Comienza esta tarde la novena edición del Festival de la Palabra

Un encuentro de escritores de distintas provincias. Presentaciones y lecturas de libros.

GUSTAVO CALLEJA. Es uno de los coordinadores del Festival. GUSTAVO CALLEJA. Es uno de los coordinadores del Festival.
22 Julio 2024

Por noveno año consecutivo se realizará el Festival de la Palabra en este 25° Julio Cultural.

Escritores gran pare del país comparten sus producciones literarias, en una actividad que coordina Ediciones del Parque, Perla Jaimovich y Gustavo Calleja.

Durante toda la semana se realizarán presentaciones de libros y rondas de lecturas.

En la apertura, a las 17, en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265) hablarán Iván Alarcón, Jaimovih, Calleja y Liliana Massara, y luego habrá disertaciones sobre “Haikús y algo más”, de María Piossek; “Amaneceres”, de María Janut y “Diálogos entre mis recuerdos y mi conciencia”, de Hugo Ricci.

Luego, una ronda de lecturas de Lidia Carrizo, Lidia Herrera, Magui Montero, Melcy Ocampo, Karina Garrido y Cecilia Cimiotto.

Otros autores que participarán en las rondas son Lalo Lemme, Rosana Forgas, Mirta Sema, Virgina Racedo, Amalia del Carmen Ibarra y María Nuova. También estarán Alejandra Díaz, Elena Salas Melnik, Carlos Di Pablo y Juan Robledo.

A partir de las 19, en el evento que será gratuito, se presentarán los libros “Ficciones y aventuras de Billy Jean”, de Javier Albornoz. “Apuntes de Mercedes”, de Graciela Jatib y “Huellas del Coraje”, de Florida Díaz.

Y continuarán más rondas de lectura con Enrique López, Rossana Fassola, Jorgelina Segura y Eugenia Valoy García, entre otros.

Todas las actividades se efectuarán en la Sala Fassolo del Centro Cultural Virla, ubicada en el primer piso.

Sobre la Madre Mercedes

“La Madre Mercedes desdibujó los resortes del analfabetismo, de la promiscuidad moral (asistiendo y capacitando a mujeres para librarlas del horror de la prostitución) y amparó a las infancias abandonadas”, escribe Graciela Jatib en “Apuntes de Mercedes”. “Su prédica de “hacer el bien sin ruido “, le permitió misionar desde un lugar en el que no buscó brillo ni luces para sí, solamente la plenitud de un resplandor que sirviese para abrigar a los demás”, escribe.

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