Hace muchos años escuché hablar del Dr. Axel Munthe. Fue de boca de mi padre, con mucho respeto y admiración hacia él. Encontrándome estos días en un lugar único de Argentina, en el Lago Quillén (Neuquén), en una pequeña biblioteca de la casa en la que me hospedé ¡Oh, sorpresa! hallé un libro escrito por este señor, y eso hizo que creciera en mí la curiosidad y me interesara por quién fue Axel Munthe. Se le llegó a conocer como el “San Francisco de Asís moderno”, recibido muy precozmente a los 22 años, ejerció con amor y vocación la profesión de médico y atendió a pobres e indigentes, a las víctimas de un gran terremoto en Mesina, a los enfermos de cólera en Nápoles y también a heridos de la Primera Guerra Mundial. Había estudiado en Paris donde conoció a ilustres como Jean Martin Charcot o al mismo Louis Pasteur. Edificó su residencia en Anacapri (en la Isla de Capri, Nápoles) y el libro que encontré precisamente es autobiográfico y alude a la misma: “La Historia de San Michele”, que fue bestseller en 1930 con traducción a 40 idiomas, reflejando el mismo, toda una época en la que Axel Munthe se desempeñó, con pocos recursos científicos y tecnológicos, pero con mucho amor al prójimo. Seguramente que, si tenemos la suerte y oportunidad de viajar y pasar por la Isla de Capri, no dejaremos de visitar en Anacapri la residencia bautizada San Michele, famosa mundialmente y que él mismo diseñó, construyó y habitó hasta su muerte. Hombre de origen sueco, brillante filántropo y humanista. Ahora bien, en distintas partes del mundo encontramos casos como el de Axel Munthe, médicos dedicados y entregados con sincero amor a la profesión y nuestro país no es la excepción ya que, si hacemos nombres habremos de citar al Dr. Esteban Maradona y al Dr. René Gerónimo Favaloro, mencionaremos también a los médicos que se abocaron con cuerpo y alma a la atención de los enfermos por Covid 19, asimismo a los que pertenecen a “Médicos sin Fronteras” y a los muchos que en silencio hacen su trabajo para el bien de la sociedad y la humanidad a cambio de magros sueldos y honorarios innumerables veces. Abogo personalmente porque esa raza de personas que abrazaron la noble profesión del arte de curar no se extinga y que, más allá de la magnífica tecnología de la que hoy se sirven, el médico no pierda nunca el humanismo que debe de caracterizarlo siempre: Axel Munthe (1857 – 1949) fue uno de ellos.
Juan L. Marcotullio