Primero Dios, después Atlético. Pero ahí nomás. Esa podría ser la síntesis que se desprende de las palabras y acciones de Gonzalo San Felipe, un joven tucumano de 25 años que tuvo la osadía –y se dio el gusto, a la postre amargo por la goleada en contra- de ver al “Deca” de sus amores jugando en el estadio Monumental ante el River Plate de Marcelo Gallardo.
¿Cómo? ¿No es que no se permiten visitantes en el fútbol argentino? No, pero sí. Porque siempre existe la posibilidad de conseguir alguna entrada. En este caso, por derecha. Porque San Felipe no necesitó recurrir a la reventa, alcanzó con que se anotara en River ID para conseguir una platea del remanente que el club de Núñez sacó a la venta.
“Ingresar como infiltrado es un recurso más”, asegura a LA GACETA. Gonzalo no es un novato en ello: su primera vez como “colado” data de 2011, en la cancha de Gimnasia, por la B Nacional.
En aquella oportunidad llegó hasta La Plata acompañado de su padre y su cuñado. Tras pagar a unos policías la “cuota” solicitada, pudieron ingresar y meterse en la tribuna. Un hincha del local los descubrió pero, magnánimo, les dijo: “Aquí no van a tener problemas”.
Tampoco los tuvo en sus siguientes incursiones en tribunas y plateas “enemigas”: Talleres, Central Córdoba, Banfield, Belgrano… apenas en Santiago del Estero recuerda algún problema con la policía, solventado por la intervención de un periodista amigo.
Esta vez, su objetivo de seguir al “Decano” de visitante lo trajo hasta la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, movido por la campaña del equipo de Facundo Sava y también como celebración por una promoción conseguida en su trabajo.
El amigo que iba a acompañarlo en su “cruzada” finalmente no viajó, pero sí lo hicieron su esposa Lourdes y su hijita Bianca (de un año y tres meses), quienes permanecieron en el hotel mientras Gonzalo ocupaba el asiento 43 de la fila 5 de la Belgrano Baja.
San Felipe, quien vive en San Miguel de Tucumán y trabaja para una empresa extranjera de servicio de tutoría, pagó por su entrada 62.500 pesos, la mitad de lo que costaba en la reventa.
El proyecto de “apoyo camuflado a Atlético” fue el foco principal de un viaje que incluye ir de compras a la avenida Avellaneda en Flores y conocer algunos lugares emblemáticos de la capital del país.
“Por suerte nos cambiaron de aeropuerto y llegamos a Ezeiza en vez de Aeroparque”, contó Gonzalo sobre el paro de aeronavegantes que amenazó este viernes con echar a perder su plan.
¿Cómo es vivir un partido ‘infiltrado’, en medio de miles de hinchas rivales?, le consultó LA GACETA.
“Es duro. Hay que ser respetuoso, porque estás haciendo algo no permitido, entonces no llamar la atención de nadie”, respondió.
¿Se disfruta o se sufre? “De visitante la procesión se lleva por dentro y la sufrís. Cuando el equipo local mete un gol uno se queda mudo y cuando tu equipo mete un gol es un fuego que te quema por dentro, uno mira por todos lados y agacha la cabeza para no gritar”, afirmó Gonzalo, vaticinando lo que habría de sucederle ante el tempranero gol de Franco Nicola.
El joven se confiesa “fana” de Atlético desde los tres o cuatro años, cuando su papá lo llevó a ver un partido del “Decano” contra Talleres de Perico. A él le gustó la camiseta azul oscura del rival de Atlético pero su padre lo reprendió: “Vos sos del equipo celeste blanco”.
Desde entonces, y por más de dos décadas, su corazón ha estado teñido de esos colores. Y actualmente es socio y ocupante habitual de la tribuna Laprida.
Su esposa, al igual que su madre, “simpatiza levemente por Atlético”. Su hija, aparentemente, no tendrá opción: “O va a ser de Atlético o se quedará sin apellido, jaja”, afirmó entre risas.
En la previa, un empate a domicilio ante el conjunto de Gallardo “no estaría mal” para el “decano” infiltrado, aunque aclaró que si Atlético aspiraba a pelear el título los tres puntos serían fundamentales.
De todas formas, San Felipe dejó en claro que el objetivo principal del “Deca” para esta temporada debería ser “clasificar a una copa internacional”. “Campeonar en algún momento se va a dar. Ahora, si hay chances a dos fechas del final, bueno…”, se ilusionó.
Llegó a la cancha acompañado de un hincha de River que es conocido de un amigo suyo que vive en Buenos Aires. “La sensación interna de estar camuflado es cortisol puro, para mí es un partido soñado, que sea lo que Dios quiere…”, explicó.
La mención a Dios no es un mero latiguillo. Gonzalo es miembro activo de los Testigos de Jehová. Y ante la pregunta sobre qué está primero en su vida, no duda en su respuesta.
“Atlético es algo que me gusta, que disfruto cuando voy a verlo y a apoyarlo”.
“Pero Dios está antes que el fútbol. