La máquina del tiempo está en La Rioja

La máquina del tiempo está en La Rioja

Bueno, en realidad no puede reclamar exclusividad. Políticos que atrasan los hay a montones en todas partes. Y ciudadanos también. Pero en La Rioja hicieron un doble salto atrás. Fueron a los 80 del siglo XX y a los 50 del siglo XIX. De eso tratan los Bonos de Cancelación de Deuda, a llamarse igual que los tucumanos de 1985, Bocade. No se sabe si incluirán frases al estilo de “que el federalismo alimente, rojo y caliente, la célula viva de la Nación”, como si fuera un orgullo fracasar en la administración del gobierno. Porque de eso se trata. No son cualquier título emitido al mercado para recaudar dinero con el que cubrir gastos sino que se obliga a empleados y proveedores a recibirlos en pago de la deuda del Estado con ellos porque el gobierno gasta más de lo que recauda y no consigue préstamos voluntarios.

¿Son bonos o dinero? No importa. Es dinero todo aquello que funciona como dinero. Es decir, que sirve como unidad de cuenta, medio de pago, depósito de valor y patrón de transacciones diferidas y que se demande por motivos de transacción, precaución y especulación.

Hay algunas objeciones al respecto que comprenden al peso, en especial que no sirve como depósito de valor y por ello cada vez menos para expresar los valores en contratos de largo plazo. Puede pensarse que para el Bocade ocurrirá lo mismo, por el contexto de la economía argentina. Para este bono debe señalarse además que estará nominado en pesos, por lo que no proporcionaría una unidad de cuenta diferente. Sin embargo, se quiere imponer como medio de pago y que se demande para transacción, precaución y especulación. Le faltan algunas condiciones pero tiene las pretensiones, por eso se lo encuadra como cuasi moneda.

Como ya se vio en la experiencia que comenzó a mediados de los 80 del siglo pasado, se corre el riesgo del abuso. Al comienzo en Tucumán anduvo relativamente bien. Hacía falta un medio de pagos para sostener el movimiento económico (hubo parte de responsabilidad nacional por caída de coparticipación) y el Bocade lo proveyó. Se instrumentaron algunos mecanismos para hacerlo atractivo, y al final funcionó. Sin embargo, cuando la actividad económica tiene relación con agentes fuera de la provincia aparecen inconvenientes si el ritmo de emisión de bonos supera el de ingreso de pesos pues no se conseguirá dinero nacional suficiente para pagar a los proveedores extraprovinciales. En Tucumán ayudó por un tiempo la Operatoria FET, un proceso para canjear bonos por dinero. Si se lo piensa en términos de balanza de pagos, su evolución mostró el deterioro de la economía tucumana: cada vez más días para concretar el canje, suspensiones ocasionales de la operatoria y cada vez más descuento del bono en relación con el peso. Esto es, salida de la “moneda extranjera”, cepo y devaluación de la “moneda local”.

¿Qué resultados tendrá la experiencia riojana? Primero, los Bocade representan un crédito coactivo que el gobierno provincial toma de los empleados públicos. Ya puede dudarse de su aceptación y por lo tanto de su cotización. Y si no hay prudencia en su emisión ni productividad en el Estado no cotizarán a la par con el peso y en consecuencia implicarán una caída del salario real estatal. Claro que las alternativas hubieran sido la reducción nominal de los salarios o bien despedir empleados ¿Hubiera servido eso? Depende de si el Estado sirve. Y pareciera que en La Rioja no.

Según estudió el Ieral, de la Fundación Mediterránea, es la segunda provincia con más empleados públicos que privados después de Formosa y entre 2011 y 2022 el empleo público aumentó un 68 por ciento mientras que la población lo hizo un 16 por ciento y el empleo privado registrado cero por ciento. Además, existen 38 empresas estatales. Bien puede pensarse que falta productividad en la economía riojana, lo que sería la base de los problemas al margen de cualquier acusación presente de deudas nacionales.

En los 2000 los bonos provinciales terminaron con un Pum. No un golpe sino un Programa de Unificación Monetaria, lanzado a instancias del FMI, por el que el Banco Central prestó dinero a las provincias para rescatar los bonos. O sea, sinceraron la deuda, aunque el acreedor pasó a ser el BCRA. Si el gobierno nacional mantiene su postura sobre giros a las provincias y rescate de bonos no habrá Pum y La Rioja en algún momento deberá sincerar su Estado. Vale decir, ajustar.

Segundo, habría dos ilegalidades que el Bocade debería superar. Una la derivada de la ley 24.144, Carta Orgánica del Banco Central, que prohíbe a cualquier entidad nacional, provincial o municipal diferente del Banco emitir instrumentos susceptibles de circular como moneda aclarando que “Se entenderá que son susceptibles de circular como moneda, cualesquiera fueran las condiciones y características de los instrumentos, cuando: i) El emisor imponga o induzca en forma directa o indirecta, su aceptación forzosa para la cancelación de cualquier tipo de obligación; o ii) Se emitan por valores nominales inferiores o iguales a 10 veces el valor del billete de moneda nacional de máxima nominación que se encuentre en circulación”. Se supone que La Rioja no pagará a sus empleados con papeles de nominación superior a 20.000 pesos (o superior a 200.000 pesos desde junio/julio), con lo que estará incumpliendo con esta ley, que dada la supremacía federal limita las normas riojanas.

Pero hay más. Desde 1853 que la Constitución Nacional establece que las provincias no pueden “acuñar moneda ni establecer bancos con facultad de emitir billetes, sin autorización del Congreso federal”. Es decir, La Rioja pretende retroceder a una situación preconstituyente. Con lo que su doble viaje al pasado no sólo es para usar un instrumento tal vez dañino sino que es ilegal. Podrían haber elegido replicar una época de condiciones institucionales más promisorias y desde allí hacer las cosas mejor. Pero no. Para algunos el error es más redituable.

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