La cruda realidad detrás de la precariedad en los partidos de fútbol en Tucumán

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La fractura sufrida por René Urueña, jugador de Estación Experimental, y las imágenes en las que se ve al defensor siendo trasladado rumbo al hospital en una camioneta de la Policía, ha puesto de manifiesto una problemática: la falta de recursos, la precariedad en materia de atención médica (y en muchos otros aspectos), y la decadencia en la que está el fútbol tucumano.

El incidente de Urueña evidencia una realidad preocupante que afecta la seguridad y el bienestar de los deportistas. Según José Moreno, secretario de la Liga y presidente del club Bella Vista, los altos costos económicos para contratar una ambulancia son el principal obstáculo para garantizar una atención médica adecuada durante los partidos. Moreno señala que el desembolso de más de $300.000 para abrir un estadio y contar con una ambulancia es un problema de muy difícil solución para las instituciones del fútbol local.

Sin embargo, su mensaje deja al descubierto o permite interpretar que hay más preocupación porque la pelota ruede a como dé lugar, aun soslayando algunos riesgos que se corren.

En los estadios de los clubes de la Liga Tucumana no sólo no hay ambulancias. Moreno sugiere la posibilidad de utilizar un vehículo particular para el traslado de jugadores lesionados, argumentando que en la mayoría de los casos se trata de fracturas. Las preocupaciones o los problemas se hacen más complejas si las cosas pasan a mayores.

La mayoría de los clubes que compiten en los torneos organizados por la liga tucumana de fútbol no cuentan con un médico dentro de su staff técnico. “Es imposible por los altos costos”, argumentan sus dirigentes. Son los entrenadores, sus ayudantes y algún masajista quienes deben socorrer a sus futbolistas cuando sufren algún tipo de lesión. Eso sin contar que los jugadores deben asistir, por su cuenta, a consultas médicas particulares cuando sufren alguna dolencia mayor.

Hace unos años, un futbolista que jugaba en un equipo liguista había sufrido una fractura que requería de una cirugía. Ni él ni el club tenían el dinero para afrontar los gastos de la operación y, cuando parecía que su carrera deportiva podía haber quedado trunca, un traumatólogo que trabajó en uno de los dos clubes grandes de nuestra provincia se ofreció a operarlo sin cobrar sus honorarios.

Según trascendió, no hubo ningún dirigente que se haya acercado a ver si ese futbolista necesitaba algo; cuentan que en la Liga también miraron para otro lado.

Marcelo Lazarte, vicepresidente de Experimental, propuso una solución que apunta a la gestión de la casa madre de nuestro fútbol: contar con una ambulancia cercana a dos estadios en los que se estén desarrollando partidos al mismo tiempo. Sin embargo, esa medida es como atar algo con alambres. Puede resultar una solución pasajera, pero no aborda de manera integral el problema de fondo. Además, otra vez, qué pasaría ante una situación de emergencia cuando el tiempo vale más que cualquier resultado.

Es evidente que la precariedad en la que está inmersa la Liga Tucumana no sólo pone en riesgo la salud de los deportistas, sino que también afecta la imagen y la credibilidad del fútbol local. Por ese motivo, se ha convertido en una cuestión que las autoridades se ven obligadas a no gambetear.

No servirá de mucho que la pelota siga rodando si no están dadas las condiciones. El deporte es salud; pero en este caso, justamente, eso parece no importarle a la clase dirigencial. Lo que sucedió con Urueña debe servir de disparador para cambiar las cosas de una vez por todas.

Urge que los presupuestos contemplen los recursos adecuados para garantizar la presencia de ambulancias y de personal médico capacitado en todos los estadios de la Liga Tucumana. Además, es fundamental establecer medidas de coordinación y colaboración entre las instituciones para asegurar una respuesta rápida y eficiente ante cualquier emergencia.

La seguridad y el bienestar de los deportistas deben ser prioritarios en cualquier competencia deportiva; la Liga seguramente tendrá que su subir esa montaña porque es su responsabilidad. No se pueden permitir que situaciones como la que se vivió semanas atrás se repitan en el futuro. Es hora de actuar con determinación y compromiso para garantizar un fútbol seguro y digno en nuestra sociedad.

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