Amaya, el fantasma de Alfaro y el “opoficialismo”

La dirigencia provincial, sobre todo la que tiene responsabilidad institucional, es sumamente cuidadosa por estos días a la hora de moverse, confrontar y sentar posiciones. No sólo porque tomó nota del hartazgo social relacionado con la clase política, sino porque sabe que los tiempos han cambiado y porque todo se reconfigura minuto a minuto. A los dos hechos políticos del verano local los protagonizó el gobernador Osvaldo Jaldo (PJ). Primero, fue el quiebre del bloque de Unión por la Patria (UxP), la formación de su propio grupo de diputados y el aval a la mileista Ley Ómnibus. Ahora, el mandatario dejó a propios y ajenos boquiabiertos al nombrar al ex diputado Domingo Amaya a la cabeza del Ente de Turismo. Ambos acontecimientos dan pistas de por dónde camina la gestión Jaldo: priorizar la gobernabilidad y, en paralelo, avanzar en la construcción del osvaldismo, su propio espacio dentro del peronismo.

La jugada de plantarse como un gobernador dialoguista se sentaría sobre la base de encuestas que manejaría el oficialismo y que darían cuenta de que parte de la ciudadanía seguiría apoyando a Javier Milei y de que el Ejecutivo confiaría en que el panorama mejoraría tras los primeros meses. Jaldo no ha tirado botellas al mar: algunas fuentes cercanas sostienen que la Nación ya habría dado señales discretas de compensación que estarían impactando en las arcas. Mientras, habría recibido algún llamado de Buenos Aires para pedir referencias sobre uno de sus ministros, con la idea de cubrir una vacante reciente en el Ejecutivo nacional. En la Rosada estarían interesados en analizar el perfil de Santiago Yanotti, titular de la cartera de Obras, para reemplazar a la salteña Flavia Royón en Minería. Para ese puesto, sin embargo, hay una caterva de candidatos que se escuchan en medios nacionales.

Gestos y fotos

Jaldo manifestó que públicamente no hablará de política partidaria, pero va dejando mensajes por doquier. Además, hay señales del estilo personal del mandatario: que es intempestivo e imprevisible; que es previsor; que no le gustan las sorpresas y que quiere mantener siempre el control. La composición del osvaldismo, la evolución depurada del jaldismo, comprende necesariamente apartar del poder a los vestigios del manzurismo. Sobre los motivos de la salida de Sebastián Giobellina hay una serie de versiones diferentes y todas coinciden en que su destino estaba sellado porque provenía de la gestión anterior y por su cercanía con el diputado Carlos Cisneros. No hubo demasiados cuestionamientos concretos a la gestión en sí. Las últimas fotos del ahora exfuncionario con la intendenta Rossana Chahla y con el vicegobernador Miguel Acevedo habrían aportado para la decisión. “No hay lugar para librepensadores y menos, para manzuristas”, repiten en los alrededores del despacho gubernamental.

En la misma conferencia en la que confirmó el arribo de Amaya, Jaldo envió otro recado: “se terminó el tiempo de los mediáticos que critican. No los vemos con tarea territorial ni (trayendo) soluciones para los tucumanos” ¿Quién es el destinatario? Las paredes del Palacio, que todo lo escuchan, revelaron que sería el diputado Pablo Yedlin, que emergió como protagonista del peronismo no jaldista tras el tratamiento de la Ley Ómnibus. Tanto Yedlin como Cisneros no concuerdan con las políticas del mileismo y votaron en contra de la Ómnibus.

El osvaldismo

La incorporación de Amaya implica comenzar a darle forma a su propia conformación política ¿Por qué él? Jaldo tenía en carpeta la incorporación del ex intendente, con el que mantenía contacto desde la interna de 2021. El osvaldismo, en palabras de sus integrantes, aspira a ser un espacio institucional y electoral transversal: base peronista y aliados extrapartidarios. En términos políticos, Amaya es un dirigente que no cuenta con un caudal de votos sustancial, pero su paso por la intendencia dejó una buena imagen. Un asunto clave: sus contactos nacionales cotizan en oro en este contexto nacional. El aguilarense es figura en la Capital, una sección electoral que Jaldo debe reforzar. El gobernador tiene referentes fuertes en el Este (Darío Monteros y Aldo Salomón) y el Oeste (Regino Amado, Sergio Mansilla, Raúl Albarracín, entre otros), pero marginó a varios de sus representantes capitalinos.Ya había dado pasos en el distrito con la incorporación de ex manzuristas como Armando Cortalezzi o Carlos Isa Assan; del libresurista Federico Masso y con la alianza con Germán Alfaro (tiene puestos en las mesas de conducción del Concejo y la Legislatura). La inclusión de Amaya es, a la vez, un aviso de Jaldo a la Municipalidad y a la dirigencia capitalina justicialista en general.

A propósito del alfarismo, miembros del espacio estuvieron en el Salón Blanco acompañando a Amaya en la jura. El runrún sobre el desembarco del mismísimo Germán Alfaro en el Gabinete o en la Caja Popular de Ahorros conviene a la Casa de Gobierno y al alfarismo. Sucede que el fantasma del acuerdo Jaldo-Alfaro sobrevoló por años al justicialismo y, al tornarse real, irrita al justicialismo y, particularmente, al manzurismo.

La llegada de Amaya, que no tuvo que ver con el acuerdo con Alfaro ni implicaría una designación inminente de este, molestó a los referentes que no olvidan que formó parte del macrismo y que intervino en la causa judicial que terminó volteando inicialmente las elecciones de 2015.

El armado de Jaldo parece haber neutralizado a parte de la oposición provincial, al absorberla. Del resto de los disidentes poco se sabe. Salvo algunos radicales, el resto mantiene el perfil bajo. Pocas críticas se escuchan en público sobre el Gobierno de Jaldo. La implosión de Juntos por el Cambio y el pase de Fuerza Republicana y de parte del PRO al oficialismo nacional parecen haber influido.

El cambio en el equipo de Jaldo abrió, a su vez, las expectativas de dirigentes jaldistas y de la ex oposición que quieren formar parte de la gestión de Jaldo. Hay quienes ya hablan del “opoficialismo”.

Manzur en Tucumán

Los pasos del ex gobernador siguen rodeados de misterio. El senador estuvo el fin de semana largo en la provincia y mantuvo reuniones con distintos dirigentes, que forman parte de su pequeño círculo de confianza. Manzur y Jaldo perdieron todo contacto por el momento, según fuentes de ambos lados. Todos los mensajes y gestos del mandatario, sin embargo, estarían llegando a destino.

En los diversos encuentros, cafés y asados, el presidente del PJ tucumano habría manifestado que considera que Jaldo se apresuró al plantarse del lado de Milei y al prescindir de su eventual mediación. También les habría comentado que los gobernadores del PJ analizan concurrir a la Justicia por diversas acciones del Gobierno.

No hubo fotos de los encuentros, porque el ex Jefe de Gabinete nacional no querría incomodar al gobernador y, menos, generar más reacciones. Manzur, que tiene cuatro años más en la senaduría, jugaría en el ámbito nacional y tendría su cabeza en eso. Querría estar en el rearmado del justicialismo, sin el kirchnerismo, y tener un rol clave en lo que viene. Si bien no habría acciones directas, tampoco habrá concesiones hacia Jaldo. Advierten en el manzurismo que las relaciones de Manzur y del PJ nacional con los gremios y la CGT podrían repercutir en las paritarias provinciales.

Mientras esperan el paso de los días, las distintas ramas del oficialismo provincial discuten sobre el ingreso de Amaya, el fantasma de Alfaro y el “opoficialismo”.

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