Consumo de hojas de coca: un extenso derrotero legal para una norma que no se cumple

En más de 100 se pasó de la liberación total, al consumo restringido a una prohibición a medias que se mantiene desde hace ya varias décadas.

Consumo de hojas de coca: un extenso derrotero legal para una norma que no se cumple

La historia muestra que la importación, comercialización y el consumo de hojas de coca fue cambiando en los últimos 100 años. De la liberación total, se pasó a una autorización regional y hasta que terminó con una prohibición total. Hubo una modificación que generó un millonario mercado negro que derivó en un proyecto de ley que busca su aprobación bajo el control estatal.

Los primeros registros dan cuenta de que en 1916 se importaba desde Bolivia unas 200 toneladas del producto a nuestro país. No hubo grandes novedades hasta que en 1945, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón, se decidió ordenar que se cupificara el ingreso de esa mercadería al país hasta que se definiera cuáles eran los pasos a seguir por las críticas que despertaba el coqueo en ese tiempo.

Antes de que se resolviera ese asunto, a través de otro decreto firmado en 1951, el Ministerio de Salud Pública prohibía el consumo de las hojas de coca. Lo catalogaba como estupefaciente y al coqueo como un vicio “pernicioso, individual y colectivamente, por sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales”. En la misma norma se deja aclarado que esta medida no alcanzaba a las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán por ser una costumbre milenaria, pero sí dispuso en 1952 que sólo se podía importar 250 toneladas por año para abastecer la demanda en esa región del país. En 1958, nuestra provincia fue eliminada de los lugares habilitados porque se ordenó disminuir en un 5% el ingreso del producto a nuestro territorio.

Todo cambió con la reunión que se realizó en 1961 en Viena, Suiza. En una convención sobre sustancias controladas, en base a un informe realizado por la Organización de las Naciones Unidas de 1950, consideró a la hoja de coca como una droga. “Se trata de un vicio indígena que lo tienen las personas a las que les falta comida y porque tienen condiciones de trabajo excesivamente duras. Si hubiesen mejores condiciones de vida, esa población simplemente no acullicaría”, fundamentó el organismo que le dio un plazo de 25 años a los países adherentes para que eliminaran el consumo.

Argentina, como sucedió a lo largo de la historia, se demoró más de dos años en cumplir esa resolución. En 1978, a través de un decreto firmado en la última dictadura militar, se prohibió el consumo del producto por considerarlo como una droga, y por ende, su importación y comercialización.

Paso importante

Al sancionarse la ley 27.737 en plena democracia, se dio un importante paso. Dejó de ser considerado un delito el coqueo o el consumo de cualquier infusión elaborada con el producto por un proyecto presentado por el fallecido dirigente jujeño Guillermo Snopek.

A la despenalización del consumo de coca se le agregó un nuevo problema: nunca fue eliminada de la lista de sustancias prohibidas; por ende, no se la puede importar desde Bolivia (el país productor más cercano a la Argentina), tampoco producirla y mucho menos, comercializarla.

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