El decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán, Mateo Martínez, en diálogo con LG Play realizó un balance del año académico y de distintos aspectos que atraviesan tanto a la salud pública como a la privada, como ser la cuestión salarial y la migración del personal médico. Además, hizo especial hincapié en las consecuencias que trae aparejado el cambio climático en cuanto a las enfermedades como el dengue, zika y chikungunya.
Cambio climático
El decano, junto a un grupo expertos viene estudiando desde hace un tiempo cuáles son los desafíos que se presentan en el ámbito de la salud a raíz del cambio climático.
- Hemos tenido tres casos importados de chikungunya y estamos ante la presencia efectiva de dengue, por lo menos en la región. ¿Qué espera de esta situación? ¿Se puede volver a repetir el brote de dengue que ya tuvimos?
- Creo que hemos pasado de tener brotes pequeños, esporádicos de dengue a ser lo que en medicina se llama una enfermedad endemoepidémica. Esto quiere decir que está presente todo el año, hay unos cuantos casos y de pronto se producen los picos. Creo que eso es lo que nos va a ocurrir con el dengue y van a tardar décadas en irse totalmente, porque el norte argentino está sufriendo un proceso de tropicalización.
Con los años, las temperaturas promedio se incrementaron y son frecuentes las islas de calor: se calienta la ciudad de Tucumán durante el día, en la noche como no hay viento no logra enfriarse y al otro día el calor de hoy se acumula al de mañana. Ese es el clima que estamos viviendo.
El deterioro del clima provoca un aumento de enfermedades transmisibles como zika, dengue, chikungunya, entre otras. Incluso hay un caso de encefalitis equina humana en Santa Fe. Hay entre 400 o 500 en caballos de todo el país y ya hay 10 en Salta, uno confirmado y entre ocho y nueve en observación en Rosario de la Frontera.
- ¿Qué se puede hacer?
-Las cosas que podemos hacer son dos. Una es mitigar el daño que le estamos produciendo al ambiente, desde algo tan sencillo como fumar hasta las grandes chimeneas de las fábricas, producen deterioro en el ambiente. Hay pequeños gestos que podemos hacer y que ayudan a mitigar el efecto sobre el clima; como compartir vehículo si vamos al mismo destino o utilizar el ómnibus.
Otro aspecto fundamental que debemos tener en cuenta es el adaptarnos. Tenemos que hidratarnos bien, cuidar a los niños pequeños, sobre todo menores de un año, y a los adultos mayores de 65 años. Si tenemos algunas enfermedades que nos vuelven frágiles ante los golpes de calor, atenderlas y consultar oportunamente. Protegernos de las enfermedades transmisibles. También tenemos que estar preparados para dar respuesta a eventos climáticos extremos, como el que sucedió en Bahía Blanca.
El profesional hizo referencia al apagón que sufrió la provincia en su totalidad el domingo pasado y sobre cómo eventualidades de este tipo afectan a las instituciones de salud y a los pacientes electrodependientes.
“Los servicios de salud, a partir de una política del Gobierno de la provincia que yo considero acertada, prácticamente todos los grandes hospitales han comprado generadores de energía, pero estos tienen una autonomía limitada. Además se los utilizan para alimentar a la guardia, el quirófano, la sala de terapia intensiva, pero no la sala común. Es un tema muy complejo. La crisis energética está vinculada al cambio climático. Vamos a tener apagones informáticos como consecuencia del cambio climático; pérdida de seguridad alimentaria si eso impacta en la industria. Yo no quiero desesperanzar a la gente. Creo que hay que tener esperanza de que las cosas pueden y deben mejorar, pero también creo que debemos cambiar algunas conductas personales y de nuestras instituciones”, manifestó Martínez.
Cursado virtual
El decano informó que este año se inscribieron 1.290 alumnos a la carrera de Medina dictada en la UNT y dijo que esperan que el año que viene sean 2.300 estudiantes los que ingresarán a cursar la primera materia del plan de estudios llamada Introducción a la Medicina. También habló sobre las ventajas y desventajas que presenta el cursado virtual y el cupo ilimitado para anotarse en la carrera.
-¿Cómo ha modificado la realidad el hecho de que no exista el cupo de ingreso en cuanto a la cantidad de chicos que finalmente acceden a la carrera? ¿Qué va pasando en los años siguientes con ese número?
