Desafíos de una nueva etapa

1983. El presidente Raúl Alfonsín (Unión Cívica Radical) se dirige al pueblo desde el balcón del Cabildo después de poner final a la dictadura más larga y dolorosa que hubo en la Argentina. 1983. El presidente Raúl Alfonsín (Unión Cívica Radical) se dirige al pueblo desde el balcón del Cabildo después de poner final a la dictadura más larga y dolorosa que hubo en la Argentina.

El politólogo Marcelo Cavarozzi planteó, en una reciente conferencia que dio en Tucumán, un eje inquietante para pensar los últimos 40 años de democracia. Así como en los 40 años previos -entre la revolución del 43 y el final del Proceso- los golpes militares fueron un recurso de última instancia ante las crisis económicas y políticas, el peronismo ejerció esa función en las cuatro décadas que van de la asunción de Raúl Alfonsín al final del gobierno de Alberto Fernández. Fue, en efecto, Carlos Menem quien se hizo cargo anticipadamente del poder en medio del proceso de inflación descontrolada de 1989. Y Eduardo Duhalde quien encabezó el Ejecutivo luego de los vertiginosos 13 días en los que nuestro país tuvo cinco presidentes.

Esta dinámica y sus presupuestos pueden estar llegando a su fin. Lo que constatamos que se ha modificado es el esquema de alternancia entre dos partidos, como ocurrió hasta 2001. Y entre dos coaliciones, desde esa crisis hasta 2023, con la irrupción de una tercera fuerza que hoy inaugura una nueva etapa política con la presidencia de Javier Milei.

El gobierno de Mauricio Macri obtuvo un logro tan módico como excepcional para nuestra historia política: fue el primer gobierno no peronista, desde 1938, en concluir el período para el que había sido democráticamente elegido.

El peronismo, en el imaginario social, estuvo hasta ahora asociado a la gobernabilidad pero con baja calidad institucional. También a su capacidad de desestabilización. Bajo su paraguas se congregaron bomberos y pirómanos.

El nuevo gobierno nace con el mismo desafío que el gobierno macrista: lograr gobernabilidad. Lo enfrenta con ciertas condiciones objetivas más desfavorables. Minorías legislativas más pronunciadas, ausencia de gobernadores de su propia fuerza, falta de experiencia en la gestión y una emergencia económica mayor, según reconoce el propio Macri, que la que existía a fines de 2015.

Cuenta, por otro lado, con factores a su favor. Una victoria con una diferencia contundente sobre su rival, un inédito discurso de campaña que anticipa sacrificios para la población y una aparente concientización de un alto porcentaje de la ciudadanía sobre la necesidad de afrontar medidas de ajuste.

El desafío mayor que se inicia hoy es el de transitar esta nueva etapa conjugando la búsqueda de estabilidad económica con la plena vigencia de los valores democráticos. En estos 40 años, con particular intensidad en el primer lustro de la última década, hubo intentos de desmontar mecanismos republicanos. Intentos que nos hicieron, por momentos, pisar la banquina del camino trazado en nuestra Constitución.

Es ese el rumbo del que no debemos desviarnos -quienes encabezan la gestión, aquellos que se oponen a ella y la ciudadanía en general- mientras nos esforzamos por alcanzar un equilibrio económico, tan común para los países vecinos como excepcional para el nuestro.

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