Carlos Duguech
Analista internacional
Tan bien dibujadas las franjas (negras y blancas) que resulta pertinente el título de esta columna -aunque sospecho que similares análisis ya se hicieron- en tanto incursionamos en los propósitos enunciados. En una nación el sistema de sus relaciones exteriores y diplomacia está siempre precedida de las aspiraciones del país en relación con el “concierto de las naciones del mundo”, Imagino esto de “concierto” cono si en una gran orquesta sinfónica cada país ejecuta un instrumento. Sólo el director sabe quiénes y cómo se apartan de la partitura en tiempos e intensidad. (Y, secretamente, los instrumentistas, siguiendo precisas instrucciones desde el poder) ejecutan a su modo.
Nuestro país se ha caracterizado -en los tiempos que sucedieron a la independencia declarada en Tucumán- por haber concitado la atención de Gran Bretaña que reconoció el hecho como fundacional el 15 de diciembre de 1823. Apenas dos años más tarde Argentina y Gran Bretaña suscribieron el Acuerdo de Amistad, Comercio y Navegación”.
Nuestro país no contaba aún con flota para beneficiarse de la “libre navegación” que si la ejercitaba Gran Bretaña al punto que, apenas asomaba el año 1833, ocupó las islas Malvinas desalojando ese 3 de enero a los habitantes y a las autoridades, obligando al arriamiento de la bandera argentina.
Ocasiones hay en que cuando se define la política exterior de un país por un nuevo gobierno de signo diferente aparecen, a veces, cimbronazos que se harán sentir en las relaciones interpaíses. Es tan diferente el modo de implementación de las acciones de gobierno en nuestro país desde el pasado 10 de diciembre, que en el sector ligado a las relaciones exteriores se está percibiendo que el declarado y entusiasta acercamiento con EEUU tiene un singular ingrediente. La USA de Trump, particularmente. Del pretendido candidato republicano para las lecciones de noviembre. Puede acontecer que Trump pierda ante Biden. Y lo más probable, adhiero a ese futuro, que el supermillonario Trump sea finalmente condenado por su involucramiento, nada menos, que en lo sucedido en el Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021. Habrá que aprender lecciones anteriores de pasos en falso de la política exterior. Todo ello para atisbar los tiempos mejores que permitan afianzar una política exterior que favorezca la fluidez y el incremento de la capacidad exportadora del país. Además, por cierto, de la armonía necesaria con los países y con los bloques emblemáticos que se han conformado o en transitan e vías de hacerlo en algunos caso puntuales por cuestiones regionales y políticas.
La “lección”
Nada obligaba a la Argentina naciente a someterse a un arbitraje para resolver problemas de límites con Chile. Hasta que se reunieron los funcionarios de ambos países y decidieron un “Tratado de arbitraje general” suscripto en Santiago de Chile entre la República Argentina y Chile el 28/05/1902. Ya antes, en 1881, ambos países suscribieron un acuerdo de límites sin recurrir a terceras naciones para gestionarlo. Una muy oportuna y efectiva referencia al principio de clara contundencia: “uti possidetis iuris”, que marca que los estados nuevos que se constituyen vía independencia conservan los dominios de la colonia española de la que se independizan y que integraba el Imperio Español en su tiempo.
Se tiene presente que en 1833 las Islas Malvinas, en posesión argentina con destacamentos y gobernador fueron desalojadas violentamente por los usurpadores de Gran Bretaña, a punta de fusil, por lo que puede llamarse la “Tercera invasión inglesa”. En ese tiempo no habiendo existido entre Argentina y Gran Bretaña sino una muy buena relación de intereses comerciales ya que en 1825, ocho años antes (y en plena vigencia en 1833) suscribieron el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y las Provincias Unidas del Río de la Plata un “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación”.
En síntesis: casi 70 años después de la violenta usurpación por Gran Bretaña y para intentar resolver una cuestión de límites con Chile, nuestro país se obliga junto con el país trasandino a suscribir un inusitado Tratado General de Arbitraje en 1902 en el que se menciona designar a la corona británica para arbitrar sobre problemas limítrofes o en su reemplazo a la Confederación Suiza. Increíble determinación: la de conceder el rango de árbitro por una cuestión de límites con otro país nada menos que a la mismísima corona que usurpó nuestras tierras años atrás ¡y aun sin devolverlas!
