¿Puede la poesía cambiar la vida de una persona?

El viento sopla es la segunda dosis del cine de Fabián Soberón en 2024. En este caso, no es ni un largometraje, ni un documental, ni una película histórica; sino un tierno cortometraje que permite al director debutar en la ficción tras un largo recorrido en el documental, sin por ello abandonar algunos de los tópicos que caracterizan esta primera etapa.

08 Septiembre 2024

Por Ignacio Ortiz

Para LA GACETA - RÍO GRANDE

Alejandra Pultrone, poeta, escritora, directora de sellos editoriales, escribió el guion rindiendo homenaje a su amiga Anahí Lazzaroni, contando la historia de una chica de Buenos Aires, lugar de nacimiento de ambas, cuya vida cambia para siempre tras leer sus libros. Ahí es donde El viento sopla se encuentra con esas primeras experiencias de Soberón, los documentales de poetas. Ambos logran en este cortometraje rendir homenaje no sólo a la escritora, sino a la labor misma de los poetas, escritores, artistas. Para ello se meten en el mundo porteño del arte, de la poesía, de los intelectuales: tanto en sus fiestas, como en sus muestras, en los rastros (como el material de archivo que abre la película), como en la curiosidad. Y se lo ve desde la historia hasta en la forma de vestir y de moverse de los personajes. Respira un poco de ese aire intelectual de algunos realizadores del nuevo cine argentino de los noventas, como Martín Rejtman (Silvia Prieto, 1999, Los guantes mágicos, 2003) o, más recientemente, los directores de Puán (2023), María Alché y Benjamín Naishat.

Se nutre de forma tal de estos relatos que también su historia se entiende dentro de estas ideas: el relato amoroso, la estética costumbrista y de bajo presupuesto (como el cámara en mano), la ternura, la presencia de los grandes edificios de la ciudad de Buenos Aires, las calles ajetreadas y ruidosas, el incesante movimiento, y ese enorme contraste entre la vida nocturna y la diurna.

Volviendo a la labor de los artistas que antes mencioné, dentro de este posible doble homenaje, tanto a Anahí Lazzaroni como al nuevo cine argentino, lo importante de este cortometraje es esa historia sobre la experiencia. Ese momento de recogimiento en el que las sensibilidades de uno se tambalean, y uno cambia. “El momento más emocionante y significativo de la vida de una persona es cuando se encuentra con una obra de arte” es una frase que dijo Akira Kurosawa para definir la importancia de la experiencia estética que brinda una obra de arte; y esa es precisamente la experiencia que tiene la protagonista, que genera un vuelco para siempre en su vida.

Pero ese cambio no sucede de la noche a la mañana con el simple encuentro de la obra. El cortometraje es sutil, construye esta aventura interior del protagonista poco a poco, cocina a fuego lento. Y esta sutileza se ve también en las dinámicas que tiene la protagonista, interpretada por Florencia Kermen, con el resto de los personajes: las miradas sugerentes, los diálogos con sentidos connotados; la actuación naturalista se vuelve entonces un elemento encomiable en el relato, porque es la que esconde las verdaderas intenciones y deseos de cada personaje, así como su metamorfosis. El viaje de la protagonista y su crecimiento es directamente proporcional al acercamiento que tiene a la obra de Anahí Lazzaroni, que la va lentamente deconstruyendo y volviendo a armar.

¿Puede un libro de poemas cambiar una vida? El viento sopla tiene una respuesta.

© LA GACETA

Ignacio Ortiz – Periodista y escritor.

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