Cartas de lectores: Dignidad e investiduras

20 Agosto 2024

En las tristísimas circunstancias actuales en las que vemos azorados como han sido agraviados los atributos del mando, las investiduras y la dignidad de las funciones en su más alto nivel, es bueno recordar, por aquello de que no todo está perdido, que sobran en contraposición dignos ejemplos en la Nación y en Tucumán. Fue una constante histórica el respeto hacia los bienes supremos que hacen al Poder. Nicolás Avellaneda, al concluir su mandato, en sencilla e íntima ceremonia familiar entregó a su anciana madre viuda, la tucumana Dolores Silva, lo que había sido su banda presidencial diciéndole que “era lo más preciado que podía darle”. Pellegrini, advertido por sus cercanos que podía ser reclamado al momento de la entrega del mando por haber llevado a cabo un ajuste exitoso pero sacrificado, salió caminando por las calles sin que nadie le reclamase nada. Lucas Córdoba, luego de sus sucesivas gobernaciones, tuvo en sus exequias que ser “arropado con vestimentas ajenas” porque se iba de este mundo sin un centavo pero dignamente. José Sortheix, cuando el golpe del 6 de septiembre del 30 destituyera al gobierno, escuchó en su despacho al comandante militar que lo sustituía decirle: “su gobierno ha terminado, pero contra usted no hay nada”; el gobernador saliente tomó su sombrero, bajó las escalinatas de la Casa de Gobierno y caminando pacíficamente se fue a su casa sin que una sola voz se levantase contra él. El gobernador Juan Luis Nougués, en vísperas de la caída de su gobierno y en medio de circunstancias tumultuosas en las que intentaba imponer un impuesto para salvar las alicaídas cuentas públicas, recibió en su despacho a su anciano padre. Este, entrando “como una tromba”, a viva voz y airadamente ofuscado, le reclamó: “Juan Luis, estás gobernando en contra de los intereses de tu gente y nos vas a fundir a todos”. Su hijo se levantó del sillón de gobernador, se puso de pie y con sus dos manos en el escritorio le dijo: “Señor, mientras yo sea gobernador nadie, ni siquiera mi padre, se dirigirá en ese tono al gobernador de Tucumán, le ruego se retire”. Hay también muchos registros de presidentes y gobernantes que concluidas dignamente sus funciones entregaron a instituciones, museos y a calificados terceros sus bastones de mando.

Horacio Ibarreche

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