Como un novato, Milei pelea contra los molinos de viento

Por Hugo E. Grimaldi.

Como un novato, Milei pelea contra los molinos de viento FOTO/AFP
22 Junio 2024

No ha sido ni la demora en la sanción de la Ley de Bases, ni el contrapeso de un kirchnerismo cada vez más decadente, ni aún la necesidad de armar alianzas, aunque sea transitorias, con la oposición colaborativa o firmar el Pacto de Mayo en julio. Tampoco parecen haber influido los recurrentes exabruptos del Presidente de la Nación para adentro y para afuera del país y ni siquiera los ruidos que hace un Gabinete que cruje cada día más. Los nervios vienen desde otro lado.

El desajuste de los últimos días partió nada menos que de las advertencias y los pedidos del FMI, probablemente una institución de crédito con mil críticas para hacerle debido a que sus posturas más ortodoxas le han dejado paso a deslices técnicos que han seguido la moda del mirar para otro lado, política que ejecutó hacia la Argentina la buena de Kristalina Georgieva, alineada con el papa Francisco. Más allá de los zigzags del organismo, en el trasfondo del cimbronazo que hoy cruza al gobierno nacional, que ha tenido un elocuente reflejo en los precios de los activos financieros, hay una situación, impensada para la ola de libertades que el gobierno nacional dice propiciar, elemento que lo desacomoda más que ningún otro.  

El mismísimo Javier Milei ha expresado con énfasis que él se propone destruir al Estado desde adentro, como un topo que lo socava. Y ha dicho que nada expresa mejor la realidad que las fuerzas del mercado, ya que dice creer que la libertad que surge de esa interacción todo lo supera. Así, ha venido a predicarlo desde el minuto cero y esa línea de pensamiento ha sido toda una novedad para las recetas que han postrado a la Argentina durante tantos años. De allí, que ése es uno de los sostenes básicos de la amplitud del consenso social que aún mantiene el Presidente.

Sin embargo, una fuerza misteriosa, quizás producto de la memoria social o de la altanería de los gobernantes, parece ser que se ha colado en estos días una vez más en la pulseada entre la oferta y la demanda del mercado financiero. “Nosotros vamos a ganar”, se confunden desde las usinas del ministerio de Economía a través de tuits o declaraciones que hacen a una tironeo que en estos términos tan amateurs está destinado al fracaso. Resulta algo incomprensible advertirle a un Presidente que se supone que sabe que eso es lo que va a pasar, pero es así.

Por su modo de pensar, nadie mejor que Milei tiene en cuenta que una lucha de ese estilo es ir contra los molinos de viento, ya que el mercado pasa factura cada vez que puede porque en esa entelequia, la que mueve los hilos de las personas en libertad, están los sensores que señalan que, a la corta o la larga, el tema siempre se va enderezar acorde a la evaluación que hagan los que compran o los que venden. Todo es cuestión de tiempo y la historia cambiaria y financiera de la Argentina es particularmente clara al respecto. El ministro de Economía, Luis Caputo puede dar fe que una situación similar lo desestabilizó cuando jugaba en el equipo de Mauricio Macri.

Esta vez, cuando todo hacía prever que la situación actual de destete de aquellas recurrentes prácticas de querer gobernar lo ingobernable era particularmente comprensiva con la realidad, resulta bastante patético que un gobierno que se dice liberal repita los mismos tics que sus antecesores peronistas, radicales, hasta militares o aún del macrismo, todos “pifiadores seriales”, diría Milei, en la pelea contra el barómetro de oferta y demanda que rige las finanzas. “La historia se repite, primero como tragedia y después como farsa”, escribía Karl Marx.

En verdad, el sube y baja de cualquier mercado tiene estímulos y en relación a lo que viene ocurriendo en estos últimos días con la cotización de los dólares financieros, el aumento de la brecha cambiaria, una salida incipiente de Reservas de parte del Banco Central, la caída del precio de las acciones y sobre todo de los bonos, con la consecuente suba del Riesgo-País, hay que preguntarse por qué la situación se ha dado vuelta, más allá del fortalecimiento del dólar en el mundo y la caída del precio de las materias primas que la Argentina vende.

Todo esto lo tienen en claro los operadores, pero para ellos de momento y aún devaluado, el Fondo Monetario es un escalón superior al que representan el Presidente y su ministro. El habitual reporte de los auditores que hicieron la evaluación de la Argentina esta vez hizo mucho ruido y dirigió la opinión del mercado. Desde lo más técnico, el Informe post-revisión conocido en la semana pide “mejorar la calidad” del ajuste y “proseguir los esfuerzos para apoyar a los más vulnerables, ampliar el apoyo político y garantizar una implementación ágil de las políticas”.

Hasta allí lo esperable, pero el comunicado tiene nueve párrafos y en seis de ellos se encomillan declaraciones de Gita Gopinath, nada menos que la representante del Tesoro de los Estados Unidos en el organismo. Un plus así en los “staff reports” no es usual, ya que los funcionarios ejecutivos hablan por los comunicados de prensa. Los dos primeros enunciados del texto son generalidades con varios consejos “para mantener los sólidos avances” alcanzados, aunque lo verdaderamente fuerte, lo que puso en guardia a los operadores, está en los dichos de la número 2 del Fondo. Eso fue lo que motivó el gran ruido y haberlo explicitado sin anestesia generó la reacción de los mercados.

Lo cierto es que la funcionaria trazó una línea sobre lo que debería hacer la Argentina y los operadores leyeron ese texto más como una exigencia que como un pedido. Sorprendido por el correctivo de Gopinath, algunos en el Gobierno lo atribuyeron a la política de los Estados Unidos, ya que la funcionaria depende del presidente Joe Biden y las simpatías de Milei están con Donald Trump.

Nada hizo el Gobierno al respecto, más que salir tarde y mal a explicar que “no hay ninguna devaluación prevista”, que el 80/20 del mix para exportadores “se mantiene” y asegurar que “el Fondo no tiene problema con esto”, que ese dato está en el comunicado porque viene desde antes y que el ajuste mensual del tipo de cambio quedará “en 2%”. Caputo dijo también que si hay algún cambio de política económica, “nosotros lo informaremos”.

Claro está que explicar no es intervenir, pero probablemente los vericuetos discursivos no alcancen porque la experiencia indica que el camino irreversible ya está señalado y que los mercados creen por ahora que hacia allá vamos. En esta pulseada con los mercados, llena de las profecías autocumplidas tantas veces vista, el ministro y el presidente Milei la han empezado a correr de atrás y fatalmente se terminarán desgastando ya que, a la corta o a la larga, tal como diría Borges, están viajando “en coche al muere”.

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