De casa a lo más alto del vóley: las hermanas Orellana comparten la pasión por las "lobas"

Constanza y Martina Orellana son parte del equipo de Tucumán de Gimnasia, que está jugando en la élite del vóley argentino.

VIVEN POR EL VÓLEY. Constanza y Martina disfrutan de cada paso que dan con la camiseta de Tucumán de Gimnasia. Foto de Diego Aráoz/LA GACETA. VIVEN POR EL VÓLEY. Constanza y Martina disfrutan de cada paso que dan con la camiseta de Tucumán de Gimnasia. Foto de Diego Aráoz/LA GACETA.

En el último weekend que jugó de local por la Liga Argentina Femenina, Tucumán de Gimnasia tuvo un momento muy especial. En la definición del segundo set ante Gimnasia de La Plata, entró al saque Martina Orellana, con apenas 14 años, debutando en el certamen. Además de ser una gran sacadora, Martina es hermana de Constanza, capitana del equipo. Ambas, en diálogo con LA GACETA, contaron no sólo cómo vivieron el momento, sino también su historia en el deporte y en la vida.

“Pensé que no iba a entrar. Cuando uno de los entrenadores me dijo, casi me muero. Entré, traté de estar tranquila, por lo menos por fuera”, reconoce Martina. Pese a las emociones propias de un debut en Primera a tan corta edad, la menor de las hermanas cumplió con su tarea y las “lobas” se llevaron ese set por 26-24. La posterior derrota, por 1-3, no opacó la carga emotiva de la noche.

“Nunca me imaginé jugar en Primera con esta edad, pero estoy muy contenta”, aseguró Martina, que reconoce, pese a los nervios que la invadieron, le gusta sentir la presión de momentos decisivos. “Siento que el equipo pone la confianza en mí”, señaló.

“No me imaginaba compartir cancha con ella tan rápido. Vivirlo ahora fue muy lindo; cuando entró a la cancha me emocioné, me caían las lágrimas. No lo creo todavía; me muero de orgullo”, señaló, por su parte, “Conny”, que con 21 años, es una de las referentes del equipo. Razón por la cual, probablemente, desligó de cualquier responsabilidad deportiva a su hermana: “Mientras aprenda y lo disfrute, más que nada, yo feliz. Que deje la presión para nosotras, las más grandes”, señaló. Aunque anticipó que compartir cancha puede llevar a algunos cruces: “Creo que nos sacaríamos chispas, porque somos muy distintas. Ya tuvimos alguna que otra retadita, pero nada grave”, cuenta Constanza.

Por supuesto, aún mayor fue la emoción en sus padres, al ver no sólo a Martina debutar en una Liga Argentina, sino también compartir cancha con su hermana mayor. “Mi mamá explotó; tiene problemas de presión, tiene que tomar tranquinal, la pasa mal. Siempre dice ‘algún día me van a hacer explotar el corazón de orgullo’. Mi papá es un poco más frío, pero se mueren de amor, más que nada por ella, que esté debutando con 14 años es una locura. Y si a mí me emocionó, no me quiero imaginar ellos”, relató “Conny”. “Sentimos mucho el apoyo; somos lo que somos por el apoyo que tenemos de parte de mis padres y de mi familia, desde chiquitas nos acompañaron a todas partes”, agregó. “Creo que estaban más emocionados que yo”, completó Martina.

Las hermanas Orellana nacieron con el vóley en la sangre. “Mi mamá jugaba al vóley y mi papá primero al básquet, pero se pasó al vóley, más que nada para presumirle a mi mamá”, dice, entre risas, “Conny”, que comenzó con el deporte a los seis años en Córdoba, donde sus padres vivían porque, justamente, jugaban en clubes de esa provincia. “Volvimos a Tucumán cuando yo tenía 11 años; ahí vine al club y me quedé”, recuerda, sobre cómo comenzó la unión con el club que, reconoce, fue, es y será el de sus amores. “No me imagino en otro club”, afirma.

EN LO MÁS ALTO. Las hermanas Orellana celebran el presente en la Liga Argentina. EN LO MÁS ALTO. Las hermanas Orellana celebran el presente en la Liga Argentina.

