Este sábado, Amaicha del Valle se vestirá de fiesta con la celebración del Primer Encuentro del Vino del Lagar Amaicheño, un evento que reúne a viticultores, bodegas, artesanos y productores en una muestra de la rica tradición vinícola de la región.
En vista de esta nueva vendimia, los productores vitícolas de Amaicha han decidido generar este primer encuentro, como propuesta de feria, combinando con comidas, danzas y música, permitiendo a la comunidad y a los visitantes conocer e informarse sobre la producción de vinos, las características enológicas, el proceso técnico-productivo en la bodega y la combinación de las labranzas culturales específicas, mezclando con los saberes transmitidos por los mejores productores de vinos del lugar.
Este encuentro posibilitará dimensionar la complejidad del entramado productivo y cómo se puede generar valor agregado a otras producciones del lugar. Es decir, que los actores de la economía social o familiar puedan encontrar un espacio de socialización y creación de lazos estratégicos con los productores vitícolas.
Desde la perspectiva cultural, los productores quieren agradecer a la Pachamama por la producción y, como se aproxima el carnaval, con estos vinos van a alimentar al Pujllay para que despierte y junto a la madre tierra nos permitan un momento de regocijo para disfrutar un carnaval irrigado con la variedad de vinos.
El sol baña este terruño, cuna de la transformación productiva y económica que ha llevado a Amaicha del Valle a destacarse en el mapa vinícola. Conceptos como Pachamama, carnaval y vino estarán en el centro de esta celebración que busca resaltar el protagonismo adquirido por esta tierra.
La historia del pueblo se entrelaza con la producción de exquisitos vinos pateros, elaborados en pequeños parrales en catres rústicos, con cuerpos robustos y tonalidades que se mimetizan con la tierra. Cada año, los pequeños productores competían por lograr el mejor vino patero, marcando nuevas metas en esta tradición vinícola.
Horacio Díaz, miembro organizador del evento, destaca el papel fundamental del lagar en este proceso. El lagar, protagonista indiscutible de la cadena de procesos, era el lugar donde se extraía el jugo de uva. Su construcción era todo un arte, desde la selección del mejor cuero vacuno hasta la intervención de expertos artesanos de la talabartería, quienes utilizaban herramientas tradicionales para lograr formas y proporciones óptimas.
El lagar, montado sobre un bastidor de madera y sostenido por cuatro horcones robustos, simbolizaba más que un simple espacio de producción. Era un rito de iniciación, un bautismo, donde el dueño de casa nutría las paredes del lagar con el mejor vino de su producción. La Pachamama, testigo de esta nueva función, recibía con beneplácito este renacer simbolizado por el Pujllay.
Las parcelas destinadas a la producción vitícola en Los Zazos destacan por sus características únicas, desde la cantidad de horas de luz-sol hasta la altitud. La agroecología de este territorio, en la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle, ha permitido a jóvenes viticultores desafiar la tradición, incorporando varietales como Malbec y Torrontés, utilizando tecnología y vinculando métodos tradicionales con innovadoras técnicas de producción.
Este proceso ha llevado a desarrollar pequeños cuadros con rendimientos destacados y características únicas en color, aromas y cuerpo, convirtiéndose en referentes a nivel nacional, con concursos ganados en la provincia de Mendoza.