Carlos Duguech - Analista de política internacional
Escudos humanos es la denominación certera de conjuntos de personas no combatientes que en el área de combate se interponen por voluntad o por diagramación táctica de los contendores en el enfrentamiento guerrero. El contendor “A” aduce en sus excusas, respecto de los números de víctimas de su accionar de ataque o de defensa contra la parte “B”, entre las que genera innumerables víctimas mortales y heridas de la población civil no combatiente que la responsabilidad es del atacado por incorporar escudos humanos. Esa falacia -pretendida como justificación de un accionar generador de un ingente número de víctimas entre no combatientes- desnuda el eje del lenguaje con justificador socolor de legalidad.
Ninguna legalidad, ya que los dueños del gatillo de las armas mortales, a sabiendas de que el enemigo al que se quiere eliminar utiliza “escudos humanos” para disuadir al atacante de su accionar, atacan igual. Su munición de muerte va dirigida a los combatientes enemigos y a la vez a los integrantes de ese muro pretendidamente defensivo que constituyen los escudos humanos.
Dos partes, no sólo una
Es justo considerar que, tanto el grupo de terroristas de Hamas (Brigadas Ezzadin Al-Qassam) al disponer o parapetarse tras escudos humanos dispuestos para su accionar con imaginada impunidad de represalia armada, como los combatientes israelíes al disparar sus armas incluyendo entre sus destinatarios al propio escudo humano, cometen crímenes de guerra, perfectamente definidos en los Convenios de Ginebra que Israel suscribió como nación soberana, en 1951 y en 2007 el protocolo III. En cambio, los protocolos adicionales I y II no fueron suscritos.
Protocolo indispensable
Los tan famosos Convenios de Ginebra de 1949, que a su modo intentan regular, hasta donde fuese posible y deseable, los comportamientos de las partes en un conflicto armado hallan auxilio en los protocolos adicionales I y II que se implementaron el 8 de junio de 1977 y que están en vigencia. ¿Por qué los citamos? Por la necesidad de poner luz en esta sombra sangrienta que se cierne sobre Gaza, derivación de la horrorosa incursión de terroristas de Hamas trasponiendo el alto muro de protección fronteriza entre Gaza y parte de Israel el pasado 7 de octubre.
Civiles ajenos a la guerra
Citar a los niños, a las mujeres y a los hombres no vinculados a fuerza de poder alguna, no combatientes, es citar a los que más sufren los enfrentamientos armados. Y en sus bienes. Y en lo que dejan cuando huyen como pueden, sin saber nada más que huir para salvarse. Los Protocolos adicionales I y II instalan normas que permiten dibujar en términos reales los límites geográficos, circunstanciales y de operatividad de los modos de las guerras, conforme van instrumentándose nuevas tecnologías y tácticas de ataques armados. Centran los protocolos adicionales en la obligatoriedad para los intervinientes en la conflagración de hacer una clara distinción entre los que son combatientes y los civiles que para nada intervienen. Y no sólo eso. Los Protocolos obligan a los beligerantes a una cuestión elemental: distinguir entre aquellos bienes de carácter civil (viviendas, escuelas, templos) de los objetivos de exclusiva pertenencia al ámbito militar.
Las consecuencias de una guerra como ésta librada por Israel en “venganza” (al decir del primer ministro Benjamín Netanyahu) contra Hamas son espantosas. Sucede la guerra en un territorio -Gaza- donde viven 2.200.000 personas en una superficie tan pequeña como la que resultaría de dividir la provincia Tucumán en 60 fragmentos iguales. Ello explica su altísima densidad y, consecuentemente, la masividad de los daños por los bombardeos. También, vale decirlo, los protocolos adicionales se ocupan de la protección que deben tener el personal médico y los sistemas especiales de transporte para las emergencias. Y para el caso de los civiles necesitados el proporcionarles agua, alimentos y a la vez cubrir sis necesidades esenciales. Aquí vale señalar una situación especial. Israel firmó los cuatro convenios de Ginebra de 1949. Pero no los protocolos adicionales I y II. Exactamente el mismo comportamiento de los Estados Unidos.
La Argentina, sin embargo, suscribió los dos protocolos adicionales además de los cuatro Convenios de origen.
