En unas horas volveremos a nacer porque nos enfrentaremos a lo nuevo con la esperanza de que sea mejor que lo que vivimos pues como decían en la India hace siglos, lo pasado es como un cadáver y lo que viene es lo que conocemos; por lo tanto es menester desear que los organizadores de la etapa que se vislumbre vislumbra logren resultados positivos, dado eso no sólo me favorecerá a mí sino a toda la nación. Empero, es menester poder en vigencia toda mi sabiduría y no confiar en que los demás me den lo que necesito, si no que debo ocupar mi intelecto en buscar sabiamente el camino que lleve a la satisfacción de mis demandas sin esperar que los gobernantes me lo prodiguen, dado que ellos también tienen que esforzarse para atender las necesidades de todos los habitantes sin importar el credo, el apego político o el facilismo. Cada hogar debe convertirse en una tribuna donde se pueda descubrir nuestras fuerzas para emprender un nuevo camino y al mismo tiempo analizar nuestros errores para sustituirlos con atributos de tal manera que los círculos viciosos se conviertan en verdaderos círculos virtuosos. Nos han informado hasta la saciedad que nos esperan varios meses de incertidumbre por el hecho de no conocer la verdad de las circunstancias, aunque realmente es imposible saberla dado que no tenemos el conocimiento ecuménico de las diversas áreas del trayecto humano. No obstante, está latente el consejo de nuestros antepasados de caminar por la derecha, conducir vehículos por la derecha, estudiar por derecha, trabajar por derecha y ejecutar nuestra ocupación también conservando la derecha; palabras que no tienen nada que ver con la inclinación política, sino relacionada con la corrección, el buen trato y el cumplimiento del deber. Desandaremos el camino de la inocencia sin pensar en el pasado ni mucho menos aferrarnos a él, pues como nos repitió antiguamente, el pasado es un muerto, pues los hábitos no ayudan, son la carga y cuando nacemos llegamos al mundo librados. Cuando se formulaba a los sabios la pregunta sobre qué era lo más fuerte de la naturaleza, respondían que era la necesidad; y ante la pregunta de qué era lo más sabio, respondían el tiempo; este último nos dirá si la Nación acertó o erró en otorgar confianza a los elegidos. Por lo pronto, paciencia y esperanzas son las últimas únicas armas de que disponemos en el nuevo mundo que transitaremos cada uno de nosotros con nuestras respectivas familias, porque realmente sólo dependemos de nosotros mismos y de la buena fe de quienes recibieron la confianza mediante la votación en la segunda vuelta.
Fernando Sotomayor
J. B. Alberdi 139 - S. M. de Tucumán