Cartas de lectores: Juan Bautista Alberdi

29 Agosto 2024

Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento del gran prócer tucumano. Me sumo al homenaje que le hizo LA GACETA literaria el domingo pasado, con excelentes artículos de Agustín Eugenio Acuña y Abel Novillo. Y repasar el pensamiento de Alberdi, en la compleja realidad argentina de hoy, es un deber para tratar de salir definitivamente adelante. La máxima de su libro “Bases”, de que gobernar es poblar, lo explica claramente, que gobernar es poblar en el sentido que poblar es educar, mejorar, civilizar, enriquecer y engrandecer. Cuando la voluntad de un pueblo rompe las cadenas que lo tienen prisionero, todavía no es libre. La libertad no reside en la sola voluntad, sino también en la inteligencia y en la moralidad. Un pueblo ignorante no es libre porque no puede. Los pueblos ciegos no son pueblos, porque no es pueblo un montón de hombres, como no es ciudadano de una nación todo individuo que vive en ella. Los pueblos exitosos y con bienestar, no han debido su opulencia y grandeza al poder de sus gobiernos, sino al poder y la actitud de sus individuos. Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobernantes, esperan una cosa que es contraria a la naturaleza. El medio más poderoso y eficaz para la grandeza de una sociedad, es dejar a cada uno de sus individuos el cuidado y poder pleno de labrar su engrandecimiento personal.  Los Estados son ricos por la labor de sus individuos, y su labor es fecunda cuando el hombre es libre, es decir, dueño y señor de su persona, de sus bienes, de su vida y de su hogar, respetando siempre a los demás. Cuando el pueblo de esas sociedades necesita alguna obra o mejoramiento de interés público, sus hombres se miran unos a otros, se buscan, se reúnen, discuten, se ponen de acuerdo sus voluntades y obran en la ejecución del trabajo que sus intereses comunes necesitan ver satisfecho. El carácter y distintivo que las sociedades libres y modernas, tomaron del espíritu e influencia del cristianismo,  la fuente y origen de la moderna libertad humana que ha transformado el mundo. Todas estas ideas y pensamientos de Alberdi que he expresado, nos llevaron por un camino ascendente y democrático a partir de la Constitución de 1853. Alberdi quería formar al ciudadano para el mundo del trabajo, de la producción, de la empresa. Y hoy más que nunca, todas las amenazas al esfuerzo, al mérito y a la sana competencia, nos obligan a que no callemos, ni nos resignemos, ni dejemos de participar. Y sólo así, podremos contribuir a volver a ser una gran Nación, como  soñó Alberdi, y muchos otros próceres que hicieron de la Argentina hace más de cien años, la nación más culta de Sudamérica y de las más prósperas del mundo.

José Manuel García González   

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