Cada año, alrededor de mil millones de personas se infectan con el virus de la influenza, una enfermedad respiratoria muy contagiosa que causa entre 3 a 5 millones de casos graves y de 290,000 a 650,000 muertes. En este contexto, la vacunación anual es esencial para reducir las complicaciones y muertes, protegiendo a los vulnerables y aliviando el sistema de salud.
En el reciente “Flu Forum”, un encuentro anual de actualización científica, expertos de todo el país discutieron el impacto del primer contacto con el virus de la gripe en el sistema inmunológico y el concepto de “immunoimprinting” (huella inmunológica). “Este término refiere a la calidad de la respuesta inmune que se genera luego del primer contacto con un virus, ya sea por vacuna o una infección por el virus salvaje. Hablamos de la memoria inmunológica que tenemos frente a un virus y cómo este primer contacto condiciona y limita la respuesta posterior”, explicó el inmunólogo Jorge Geffner, médico director del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (Inbirs) de la Facultad de Medicina de Buenos Aires e investigador superior del Conicet.
El concepto “inmunoimprinting” fue descripto por primera vez en 1960, al estudiar la respuesta del organismo frente a la vacunación antigripal; se observó que las personas revacunadas presentaban una menor respuesta inmune frente a los que no se habían vacunado antes. Entonces, entendieron que la huella inmunológica dejada por el primer contacto con el virus determina la futura respuesta frente a cepas similares. Las infecciones por influenza en la infancia afectan respuestas futuras a cepas distintas. Durante la pandemia de gripe A/H1N1 de 2009, los adultos mayores estaban más protegidos por respuestas a cepas similares circuladas antes de 1957, a diferencia de personas de 30 a 40 años que no habían sido expuestas previamente.
Que las vacunas sean capaces de otorgar una primera inmunidad amplia, deberían ser el objetivo de las vacunas actuales y futuras buscando una importante “huella inmunológica” inicial para el futuro. . “La efectividad de la vacuna antigripal claramente se ve afectada por el inmunoimprintig pero también, entre otros factores, va a depender del nivel de compatibilidad o ‘macheo’ que existe entre el componente de la vacuna y el virus circulante. Cuanto más cercano sea el macheo, mayor será la eficacia” detalló Geffner.
Vacunas para todos
En Argentina, existen vacunas producidas en huevo y en cultivo celular, siendo estas últimas más efectivas por limitar la variabilidad del virus. La inoculación cada año previene millones de enfermedades y consultas al médico relacionadas. Durante las temporadas en las cuales los virus de la vacuna coinciden con los virus en circulación, se ha demostrado que reduce el riesgo de tener que consultar al médico por influenza entre un 40 y un 60 por ciento.
La vacuna antigripal es gratuita y obligatoria para grupos de riesgo como mayores de 65 años, personal de salud, embarazadas, puérperas, niños de seis a 24 meses y personas con ciertas condiciones de salud. El sistema inmunológico cambia con la edad, disminuyendo su función en adultos mayores, lo que justifica el uso de vacunas adyuvantadas para potenciar la respuesta inmune en esta población.
La gripe puede tener serias consecuencias en adultos mayores, aumentando el riesgo de eventos cardiovasculares y otras complicaciones. Fortalecer el sistema inmunológico mediante vacunas, buena alimentación, ejercicio y hábitos saludables es crucial para la protección contra enfermedades.