Falla de las relaciones internacionales por una diplomacia errática y débil. O tal vez por una ingenua estratégica: suponer que Gran Bretaña, por distinguirla como árbitro en una cuestión limítrofe y territorial con un vecino, se haya sentido pasible de indulgencia por la usurpación violenta de 1833.
En la ONU
En anteriores columnas abordamos el tema Malvinas y poníamos de resalto que desde el 1 de abril de 1982 la representación británica advertía en el Consejo de Seguridad sobre la inminencia de acciones militares a las islas, Al día siguiente el representante británico informa de la concreción del ataque por alistamientos de barcos argentino dirigiéndose a las islas, En ambas regiones del CS participaba un representante argentino invitado. Los ingleses sabían del ataque inmediato. Tenían información de primera mano proporcionada por Chile. El de Pinochet. Se supo, y hasta por expresiones públicas de la Thatcher, en ocasión de visitar a Pinochet detenido en Londres por una acción judicial del fiscal español Garzón de sus acciones pro-británicas.
La Nación Argentina condecoró tres veces a Pinochet. “Orden de Mayo al Mérito Militar”, por Isabel Perón (1975) ya condicionada por los militares que la entornaban. Después Videla, en 1978, la Orden del Libertador Gral. San Martín. Y una segunda Orden de Mayo en el grado de Gran Cruz por Menem. La llevó el general Balza: sus palabras el 12 de febrero de 1993: “Ud. puede estar orgulloso del Ejército que comanda, de su ejemplar idoneidad profesional, gallardía, bizarría y caballerosidad, que todos los soldados de mi país sabemos y reconocemos”.
Decreto tardío
En septiembre de 2023, a dos meses de concluir su mandato, el ex presidente Fernández toma en cuenta los dictámenes de los Consejos de las respectivas órdenes que rigen las condecoraciones a Pinochet y decreta la suspensión de su uso por sus derechohabientes habiendo ya fallecido el destinatario de esas condecoraciones en 2006. Incompleto por que no se establece el modo de comunicar fehacientemente a quienes va dirigido, para adquirir legalidad de notificación. Tampoco se dice que la Cancillería deberá hacerlo. Pero, además de incompleto es demasiado extemporáneo. Pero, sobre todo injusto. Por lo que se supo y públicamente de boca de la Thatcher cuando al propio Pinochet en Londres le expresa el agradecimiento del Reino Unido porque su “contribución en la guerra de las Falklands ha posibilitado salvar vidas de soldados ingleses”. Va de suyo que contribuyó a la muerte de jóvenes argentinos. Solo queda pensar que semejante tardanza en el decreto, casi en el umbral de la puerta de la Rosada, le fue impuesta ante las perspectivas de electorales que se insinuaban
Ultrapersonalismos criminales
El “si quieren venir que vengan” de Galtieri y el “hundan al Belgrano” de la Thatcher, eran las perversa estrategias personalísimas decididas para remontar sus respectivos liderazgos en Argentina y en Gran Bretaña diezmados sus gobiernos por insatisfacciones y protestas por sus respectivos pueblos.
Matar en defensa propia
Es una expresión que halla una lógica de supervivencia. En Gaza ¿lo hace Netanyahu en “defensa propia”? Algo más de 25.000 muertos y más de 55.000 heridos, mientras los hospitales afrontan serios inconvenientes de seguridad y funcionamiento por los persistentes bombardeos Israelíes. La suma sigue escalando. Nadie puede asegurar ni el número de rehenes ni sus condiciones de vida. Tanta muerte y daños que pueden evitarse y recién se evaluara sobre montañas de escombros y cementerios desbordados. Muy tarde entonces y tal vez entonces se conozca la realidad de los rehenes vivos, de los enfermos. Muy tarde.
Milei en Israel
No tiene en cuenta que Argentina el 29 de noviembre 1947, cuando se votaba en Naciones Unidas la Partición de Palestina (del mandato Británico) se abstuvo. Razones: las colectividades importantes de árabes y de judíos en el país. En Nueva York se sintió fuerte el lobby judío y la negativa de los árabes a la partición. Prudente en su tiempo la abstención de nuestro país.