"Nos ven como tercermundistas", el sorprendente relato de una voleibolista tucumana que vive en EE.UU.

La joven dio sus primeros pasos dentro del voley en Tucumán de Gimnasia y, este año, se instaló en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, Estados Unidos, para llevar cabo su pasión.

JUGANDO POR UN SUEÑO. Portillo se ganó un beca para estudiar en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, Estados Unidos. JUGANDO POR UN SUEÑO. Portillo se ganó un beca para estudiar en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, Estados Unidos.

Tomar la decisión de emigrar no es sencillo. El desarraigo y la distancia pesan mucho a la hora de analizar el costo/beneficio. Sin embargo, hay quienes consideran que cambiar de aire es necesario para poder concretar sueños. En esa línea piensa Julieta Portillo, una jugadora de vóley que con tan sólo 19 años, decidió volar a más de 7.000 kilómetros de su querido Tucumán.

Julieta armó las valijas y se fue a instalarse en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia (Estados Unidos) con el objetivo de estudiar y de darle más sustento a su vida deportiva. Pero los palos no tardaron en aparecer.

“Apenas llegué me desgarré el abdomen, una lesión bastante común en este deporte. Para colmo, cuando me recuperé, me torcí el tobillo. Fueron días fatales, sentía que el mundo se me venía encima. Por suerte, lo peor ya pasó”, le comenta a LA GACETA la jugadora surgida en Tucumán de Gimnasia.

El cambio de vida no fue sencillo. El ritmo diario, el roce deportivo y las costumbres siguen siendo un escollo a superar pese a que ya lleva cuatro meses instalada en la residencia universitaria. “Hay un gran cambio en lo cultural. Por ejemplo, cada vez que entró al aula y saludó, nadie me responde. Incluso, me miran raro por hacerlo. Igualmente, voy a seguir haciéndolo porque esa calidez es algo que me caracteriza y no lo pretendo perder”, indica.

Julieta celebra eso que se dice en cada rincón del mapa, acerca de que levantás una piedra y aparece un argentino. “Gracias a los demás argentinos que viven acá, siento que tengo un poquito del país conmigo. Si bien la mayoría son de Buenos Aires o de Rosario, son lo más cercano que tengo; tienen mis mismas costumbres y siempre estamos apoyándonos en lo que necesitamos”, revela, dejando en claro que trata de “argentinizar” a algunas compañeras. "Les hice probar dulce de leche, alfajores y mate. Incluso les hago escuchar la canción que se hizo famosa durante el Mundial de Qatar; les pongo esa parte que dice 'soy argentino y me sobran los huevos' y es muy gracioso porque no entienden nada".

Nos ven como tercermundistas, el sorprendente relato de una voleibolista tucumana que vive en EE.UU.

Si bien es una enamorada de Tucumán, asegura que en Estados Unidos se topó con algunos “lujos”. “Está todo cerca. El estadio, el gimnasio, los comercios y la universidad están en menos de 300 metros. En Tucumán, me pasaba que vivía en Yerba Buena y tenía que salir una hora antes para llegar a entrenar al club”, señala antes de dar más detalles. “Nuestro sponsor nos brinda toda la indumentaria. No gastamos nada en ropa, ni en zapatillas. Tenemos una kinesióloga que está todo el día disponible, y eso se suma a la gran infraestructura que hay en este lugar. Siempre les digo a mis compañeras que tenemos que valorar todo lo que nos brindan”.

Si bien tiene su lado deportista, Julieta no descuida los estudios. “Estoy en la Escuela de Negocios. Primero, tenemos que hacer dos años de materias generales de Economía y luego elegimos la orientación que queremos seguir”, cuenta mientras reconoce que su interés está puesto en Administración de Empresa.

El equilibrio entre el estudio y el deporte es el reto que enfrenta a diario. “Hay días que me las paso estudiando, pero hay algunas cosas que se hacen más llevaderas. El hecho de ser estudiante-atleta me ayuda un montón. Como tengo que viajar mucho, pierdo bastantes clases. Entonces, los profesores me pasan las cosas y tienen otras consideraciones. Por lo menos en este primer semestre me tocaron profesores muy buenos”, revela. “Tengo una materia que se llama ‘Raza y Racismo’. En esa clase, la profesora fue a clases con unas sandalias parecidas a las que usa mi mamá. Las vi y le dije: ‘profe, que lindas sandalias’. Me dijo que eran muy cómodas y, dos semanas después, me las regaló”.

Julieta da fe de la existencia del estereotipo de las noches universitarias estadounidenses. “Es todo tal cual se ve en las películas. Yo vine acá, en gran parte, con la motivación de conocer lo que parecía un mito. Una vez que llegué, me di cuenta que es verdad que las universidades están colmadas de deportistas; que tenés que vivir en una residencia compartida; y que a pesar de que no soy de salir, existe mucho descontrol en la vida nocturna. Elegir ese estilo de vida depende de cada persona, y yo prefiero dejarlo pasar”, explica.

En su corta estadía se topó con la cruda visión de nuestro país que tienen en el exterior. “Clasifican a nuestro país como tercermundista. Hablan de una manera tan explícita, y hacen énfasis en las múltiples crisis que tuvo Argentina. Es muy fuerte”, puntualiza, antes de dejar en claro su sueño. “Jugar profesionalmente es lo que deseo. Soy una persona muy ansiosa, pero intento vivir el día a día. Esos grandes objetivos son los que me motivan para superarme”.

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