Son la cuarta generación de carpinteros, destacan en el atletismo pero quieren dedicarse al fútbol y son las promesas de Unión del Valle
Axel y Ulises Cancino viven en Las Carreras, un pueblo que se ubica a 14 kilómetros de Tafí del Valle y que está dentro de la "Ruta del Artesano". Ambos son jugadores del club, que este domingo enfrentará a Central Córdoba en la altura por la segunda fecha de la Primera B de la Liga Tucumana.
La niebla no tapa los sueños. Tampoco el frío detiene el desarrollo del día en Las Carreras, un poblado a 14 kilómetros de Tafí del Valle. Una fogata en la chimenea basta para calentar la casa mientras Axel Cancino saca las estructuras de las sillas hacia el patio del hogar.
Jesús, el padre, le da unas indicaciones de cómo colocar el cuero del asiento. El joven heredó el oficio que marcó a cuatro generaciones de la familia que supieron darle continuidad a la carpintería Cancino. Todo continúa con total normalidad. Nada rompe con la habitual quietud de la vida en los valles. “Es acá. Ya va a llegar Ulises. Todavía está en la escuela”, le dice a LA GACETA.
Axel no oculta el entusiasmo por contar su historia. Se sienta, sonríe y abre cada una de las hojas que cimentó en sus 19 años. “Comencé a jugar a los cinco años en el club La Banda. Mi tío fue quien me llevó por primera vez; me buscaba los sábados, me quedaba a dormir en su casa e iba con mi primo. Después pasé a Libertad de Las Carreras, el club que marcó a toda la familia”, comenta.
El fútbol es la fiebre de los tafinistos. Los 2.014 metros sobre el nivel del mar no impiden que la pelota ruede en un sitio en el que escasea el césped. Más bien el suelo es de una especie de “arenilla” que lejos está de los campos de juego que se encuentran en el llano.
Pero nada es impedimento: Tafí cuenta con 17 equipos y El Mollar con 12; todos con cancha propia y con seis categorías: Primera, Cuarta, Quinta, Cebollitas y dos de Veteranos. Los equipos disputan los torneos de verano, aunque los clubes de ambos poblados no se cruzan. Es decir, no existe un campeón que englobe a todo el valle. Y, para aumentar la curiosidad, muchos de ellos imitan la indumentaria de los equipos grandes del fútbol argentino: Los Cuartos presentan similitudes con River; La Banda utiliza el escudo de Racing, Pantanito usa los colores de Rosario Central y la lista podría seguir con varios nombres más.
Por esta época la actividad deportiva no se frena. Aunque es de otra manera: los torneos invernales reúnen a equipos conformados por amigos y tienen un formato más ágil. Pero, también tienen un gran peso en la agenda deportiva de los valles.
Claro, la novedad de estos días es Unión del Valle, el equipo de la zona que el domingo, frente a Central Córdoba, debutará en la Primera B de la Liga Tucumana. La conformación fue todo un desafío. Los protagonistas aseguran que el club realizó distintas pruebas para poder recolectar todo el talento del valle en una especie de "selección".
“Todos los chicos juegan a la pelota porque es el deporte más común”, señala Axel, mientras que Rosa Tabella, su abuela, interrumpe el momento para continuar con la comida. ¿El menú? Un guiso para menguar el frío. “Después empecé en el atletismo con otros tres chicos más. La primera vez que competimos en San Miguel hicimos muy buenas marcas. Eso hizo que llamemos la atención de la gente. Así, con otros cuatro chicos, fuimos tapa de Clarín porque decían que éramos los ‘Keniatas de Tafí del Valle’”, recuerda. Pero la experiencia en las pistas no tuvo el desenlace esperado.
