Sabido es que una de las características más propias de los humanos, es su ser cambiante. Hoy dice una cosa, mañana la cambia. Ahora hace esto, luego lo contrario, abunda en contradicciones. Hace poco elegimos un nuevo gobierno. Se supone que con convicción firme, decisión y paciencia en la espera. Pero actualmente hay mucha gente que quiere ver ya las soluciones prometidas, como si todo fuera una cuestión de pasar un plumero o de hacer magia. Esto me provoca un poco de malestar, que trato de controlar con humor, recordando algunas cosas que me sirven de tranquilizante. Como, por ejemplo, las anécdotas de mi padre. Contaba mi padre que tenía una tía con varios hijos chicos a la que visitaba con frecuencia. En una de tantas de esas visitas, su tía lo invitó a tomar el desayuno, cosa que mi padre aceptó con gusto. Y mientras ellos conversaban animadamente, venían los chicos y decían: “Mamá, quiero pan”. “Vaya saque de la bolsa mi amor”, respondía ella. E iba el pibe y sacaba. Al verlo, uno de sus hermanitos, vino a la carga, diciendo: ·Mamá, quiero pan, Tito está comiendo y yo no”. Ella, para no interrumpir su conversación, respondía con inusual generosidad, “vaya mi vida saque de la bolsa”. Se repitió tanto esta escena, que, al mediodía, al llegar su tío del trabajo y sentarse todos a la mesa para el almuerzo, incluido mi padre, el recién llegado fue a buscar pan y encontró la bolsa vacía, por lo que le dijo a su esposa “¡Negra, no compraste pan ¿qué pasó?!”. Su tía se levantó como un resorte y dijo: “Sí compré, como todos los días, pero pasa que mientras conversaba con Teo (nombre de mi padre), estos se lo acabaron comiendo todo”.
Daniel Chavez

