Ambas cuentan, también, que probaron otros deportes, pero rápidamente volvieron al vóley. “Empecé hockey en Los Tarcos, hice dos clases máximo y volví al vóley; no era para mí. También hice gimnasia artística y también fueron dos clases”, relata Martina. “Conny”, por su parte, cuenta que probó hockey, pero no la atrapó.  “Ahora, como para extrañar un poco el vóley, me gustaría jugar al fútbol”, dice, aunque aclara que el vóley es su cable a tierra. “Me vuelvo loca si no lo juego”, jura y perjura.

“Conny” juega de líbero en el equipo dirigido por Yamil Chaya, y Martina lo hace de armadora. Sin embargo, ambas reconocen que, pese a ser destacadas en su puesto, hay otras posiciones que preferirían poder ocupar, si la condición física se los permitiese. “Por mí, yo quiero jugar de punta, me vuelve loca. De líbero me aburro un poco, pero es lo que mi condición física da y para lo que se me da mejor. Me gusta mucho sacar, lo extraño un montón ahora que no lo puedo hacer”, indicó Constanza. “Me encantaría ser punta, o alguna posición que pueda hacer puntos, pero por la estatura no se puede”, manifestó, por su parte, Martina.

Hasta ahora, Tucumán de Gimnasia no pudo obtener victorias en la Liga, algo que analizan las hermanas. “Hay mucha diferencia en los ritmos de juego; los otros equipos juegan 60 partidos todo el año, de altísimo nivel… nosotras jugamos las finales, que son partidos buenos y después hay cinco equipos en Tucumán”, explicó “Conny”, que igualmente aclaró que “todavía no se nos dan los resultados, pero siento que nos vamos acomodando más, y alargamos los puntos y los partidos”. Y si la mayor de las hermanas siente la diferencia de ritmo, ni hablar de Martina, que pasó de Sub-14 a Primera sin escalas. “Cuando recién entré a Primera, ni veía la pelota de lo rápido que iba. Fue acostumbrarme al ritmo de juego, a ir a bloquear aunque no pase nada; es un cambio de ritmo muy brusco”, apuntaló.

SU OTRA CASA. Martina y Constanza comparten su tiempo libre en la cancha de Tucumán de Gimnasia. SU OTRA CASA. Martina y Constanza comparten su tiempo libre en la cancha de Tucumán de Gimnasia.

Todavía con la cabeza puesta en esta edición de la Liga y en poder mantener la categoría, las hermanas ya piensan en su futuro. Por lo pronto, ambas deben avanzar con sus estudios: Martina todavía tiene algunos años de secundaria por delante, mientras que “Conny” es estudiante de bioingeniería. “Se me complica porque durante el año me mato estudiando, porque me cuesta un poco, entonces lo tengo que meter, y durante las vacaciones juego la Liga. Trato de rendir todas en diciembre, así no tengo ninguna en febrero; este año se me dio bien”, revela la mayor. “Ahora por suerte estoy de vacaciones, pero voy al colegio a la tarde, entonces se me va a complicar; entrenar a la mañana, ir al colegio y de vuelta al club, no voy a volver nunca a mi casa”, anticipa, por su parte, Martina.

¿Cómo ven su futuro en el vóley? “Creo que al vóley sí voy a seguir jugando, pero más que nada por salud mental. Es lo único que me libera. Uno se replantea si seguir jugando ligas, porque ya se quiere ir de vacaciones con la familia, ya son cuatro años sin vacaciones. Conociéndome, voy a jugar hasta que el cuerpo diga ya está; acomodándome según los estudios, pero voy a seguir jugando”, respondió Conny. “Quiero jugar muchas ligas más para llegar a ser titular en alguna”, dijo Martina.

Y sobre la hipotética posibilidad de jugar en otro club, fuera de la provincia, tuvieron distintas posturas. “La pensaría un montón, porque soy re familiera; capaz lo haría una vez para vivir la experiencia, pero me costaría un montón”, reconoció “Conny”. Por el contrario, Martina aseguró que “sí lo haría, siento que sí podría hacerlo”. Por lo pronto, de todas formas, no aparece esa posibilidad en su horizonte; su obsesión más cercana es cumplir un buen papel en la actual Liga Argentina, poder compartir más minutos juntas y disfrutar del deporte que, según remarcan ambas, es la pasión de su vida.

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