El proyecto del atletismo en Tafí había comenzado a principios de 2020 con el objetivo de aprovechar las características del relieve para potenciar las cualidades humanas de los atletas. “Estuve dos años haciendo ese deporte. Dos de esos chicos, Facundo Gramajo y Karen Cancino, tuvieron la posibilidad de viajar al Cenard en Buenos Aires y convivir con otros atletas. Hoy varios chicos, entre los que está Ulises, siguen entrenando en el Complejo Democracia. En mi caso, tuve la desgracia de tener un accidente que me obligó a operarme la rodilla y el tobillo. Eso hizo que escuche un montón de versiones sobre que no iba a volver a jugar a la pelota. Me desanimé y pensé que no iba a poder hacer nada”, describe.
El regreso le demandó muchísimo tiempo y esfuerzo. “Más de tres años pasé sin hacer nada. Estaba desganado y triste. Si (Lionel) Messi lloraba por el tobillo, imagínate cómo estaba. Me sentía destrozado. Pero el año pasado volví en un torneo invernal. Mi mamá no quería saber nada por la gravedad de las operaciones. Pero mi mentalidad fue más fuerte. Incluso, estaba con muletas y, como mi papá es DT en Libertad, hacía tiros en los entretiempos de los partidos”, cuenta el defensor.
Un ruido vehicular rompe con la calma del momento. Ulises entra y se disculpa por la demora, pero no tarda en sumarse a la charla. “Fue una lesión que hizo que Axel esté mucho tiempo sin hacer nada. Cuando volvió le costó demasiado tomar ritmo. No me podía parar, pero ya recuperó la velocidad que tenía”, dice el joven de 16 años que, a diferencia de su hermano, no frena los ataques, sino que los genera. “Soy ‘9’. Sólo pienso en hacer goles y en ganar”, puntualiza.
Jesús vuelve al comedor y aprovecha para hablar de la mentalidad de Ulises. “Cuando tenía cinco años, perdió una final en la categoría Cebollitas y estaba enojadísimo. No quería hablar nada y sólo lloraba. Es más, el intendente de ese momento lo quería saludar, pero él se había quedado de brazos cruzados mirando al piso. No le gusta perder a nada, ja”, retrata el padre.
Al igual que su hermano, Ulises también mostró cualidades necesarias para dedicarse al atletismo. “En 110 metros con vallas de 98 centímetros hizo una marca de 16 segundos 60 milésimas. La marca fue el récord tucumano en la categoría U-16”, comenta Jesús, orgulloso, mientras vuelve al taller para continuar con sus obligaciones.
Pese a su talento sobre las pistas, Ulises aspira a un futuro en las canchas. “Sueño con ser futbolista profesional; es lo que deseo. Antes había formado parte de una academia de Monteros que captaba jugadores para clubes de Buenos Aires; pero no salió como pensaba. Espero que la Liga Tucumana sirva para mostrarme”, anhela.
Rosa, en tanto, aprovecha el frío para usar la campera de Unión del Valle. La abuela, de 78 años, comenta que ganó la prenda en un sorteo que hizo el club para recaudar fondos. “Me vine a los 28 años a conocer Tafí y nunca más volví a Rosario. Conocí a su abuelo, que falleció hace tres meses, y decidí quedarme porque era una vida diferente a la ciudad. No hay ruidos molestos y todo es más tranquilo. Mis familiares siempre me dicen que estoy loca por quedarme acá, pero a mí me encanta”, admite.
La llegada a Las Carreras se da por medio de la ruta 325, también conocida como la “Ruta del Artesano”, un trayecto de ripio que conecta todos los pueblos que rodean al Dique La Angostura en los que se ubican los diferentes talleres. La cerámica, los tejidos, el tallado en piedra y la carpintería son las actividades más frecuentes en la zona. “Nosotros hacemos sillas, banquetas, respaldos y demás. Los sábados, además, hago trabajos de jardinería en la villa”, enumera Axel, que también espera relanzar su carrera deportiva. “Quiero disfrutar de nuevo del fútbol y hacer un gran torneo”, sentencia.
La historia de los hermanos Cancino es una de las tantas que se esconde en la altura, un sitio con sueños gigantes.