El campeón River bailó al ritmo de su "Quinteto Imperial"

De la Cruz, Echeverri, Solari, Barco y Colidio brillaron, y fueron demasiado para un Central que no se recuperó de los festejos por la Copa de la Liga.

CAMPEÓN. River ganador del Torneo de Campeones. CAMPEÓN. River ganador del Torneo de Campeones. Gentileza José Gómez

El primer tiempo podría haber terminado 5-0 y nadie podría haberse sorprendido. Rosario Central perdió el partido en las tribunas –llamó la atención que no haya utilizado ni el 50 por ciento de la capacidad que le había otorgado la organización- pero también lo perdió en la cancha. El equipo de Miguel Ángel Russo salió apichonado al Madre de Ciudades, le entregó la pelota a River y se dispuso a aguantar el 0-0. Casi le sale bien en el primer tiempo porque Jorge Broun estuvo inspirado y River falló una y mil veces en la puntada final.

Antes del minuto de juego, Claudio Echeverri casi abre el marcador con una volea preciosa que había transformado en estatua al arquero. A los 6’, Facundo Colidio avisó, pero se encontró con “Fatura”, ese que a los 11’ le dio un beso al travesaño luego que un remate de Nicolás De La Cruz que sacudió el parante. A los 15’, otra vez De La Cruz exigió al arquero. Todo era de River.

Ramiro Funes Mori jugaba casi como un volante central, al lado de Enzo Pérez. Más arriba: De La Cruz, Echeverri, Solari, Barco y Colidio, el “Quinteto Imperial” -este sin el eterno Koli Arce- en tierras santiagueñas que hizo bailar al “canalla”.  

Recién a los 18’ Franco Armani tocó la pelota por primera vez. Fue un pase atrás de Paulo Díaz, que el ex arquero de la selección devolvió con jerarquía. En la línea de cal, Russo se desesperaba dando indicaciones. Central apostaba a una conexión entre Malcorra y Campaz que nunca se dio, y se replegó peligrosamente sobre el arco de Broun.

A los 30’ una patriada de Campaz terminó en un disparo lejano bien resuelto por Armani, que despertó a los hinchas y a los jugadores rosarinos. “Bieeeen”, gritaron desde la tribuna sur, casi como una voz de alivio porque Central había llegado al arco rival.

A los 34’ un buen centro de Agustín Sandez encontró a Martínez Dupuy en el primer palo, pero el delantero le erró al arco. El partido se activó y se hizo de ida y vuelta solo por algunos momentos. River dejó de ser lujo y gambeta y debió ponerse el overol.

Martín Demichelis planteó un esquema arriesgado. Cinco para atacar y cinco para defender, y cuando el “canalla” se adelantó aparecieron algunos desacoples defensivos.

Pero claro, estábamos en Santiago del Estero y si no se escucha al "Quinteto Imperial", suena el Super Quinteto. En un contragolpe, el trío De La Cruz, Barco y Solari hizo un surco por la banda derecha para que Colidio aparezca solo por la izquierda. Golazo de contraataque, impensado por el desarrollo general del partido, pero valido porque el “millo” a pesar de errar mucho, nunca había bajado los brazos.

En el complemento, la tónica del partido fue la misma. River con la pelota y Central replegado. “Fatura” siguió siendo figura, pero ninguno de sus compañeros se enchufó. Para colmo, la roja de Campaz le terminó de servir en bandeja el título a River. Si con 11 estaba replegado, con 10 Central directamente tiró la toalla. Apenas alguna que otra patriada de Malcorra le dio un cierta esperanza a los rosarinos.

El partido fue un calco del que protagonizaron hace algunas semanas en Córdoba, aquella vez “Fatura” había sido clave durante los 90 y en los penales. Esta vez hizo lo que pudo y por eso no hubo lugar para la heroica.

Sin acelerar demasiado, River tocaba y jugaba para la tribuna que estaba encendida. Entre tanto toqueteo que parecía intranscendente, Barco se imaginó un espacio dentro del área y allí apareció “Nacho” Fernández para definir con jerarquía y dejar sin chances de Broun: 2-0 y como hubiese cantado “Koli”, “punto final”.

El Trofeo de Campeones viajó hacia Núñez merecidamente porque en Santiago hubo un solo equipo. Fue River y fue justo ganador.

Cuando faltaban cinco minutos, Demichelis hizo lo que debía: sacó a Pérez para que reciba su última ovación.

Mientras el “24” saludaba uno por uno a todos en el banco, De La Cruz, que también se despedía, casi la clava al ángulo a la salida de un tiro libro.

Octavio Bianchi buscó ponerle suspenso a la noche, pero el VAR se lo negó.

Ya era demasiado tarde y en el banco de River los jugadores corrían al vestuario buscando zapatillas. Sabían que la noche sería larga y querían estar preparado para desatar la fiesta al compás de su propio "Quinteto Imperial". 

Comentarios