FOMO, el combustible invisible de la obsesión digital

Investigaciones recientes desafían la idea de "adicción al teléfono" al revelar que el uso compulsivo está impulsado por el miedo a perderse algo.

¿ADICCIÓN U OBSESIÓN?. Expertos señalan que es importante marcar una diferencia al usar estos conceptos./CANVA ¿ADICCIÓN U OBSESIÓN?. Expertos señalan que es importante marcar una diferencia al usar estos conceptos./CANVA
26 Agosto 2024

La noción popular de que la Generación Z (agrupa a los nacidos a partir de 1994) es "adicta" a sus dispositivos, especialmente a redes sociales como Instagram y TikTok, está siendo cuestionada por expertos que sugieren un fenómeno más complejo: una obsesión impulsada por la ansiedad.

Larry Rosen, profesor de psicología en la Universidad Estatal de California, en una entrevista con Fortune Well propone una perspectiva reveladora. "El uso excesivo del teléfono se asemeja más a un trastorno obsesivo-compulsivo que a una adicción tradicional", explica Rosen. "Las personas revisan constantemente sus teléfonos no necesariamente por estar 'enganchadas', sino por la ansiedad de perderse algo importante".

Esta compulsión por mantenerse conectados desencadena una serie de reacciones químicas en el cerebro. Cada notificación o "me gusta" (like) esperado libera cortisol, la hormona del estrés, lo que crea un ciclo de ansiedad y de alivio temporal que resulta difícil de romper.

El FOMO

El concepto de FOMO (fear of missing out o miedo a perderse algo) emerge como un factor clave en esta dinámica. Este temor a quedar desconectado de eventos, noticias o interacciones sociales impulsa un comportamiento compulsivo que puede ser perjudicial para el bienestar emocional.

Los investigadores enfatizan la importancia de no clasificar automáticamente este fenómeno como adicción. "Lo que se observa es más una lucha por manejar la ansiedad que una dependencia física o psicológica típica", aclara Rosen. Esta distinción es crucial, ya que redefine cómo se debe abordar el problema.

En lugar de enfocarse únicamente en limitar el uso del teléfono, las soluciones deberían centrarse en reducir la ansiedad subyacente. Estrategias como la práctica de mindfulness, el establecimiento de límites conscientes en el uso de redes sociales y el desarrollo de una mayor conciencia sobre los hábitos digitales podrían ser más efectivas.

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