Un debut repleto de dudas para la Selección Sub-23 en los Juegos Olímpicos de París 2024

En la primera fecha, la "albiceleste" cayó 2-1 frente a Marruecos.

Un debut repleto de dudas para la Selección Sub-23 en los Juegos Olímpicos de París 2024

Desilusionante, sin sazón, gris… Javier Mascherano no pudo tapar el sol con un dedo. El bochornoso episodio que suspendió el encuentro por más de una hora no es excusa para el flojísimo debut de la Selección Sub-23 en los Juegos Olímpicos. Argentina jugó mal; no generó peligro y, en consecuencia, no incomodó a Marruecos, que con muy poco logró un resultado clave de cara al resto del certamen.

¿Cuáles fueron los fallos de la “albiceleste”? La caída es multifactorial. Sí; no se remite a un solo punto.

El primero de todos: el planteo. Mascherano colocó un 4-4-2 que intentó tener fluidez de juego, pero que presentó escasos recursos ofensivos. Tal es así que no disparó al arco en toda la primera mitad; y, si en la segunda mitad cambió la cara fue más por empuje que por fútbol

El análisis debe comenzar de adelante hacia atrás; de los atacantes a los defensores. El doble “9” de Julián Álvarez y Lucas Beltrán no logró complementarse. El delantero de Manchester City llegó como uno de los jugadores mayores obligados a potenciar el plantel, aunque en su primera aparición no marcó la diferencia. No hizo pesar su jerarquía y generó poco y nada. Sólo un remate en el complemento que fue tapado por Munir El Kajoui, resume el aporte de “Araña”.

¿El esquema lo complicó? Sí. Tanto en clubes como en la Selección mayor, Álvarez nunca pudo rendir a pleno con un compañero. En Inglaterra, no logró asentarse con Erling Haaland como principal referencia; mientras que con la “albiceleste” no pudo hacer la diferencia cuando jugó junto a Lautaro Martínez.

Es más, Lionel Scaloni siempre tiene la disyuntiva de elegir entre uno o el otro; una duda que siempre se siembra en la previa de los partidos de la selección mayor.

Tampoco puede pasarse por alto la poca presencia del medio campo. Kevin Zenón y Thiago Almada no lograron asociarse, por lo que Argentina no encontró los polos creativos que pudieran romper con la última línea marroquí.

El volante de Boca no pudo ofrecerle verticalidad al ataque y falló en la mayoría de las decisiones. Intentó aportar una cuota de esfuerzo en el retroceso por la banda derecha, pero tampoco marcó la diferencia.

El bajo rendimiento hizo que Mascherano decida modificarlo con Giuliano Simeone, que marcó el descuento de la Selección. El aporte de Almada también fue escaso. No filtró ninguna pelota a los delanteros ni desequilibró. Tampoco gravitó ni intentó remates de media distancia. En definitiva, no mostró ninguno de los recursos que lo caracterizó.

El tándem de Santiago Hezze y Cristian Medina también quedó en deuda. Pases laterales y poca progresión describen la pobre performance de los volantes. No lograron hacer una distribución efectiva del balón ni aportaron solidez.

La defensa tampoco fue solvente ni pudo frenar la propuesta directa de Marruecos, que consiguió los goles por jugadas que se gestaron por las bandas.

Nicolás Otamendi, en tanto, no destacó ni pudo ser el referente de la defensa. Si bien estuvo preciso en la salida (aspecto clave de la filosofía del DT), sufrió demasiado con la velocidad y la picardía de Ilias Akhomach, el autor intelectual de los dos goles.

Claro; en el primer tanto, lanzó un taco, que desconcertó al defensor y derivó en un pase a Bilal El Khannous. El volante lanzó un centro al área chica, que fue impactado por Soufiane Rahimi.

Mientras que en el penal, Akhomach superó la marca de Otamendi y dentro del área recibió un empujón de Julio Soler. Rahimi no desaprovechó la oportunidad y amplió la ventaja.

¿Podrá Mascherano revertir la situación? ¿Será un nuevo fracaso en los Juegos Olímpicos? Más allá de las dudas, la Sub-23 tiene la pelota (y el futuro) en sus manos.

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