Macri, antes del acuerdo con el FMI), sequía y cercanía del año electoral.
Así, afirmar que el préstamo financió una fuga de divisas cuando los dólares se iban desde marzo de 2018 requiere investigar en detalle los movimientos para aislar colocaciones en las que claramente haya habido funcionarios involucrados, sean poco frecuentes en el agente, no parezcan responder a una racionalidad de negocios, hagan sospechar del uso de información privilegiada o impliquen mecanismos de venta por el BCRA poco prudentes. Porque el solo comprar dólares aprovechando que los hay no es delito ni ilegítimo.
Como fuere, el trabajo lo realizará la Oficina de Evaluación Independiente, no subordinada a la gerencia del FMI, y en él, aclaró la misma OEI, “analizará el diseño y la aplicación de los principales elementos de la política de acceso excepcional, que incluyen los cuatro criterios de acceso excepcional (que se centran en las necesidades de balanza de pagos del país, la sostenibilidad de su deuda, su acceso a los mercados y las perspectivas de éxito del programa), los procedimientos reforzados para la toma de decisiones, y las evaluaciones a posteriori”. Nada dijo sobre fuga de divisas.
Entre las verdades usadas con engaño se coló una mentira. Nada raro. Es complicado invocar el miedo al opositor si uno es oficialista y los resultados de su gestión son de terror.