El camino de Cristian Soria, el alma de Talleres de Tafí Viejo

El capitán de el "león" conquistó la Super Liga 2023 con un promedio de 15 puntos por partido. Es una de las piezas claves para el equipo

EN JUEGO. Cristian Soria, el capitán de Talleres de Tafí Viejo, va por todo. EN JUEGO. Cristian Soria, el capitán de Talleres de Tafí Viejo, va por todo. PRENSA TALLERES DE TAFÍ VIEJO.

“No me quiero retirar, pero sé que va a llegar”, anticipa Cristian Soria que, a sus 36 años, completó una de sus mejores temporadas. Con 15 puntos de promedio por partido, el capitán de Talleres de Tafí Viejo conquistó la Súper Liga 2023, siendo una de las piezas claves de la ofensiva del “león”. No obstante, el escolta mantiene los pies sobre la tierra, asegurando que el “bien común” del equipo está por encima de su rendimiento individual.

“Nunca buscó ser el goleador, ni el jugador que más resalte”, reconoce Soria. “Muchos dicen que puedo llegar a ser ‘tribunero’ porque me activo en ciertos momentos, pero la realidad es que es mi modo de jugar. Creo que intento ser agresivo de cara al aro en momentos claves del partido”, añade, asegurando que todavía mantiene esa alegría que lo caracterizaba cuando jugaba sus primeras “mojarras” en San Cayetano. “Creo que ese juego directo y vertical siempre quedó impregnado en mí”, enfatiza.

Como en muchos casos, el básquet le llegó por herencia. Su abuelo, Oscar Eduardo Martínez, fue el primero de la familia en enamorarse de la “naranja” defendiendo los colores del club barrial dentro y fuera de la cancha. “Me acuerdo que me llevó a ver un partido y ahí me convenció de empezar a jugar. En ese momento, él era el presidente y, casi todos los días, cerraba el club. Eso lo aprovechaba al máximo porque estaba casi todo el día jugando”, recuerda, añadiendo que esa institución fue su primera casa hasta los 13 años.

Tras una prueba que realizó para las divisiones infantiles de la Selección tucumana, un histórico club de la capital lo sedujo para ser parte de sus inferiores. “En Tucumán BB estuve 10 años consecutivos. Fueron increíbles porque teníamos un equipazo que siempre peleaba todos los campeonatos”, considera, recordando que sus grandes actuaciones en el parqué hicieron que varios clubes fuera de la provincia intentarán contactarlo.

“Una vez, Instituto de Córdoba vino a la provincia a jugar el Argentino de Clubes en nuestra cancha. Si bien no pasamos a las semifinales, me acuerdo que en la fase inicial había hecho un partidazo contra ellos. Según me había dicho Hugo (Angelicola) que era mi DT en ese tiempo, ellos estaban interesados en llevarme. Pero yo no sabía cómo manejarme. Además era muy chico y solo me interesaba salir con mis amigos. Si lo hubiese aprovechado, la historia sería distinta”, recuerda, considerando que fue una de las grandes oportunidades “pérdidas”. 

El plan B de Cristian Soria

Mientras brillaba en el parqué, Soria logró concluir sus estudios como Técnico Radiólogo, siendo un “Plan B” que nunca ejecutó.  “Me recibí pero nunca ejercí porque siempre me impresionó ver la sangre y los olores. Hice una pasantía en el Hospital Padilla en la que la pasé muy mal. Sentía que cualquier cosa que hiciera, podía perjudicar a la vida de una persona. No te imaginas lo que es pasar todos los días por una terapia intensiva y ver tanta gente luchando por su vida. No sé si lo llevé al extremo, pero no era para mí”, confiesa, añadiendo que siente que está en deuda con sus padres. “Nunca me dijeron nada, pero siempre tuve la espina de no dedicarme a eso porque ellos hicieron un esfuerzo enorme para que estudié y no lo aproveche”, añade. 

La situación económica del básquet en Tucumán

Soria aprovechó la ocasión para hacer hincapié en la mala situación económica de los clubes tucumanos. “En Tucumán, es imposible vivir del básquet. Muchos equipos no cuentan con los recursos para costear los sueldos. Falta que el gobierno apoye más al deporte. Es imposible que un club juegue un torneo sin una ayuda económica. Mi recomendación para los más jóvenes es que si se les abren las puertas en otras provincias, no la dejen pasar. Es muy difícil que puedan vivir de esto porque muchos tienen otros trabajos para poder mantener a sus familias”, explica.

“Comparado con Santiago de Estero, no tenemos nada. Ellos tienen dos equipos en Liga Nacional, un estadio único y se quedan con todos los eventos deportivos. Estaría bueno que empiecen a foguear el deporte porque se hace imposible para los clubes afrontar sus competencias”, reclama.

Siete años atrás, luego de pasar por Belgrano y Estudiantes sin tener suerte, Soria se reencontró con la gloria en Talleres de la mano de Mario Vildoza. “Me acuerdo que en mi primera temporada entrenábamos doble turno. Como yo seguía viviendo en San Cayetano, tenía que tomar ocho colectivos al día solo para ir a entrenar. A los más jóvenes siempre les remarco el sacrificio que hacemos para que ellos aprovechen al máximo el lugar en el que están”, cuenta.

Si bien reconoce que en “números” fue un gran año, Soria todavía tiene un sabor amargo por el subcampeonato del Pre Federal y, sobre todo, por la eliminación en las semifinales de la Liga Federal. “Me dolió mucho perder esa serie porque me lesione en un momento justo. Tenía una impotencia tremenda. Pasé muchas noches llorando y cuestionando por qué me tocó esa situación”, confiesa, recordando que sufrió una distensión de rodilla en el último partido de la serie frente a Amancay de la Rioja.

Ese carácter competitivo lo llevó a ser el capitán del “león”, rol con el que todavía no se siente del todo cómodo. “No es algo que me guste. Siento que en el grupo hay varios referentes que toman la voz de mando sin tener la cinta. Pese a ello, siempre intento contagiarles lo que voy sintiendo en el juego e intento corregirlos en algunas acciones. Le exijo eso porque sé que mis compañeros pueden dar más. Si nadie te dice nada es porque no le interesas”, considera. “Algunas veces por la adrenalina del juego, les gritó de más o lo hago de mala manera. Es una actitud que siempre me recrimino cuando llegó a mi casa y me pongo a pensar”, agrega.

Por último, Soria siente que la posibilidad del retiro está latente, aunque asegura que nunca se desligará completamente del básquet. “Si no me preparó, los jóvenes te retiran. Todavía tengo las mismas ganas que cuando empecé; esa hambre de gloria todavía no se apagó. Pero si empecé a pensar en el futuro. Ya hice el nivel uno para ser entrenador y estoy trabajando con los chicos de las inferiores del club. Si me veo siendo DT en un futuro. Creo que ese será mi próximo paso”, cerró con la esperanza de que, en 2024, el “león” logré el ansiado ascenso a la Liga Argentina.

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