Massa o Milei: el país elige a su presidente en medio de la locura

Los datos preocupantes en términos de salud mental y emocional de los argentinos.

Massa o Milei: el país elige a su presidente en medio de la locura

“¿Qué locura es esta?”. La frase que el entonces gobernador Juan Manzur lanzó en agosto de 2021 durante un acto en Leales se transformó rápidamente en meme y en uno de los latiguillos preferidos de los tucumanos a la hora de analizar cualquier aspecto social que los involucre. En tiempo de stickers, la imagen del médico sanitarista y esa frase se multiplicaron de teléfono en teléfono. Hoy pocos recuerdan que Manzur la usó para criticar justamente a Osvaldo Jaldo, quien hace pocas semanas lo sucedió en el cargo, en medio de una pelea ante la idea del tranqueño de proponer, en ese momento, una reforma de la Constitución provincial. ¿Qué locura es esta? Loco, demente, perturbado, alienado, insano, desequilibrado, chiflado, maníaco… Todos términos que hoy usamos y que consideramos normales. Pero que marca algo que psicólogos y psiquiatras vienen diciendo desde hace un par de años: vivimos una epidemia de salud mental y la actualidad del país no está ayudando a superarla.

Según un estudio de la Universidad Católica Argentina, 2022 fue el peor año en términos de salud mental y emocional entre los argentinos desde 2010, con altos niveles de malestar psicológico, infelicidad y aislamiento social. “Se nota un déficit en el estado de salud general de las personas según su autopercepción y esta condición en esta etapa pospandémica afectó sobre todo a los grupos con mayor vulnerabilidad socio-ocupacional, que sufren las consecuencias de la crisis económica y social”, advierte el análisis.

En diciembre del año pasado, el Observatorio de Psicología Aplicada (OPSA) publicó otra investigación, para conocer el estado psicológico de la población argentina. El trabajo se realizó sobre casi 2300 casos. Allí se advirtió que el riesgo de padecer un trastorno mental fue mayor entre los sectores socioeconómicos bajos, de menor nivel educativo y más jóvenes, con mayores niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y de riesgo suicida. Otras conclusiones fueron que el riesgo de trastorno mental es superior a los niveles que existían del inicio de la pandemia y que el consumo de drogas y de tabaco están relacionados a una mayor sintomatología psicológica y riesgo suicida. En cambio, la actividad física y la práctica de yoga se asocian a menor sintomatología psicológica, ansiosa y depresiva. El número asusta pero según ese estudio, uno de cada 10 argentinos presenta riesgo de padecer trastornos mentales en la actualidad. Sin embargo, son pocos los que, ante el reconocimiento del malestar, afrontan su abordaje con un psicólogo o psiquiatra: casi un 40 por ciento declaró hablar con amigos, un 22% se aferraba al rezo y otro 22% optaba por medicamentos. Sólo el resto (alrededor del 20%) estaba en terapia. Más datos: según género, las mujeres tienen un 85% más de probabilidades que los hombres de padecer trastornos de ansiedad, un hallazgo consistente con otros estudios mundiales. Además, la edad media de aparición de algún trastorno es 20 años. De las personas estudiadas, el 29,1% presenta un solo diagnóstico, el 12,6% dos o más diagnósticos y un 5,7% tres o más. Y la prevalencia mayor por grupo o clase fue de trastornos de ansiedad (16,4%). En segundo lugar como grupo, aparecen la sintomatología del estado de ánimo (12,3%) que incluyen el trastorno depresivo mayor (8,7%), la bipolaridad (3,5%) y la distimia (0,6%). Y en tercer término, los dramas por abuso de sustancias (10,4%) que fueron más frecuentes en hombres

Todo esto repercute en nuestra vida diaria. Se siente, se ve en cualquier ámbito. Estamos con la violencia a flor de piel. El tránsito es uno de los más claros ejemplos. Cualquier maniobra puede derivar en una pelea. Ni hablar de la discusión política. Es que es imposible separar una cosa de la otra. En otro estudio de la OPSA, dirigido por los doctores Gustavo González y Joaquín Ungaretti concluyeron que “lo que agrava esta situación y le da una dimensión inédita, singular o ‘muy argenta’ es que cada crisis constituye el retorno de ‘viejos problemas’ que, por su constante repetición, se perciben como irresolubles para la mayoría. Pareciera que el país tiene una ‘neurosis de destino’ y que no podemos -o no sabemos- salir del laberinto. La situación socioeconómica y política es tan intensamente negativa que configura un panorama de severa gravedad para la salud mental de la población. El estrés generado por la secuencia de una crisis sanitaria y otra económica es inocultable, profundo y grave. Y la gente responsabiliza a los políticos”.

La pandemia tuvo efectos importantes en el aumento de la depresión, la ansiedad, el estrés crónico, los trastornos en el sueño y el uso de sustancias. Esto es un cóctel peligroso que explica en muchos sentidos la situación que estamos viviendo en este momento.

Si hablamos de banalización de algo tan serio, Roberto González Marchetti, ex presidente del Colegio de Psicólogos y actual titular de Feput, recuerda que se trata de una práctica de tiempos remotos. El término “lunático” lo acuñaron los árabes, dedicados a la astronomía, quienes aseguraban que los brotes psicóticos tenían relación directa con las fases lunares. “Más tarde, a los vagos o tontos también los trataban de locos, y durante la monarquía se utilizaba un posible diagnóstico de trastornos mentales para encarcelar a los opositores”, explicó. Y hoy, dice el especialista, se utiliza mucho para señalar a quien piensa distinto, o al que tiene ideas como mínimo controversiales.

Ante un crimen aberrante, no dudamos en tildar al autor o autora de loco, o loca. Y esto jurídicamente conlleva un problema: los locos son inimputables. Por eso hay que tener cuidado al elegir las palabras. Pero la banalización ante la situación que estamos viviendo es muy peligrosa. ¿Cuál es el mensaje para una persona que necesita de un tratamiento cuando la palabra loco se usa para cualquier cosa? Para peor asistimos a una campaña del miedo en vísperas de una elección que no contribuye en nada a la época que estamos viviendo. Parece una paradoja, pero en pocas horas hay muchísimas posibilidades que al hombre que sea presidente de la Argentina se lo conozca como “El loco”. Todo un síntoma de nuestros días.

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