Hacia dónde va políticamente Jaldo

Hacia dónde va políticamente Jaldo

¿Hay un nuevo Jaldo? ¿Dejará el PJ? ¿Pasará a las filas de la Libertad Avanza? ¿Formará un frente electoral con la oposición? ¿Cómo será el nuevo jaldismo? ¿Incorporará más disidentes en su Gabinete? Osvaldo Jaldo mantiene a parte de la dirigencia de la provincia descolocada y a parte, irritada. El posicionamiento en relación a la Nación y las decisiones del gobernador desconciertan por igual a miembros del oficialismo y de la oposición. Se hacen todas estas preguntas y más.

El rumbo político del gobernador les parece incierto y es uno de los asuntos más comentados en los pasillos del poder y en las mesas de café. Sucede que el mandatario rompió con lo esperable, argumentan distintos políticos dentro y fuera de la gestión.

Una vez que Javier Milei fue electo, tanto los suyos como los ajenos creían que gobernaría en la vereda de la oposición nacional, que se ceñiría a los mandatos del peronismo ortodoxo y que se enlistaría entre los jefes provinciales del justicialismo más conservador. Se sabía que habría algunos meses de romance con la Rosada, para tantear el terreno y acomodarse en un contexto de arcas flacas, al estilo Juan Manzur-Mauricio Macri. Lo que nadie sospechó en campaña -ni siquiera el propio Jaldo- es que arrancaría la relación siendo un aliado clave entre las provincias y, por momentos, el único. De hecho, Jaldo opera entre sus pares para conseguir votos en el Congreso y para que las leyes que implicarían engordar los fondos coparticipables puedan ser sancionadas. Tiene diálogo directo con varios ministros y funcionarios y eso es un valor, teniendo en cuenta que no está siendo lo usual para el resto de los representantes provinciales.

En lo único que acertaron todos es que no estaría cerca del kirchnerismo, una línea interna de la que nunca se sintió parte y de la que reniega. De hecho, no olvida que quisieron llevárselo a Buenos Aires, ofreciéndole cargos menores, para que no quedara a la cabeza del Gobierno cuando Manzur se mudó al Gabinete nacional. Es una vertiente, además, con la que se identificó en el pasado su némesis Manzur. Y probablemente el manzurismo tenía razón en querer evitarlo: Jaldo ensayó la gobernación durante su interinato y se consagró como el candidato para la sucesión.

Las respuestas

¿Hay un nuevo Jaldo? Hasta aquí, de acuerdo con distintas fuentes cercanas, todo indica que el tranqueño está reconfigurando su manera de hacer política. Y no hay vuelta atrás. En lo estrictamente político, en los casi 200 días que lleva en el sillón de la gobernación Jaldo tomó decisiones fuertes. Dejó fuera del núcleo del poder a dirigentes muy cercanos; rompió el bloque de Unión por la Patria en Diputados; eliminó la Unrel; abrió la puerta para una reforma política y hasta Constitucional; cesó contratos legislativos y cuestionó duramente al gremialismo durante el último paro de la CGT. Nada de esto figura en el manual del peronismo tradicional.

Aseguran que Jaldo observa y estudia el comportamiento social. Dicen que “lee” que la sociedad cambió y que las prácticas de la que se valió inclusive él mismo los últimos 40 años no van más. Las paredes de la Casa de Gobierno lo escucharon despotricar contra los miembros de su espacio que no entienden el nuevo contexto y que lo juzgan desde una mirada que considera desactualizada.

¿Dejará el PJ y pasará a las filas de la Libertad Avanza? La respuesta en las entrañas de su entorno es un no rotundo. Cuentan en su acotado grupo que se siente más peronista que nunca y que considera que está en el camino correcto para beneficiar a la provincia y, por lo tanto, al pueblo. Afirman que prueba de ello es el poder pagar los salarios y mantener la paz social. Sí sería crítico con el peronismo nacional, pues considera que sigue enredado en internas que no conducen a nada y que sólo generan desazón y más divisiones sociales.

Jaldo cosecha el rédito de su cercanía con la gestión de Javier Milei. No sólo el refinanciamiento de la deuda y en la llegada de otros fondos, sino que en sus alrededores reciben comentarios permanentes de cómo redundó en la mejora de su imagen y en la llegada a sectores no peronistas. Hay ministros que mencionan que el empresariado y distintos grupos vinculados tradicionalmente con la derecha están particularmente interesados en el nuevo perfil del mandatario.

La política en general mira hacia 2025, porque las elecciones nacionales podrían cambiar la configuración del Congreso. Tucumán pondrá en juego cuatro bancas en la Cámara Baja y Jaldo tendrá la posibilidad de armar por primera vez sus propias listas de candidatos en el PJ ¿Habrá solo una? Afirman que estaría dispuesto a ir a internas si es que se plantan otras líneas, pero que siempre dentro del partido ¿Y que pasará en el 27? Hasta hace unos meses, se escuchaba decir al gobernador decir en reuniones con la dirigencia que iría por un solo mandato. Eso quizás haya cambiado.

¿Formará un frente electoral con la oposición para las provinciales? Es temprano, pero es altamente probable que sí. Será así si es que los necesita. Jaldo acercó a la Casa de Gobierno a sectores del radicalismo, de Libres del Sur y del alfarista Partido por la Justicia Social. No es descabellado pensar que pueda ampliar su propio espacio peronista y contar con más socios políticos para competir ante eventuales rivales. La composición actual de su propio Gobierno sería la génesis del neojaldismo u “osvaldismo”, un espacio amplio y con nuevas proyecciones.

“El osvaldismo es Jaldo, Jaldo y Jaldo”, bromeó un peronista con buen diálogo con el gobernador sobre los nuevos tiempos. Subrayó que, tras asumir, Jaldo no sólo acotó su entorno sino también la información y las explicaciones que le brinda a éste. El mandatario quiere evitar filtraciones y considera que el efecto sorpresa es clave en el impacto de sus definiciones de la gestión. Además, añade la misma fuente, es sabido que es desconfiado por naturaleza.

El titular del Ejecutivo está conforme con su Gabinete, por lo que no planearía cambios en lo inmediato. Hay quienes no comparten del todo sus determinaciones, pero no lo expresan públicamente. Varios se han visto en figuritas para apoyar algunas de ellas. Confían, sin embargo, en el ímpetu y la impronta de Jaldo. Sostienen que siguen a un dirigente que prefiere equivocarse a no hacer y que ejerce el poder en toda su dimensión.

Sus adherentes políticos están sorprendidos y son cautelosos. Lo avalan, pero creen que podría ser un riesgo pegarse tanto a Milei. De todas maneras, confían en la cosecha económica -y de eventuales nuevos votos- de su conductor.

Sus detractores, la mayoría ex manzuristas y miembros de lo que queda de la oposición, consideran que todo se trata de un maquillaje para la supervivencia en épocas donde se cuestionan las formas políticas tradicionales. Desconfían de que haya un nuevo Jaldo y creen que volverá a la construcción política tradicional cuando se asome un año electoral. Afirman que sigue peleando con Manzur, aunque este no esté dándole pelea.

Al peronismo comarcano le asusta hasta donde llegará Jaldo. Lo mismo atemoriza a la oposición, porque la ha dejado casi sin discurso. Las preguntas en torno a Jaldo abundan porque si ratifica su nuevo rumbo se cambiaría el statu quo del escenario provincial y todas las reglas de juego que han regido en las últimas décadas.

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