- Normalmente en la facultad asumían en promedio 300 jóvenes para ser formados como médicos. Actualmente tenemos cuatro veces más. Eso creo que atenta contra la caída educativa. La institución se ha adecuado todo lo que pudo en cuanto a inversión de equipos, en simuladores, en mejorar la conectividad, e invirtió en equipo informático que facilita el uso del campo virtual; pero la interacción humana no es reemplazada por ninguna máquina.
En el caso de la atención médica, si al estudiante lo estamos formando por medios electrónicos, al momento de que sea un graduado y deba interactuar con el paciente, hay un riesgo real de que eso lo lleve a profundizar un proceso de deshumanización de la práctica médica; que es algo que está pasando en todo el mundo.
-¿El problema es la deshumanización o también el nivel de rendimiento académico?
-Las dos cosas. No es lo mismo aprender a través de una computadora. Si se pone a un joven ante un preparado de anatomía, si está en un contexto donde hay ocho o 10 estudiantes a la vuelta de un profesor de trabajos prácticos, donde puede tocar y percibir, me parece que es un modo de aprender diferente, mucho más rico y mucho más intenso.
Quizás alguien pueda decir que a través de esos medios electrónicos llegamos a más gente, lo cual creo que es cierto. Ahora, la pregunta es si eso atenta contra la calidad educativa en una profesión de riesgo. Porque yo creo que la universidad debe abrirse toda la vida a la mayor cantidad de alumnos posibles, pero al mismo tiempo tener la mayor calidad educativa que garantice, en este caso, la salud de las personas.
Salarios y migración
-Desde hace un tiempo se viene hablando de que el sistema público de salud tiene menos interesados en formar parte de la planta y trabajar en el lugar por los malos salarios, por las formas, el lugar y las condiciones de trabajo. ¿Qué cree usted como profesional? ¿Qué desafíos plantea para la Facultad de Medicina en la formación de los profesionales?
-Hay muchos desafíos. El fenómeno básicamente es que cuanto más desarrollada, más rica, más opulenta es una sociedad paga mejores salarios, en general, al personal calificado. Argentina tiene cierta migración. El único país limítrofe al que están migrando algunos jóvenes es a Chile; otros a Estados Unidos y a Europa, sobre todo España. Tucumán no está exenta de eso. Hay algunos que migran pero la cantidad no es tan significativa. Lo que sí nos pasa es una migración interna. Se van los jóvenes de Tucumán a la Pampa húmeda, que paga mejor salario que nosotros. Rosario, Buenos Aires, Córdoba pagan mejores salarios que nosotros.
-¿Qué porcentaje de la cantidad de chicos que se gradúa se va a ejercer a otro lugar?
-Los que migran a la Pampa húmeda es cercano al 40% de jóvenes que se están yendo. Hay una cifra importante y nos está dejando en la provincia con algunos baches.
Es en todo el país, pero también se está manifestando fuerte en Tucumán. Hay algunas especialidades críticas como emergentología, terapia intensiva, neonatología que está con baches. El jueves nos reunimos con el presidente de la Sociedad de Anestesia y comentábamos que incluso hasta los anestesistas, que antes tenían una sobreoferta de médicos anestesiólogos, hoy están sintiendo los efectos de la migración, la interna sobre todo.
-¿Qué alternativas hay?
-Veo dos o tres cosas. Una apelar al buen a la buena voluntad de nuestros graduados. Que entiendan que cuando se reciben de médicos no sólo media el esfuerzo personal o el sostén familiar sino el sostén de la sociedad. Formar un médico en Argentina cuesta U$S 117.000 en promedio para una carrera de seis años. Estamos hablando que cada estudiante le cuesta a la sociedad U$S 20.000 anuales, en promedio. Si yo estudio en la escuela pública, gratuita, debería considerar, una vez que me gradúe, devolverle algo a la sociedad que ha mantenido mis estudios. Esa es una apelación a la buena voluntad de los jóvenes graduados.
La otra cosa que debemos hacer nosotros es intentar mejorar nuestros procesos formativos. Ahora estamos con un cambio curricular; este año hemos empezado un nuevo plan curricular. El año que viene estrenamos un plan nuevo en Kinesiología y en Enfermería lo implementamos hace dos años. Lo que nosotros podemos hacer es innovar los procesos pedagógicos para que los estudiantes vean más atractivas a nuestras carreras.
Ahora el problema está en que si los salarios que pagan los servicios de salud no son atractivos, los jóvenes también lo toman, como un dato al momento de hacer una elección, algo que me parece razonable. No es un tema menor.