¿Cuántas “realidades” tendremos en el futuro?

¿Cuántas “realidades” tendremos en el futuro?

Postergados por los costos, por la falta de inversión o por las novedades que irrumpen y obligan a priorizar otros proyectos, las iniciativas tecnológicas relacionadas a construir alternativas digitales al mundo material aún no desplegaron todo su poderío. Pero, al igual que el campo de la inteligencia artificial (IA), los trabajos de desarrollo de entornos virtuales tienen décadas de trabajo y evolución, solo que aún no tuvieron su momento de auge como sí lo tuvo este año ChatGPT y todo el universo de la IA generativa.

Los conceptos de “invierno” y “verano” en el desarrollo tecnológico quizás pueden explicar los vaivenes del interés en este tipo de proyectos. Un “invierno tecnológico” se despliega cuando las expectativas exceden las capacidades tecnológicas actuales, y como consecuencia termina en períodos de escepticismo, menor inversión y avances limitados. Por el contrario, un “verano tecnológico” surge con avances notables y aplicaciones exitosas, reavivando el interés, la financiación y el desarrollo. En los últimos años, la IA tuvo un “verano” explícito y se ha popularizado como nunca antes, sin embargo, es un campo que ya tiene muchos años de trabajo que atravesó “inviernos” de escepticismo durante la década del 70, a finales de los 80 y principios de los 90.

Tecnologías como el “metaverso” o las realidades aumentadas son intentos efectivos de alcanzar un “verano” en el desarrollo de universos alternativos que potencien las capacidades que tenemos en el mundo material o físico. Explorar nuevos mundos, crear avatares, experimentar nuevas capacidades sensoriales están entre sus principales objetivos, a través de anteojos, cascos o visores que lanzaron diferentes compañías. A pesar de todo el esfuerzo, estas nuevas realidades aún no han despertado del todo, aunque este año dejó algunas señales que indican que el 2024 podríamos ver quizás una irrupción significativa de estas innovaciones.

Uno de los términos que volvió a despertar interés es el de “realidad mixta” (RM). Se trata de una noción que data de mediados de los noventa, pero que resulta útil para explicar y diferenciar los avances recientes. Es una tecnología que permite no sólo la superposición de elementos digitales en el entorno real sino también su interacción. Para ello se pueden utilizar cascos, lentes o hasta el celular para interactuar con un escenario que también devuelve señales, tales como el espacio, la luz o los sonidos que existen alrededor. Aquí, el usuario puede ver e interactuar tanto con los elementos digitales como con los físicos y lo más importante de todo es que puede modificar ese entorno real o virtual. Allí radica principalmente la diferencia con otras “realidades” preexistentes, como por ejemplo la realidad aumentada, en la cual el usuario puede ver elementos digitales en su plano real pero no puede interactuar con ellos, o bien la realidad virtual, en la cual está completamente inmerso en un escenario artificial donde el mundo físico o real está completamente bloqueado.

Hay muestras efectivas del avance de realidad mixta, como por ejemplo los últimos dispositivos de visualización, tales como el Meta Quest 3 de Meta o los HoloLens 2 de Microsoft, con los que prometen expandir y conectar las interacciones con cualquiera de los mundos, el virtual como el físico. En segundo lugar, otras empresas están aplicando realidad mixta para implementar procesos de capacitación, asistencia o mantenimiento remoto. Finalmente, existen avances en tecnologías de mapeo espacial y de percepción de profundamente que están avanzando en la visualización realista de objetivos y su manipulación dentro del entorno de realidad mixta. Tal como lo define Intel, la RM ofrece una experiencia única al permitir al usuario tener un pie en el mundo real y otro en un entorno imaginario, borrando las fronteras entre lo tangible y lo virtual. Según la compañía, esta opción proporciona una integración más completa de la realidad física y digital, ofreciendo una experiencia versátil y cambiante en comparación con la virtual y la aumentada.

Esta evolución puede traernos enormes beneficios en términos de productividad y accesibilidad para personas con discapacidades. Por lo tanto, puede ser un concepto al que haya que seguir de cerca en los próximos meses, como así también a las empresas que liderarán sus principales impactos. Pero al mismo tiempo nos interpela para preguntarnos cómo nos relacionaremos con estas nuevas formas de construir realidad y qué tan protagonistas seremos en su diseño y configuración. Virtual, aumentada o mixta, al fin de cuentas serán nuestros acuerdos los que originen todos los sentidos que allí desplegaremos.

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