Utilizar escudos humanos para atacar o para evitar ser atacados, es un crimen de guerra. Se ha utilizado ese recurso en múltiples ocasiones en la II Guerra Mundial. En el caso que nos ocupa, si el contendiente pretende justificar los daños a terceros civiles en sus acciones de bombardeo o ataque disparando sus balas en que el enemigo utiliza escudos humanos, también comete crímenes de guerra. Porque ante los escudos humanos, cuando no obstante ataca es consciente de que los niños, las mujeres y los hombres civiles no combatientes serán víctimas mortales o heridas por los disparos. En consecuencia, tanto Hamas como Israel son pasibles de ser juzgados por crímenes de guerra. Aunque, es probable, que la defensa de ambos bandos será la de no sentirse obligados por los protocolos adicionales que ninguna de las partes firmó.
Sí, deliberadamente, Israel eludió firmar esos protocolos adicionales. Y tampoco Hamas, que no tiene la categoría de país con opción de ser parte de esas prescripciones, sólo destinadas a estados. Aunque, igualmente, el Derecho Internacional Humanitario (DIH) vulnerado, será la razón de la acusación puesto que los estados y las otras partes en un conflicto armado tienen invariablemente la obligación de respetar y de hacer respetar el DIH en toda circunstancia.
La práctica de los escudos humanos se utilizaron en muchos frentes de la II Guerra Mundial. Las tropas nazis la utilizaron en diversas ocasiones. Una de ellas fue en ocasión del Levantamiento de Varsovia cuando emplearon civiles polacos como escudos humanos para atacar a los revoltosos. Y más cerca, cuando la invasión guerrera a Irak en marzo de 2003 -basada en argumentos mentirosos por parte de los de Estados Unidos, Gran Bretaña y España en palabras de sus líderes George Bush, Tony Blair y Pedro Aznar, respectivamente- Saddam Hussein utilizó en sus acciones defensivas escudos humanos de su población civil.
Lo destacable es lo que constituye casi una “confesión de parte”. Apenas comenzaron las incursiones en Gaza, por aire, mar y tierra por las FDI, éstas intentaron una justificación del importante número de bajas civiles (la mayor parte de los de entonces 11.500 muertos) aduciendo que los terroristas de Hamas se parapetaron en su accionar tras escudos humanos, mezclándose con los gazatíes en todo lugar. Si se sabía eso e igualmente se bombardea, se ametralla o se aplasta con los tanques, se están cometiendo crímenes de guerra, indudablemente. La densidad poblacional de Gaza es el principal escollo de sus habitantes no combatientes para sobrevivir a bombardeos y metralla de todo calibre. Sin escapatoria alguna.
Netanyahu
El 10 de junio de 2017 (cuando publicaba desde 2008 hasta 2018 en El Nuevo Herald, Miami, Estados Unidos) suscribí la columna “La soberbia de un estado”. Me refería al primer ministro, en el subtítulo “Netanyahu, gobierno de la soberbia”: “Cada vez que los preparativos de ‘conferencias’, ‘encuentros’ y cualquier otro emprendimiento para tratar la cuestión Israel-Palestina se realizaban, asomaban las decisiones del gobierno de ultraderecha (….) Se decretaban normas que autorizaban construcciones por miles en los territorios ocupados”. La columna iniciaba con palabras de Simón Pérez, Nobel de la Paz 2003: “Como judío, puedo decir que la virtud, la esencia de nuestra historia desde los tiempos de Abraham y de los mandamientos de Moisés, ha sido una oposición sin compromisos a cualquier forma de ocupación, de dominación o de discriminación. Para nosotros, Israel no es sólo una patria territorial, sino también un compromiso permanente y moral”.* La de Perez es una reflexión que entronca con la rica y noble tradición judía.
En esa columna incluí, además, un texto de Menachem Begin, transcripción de su mensaje radial del 15 de mayo de 1948. En las antípodas de Pérez: “Nuestro país que nos fue dado por Dios, es una unidad (…) Quien no reconozca nuestro derecho natural a todo nuestro suelo patrio no reconoce nuestro derecho natural a parte alguna de él (...) Seguiremos fomentando la aspiración a la independencia plena”.**
(*) Del discurso en la ONU en 1993 incluido en su libro Oriente Medio, año cero, editado por Grijalbo (Barcelona),1993.
(**) Autor del libro La rebelión. Historia del IRGÚN. M. Begin. Prim Edic. (1978) PLAZA&JANÉS (España)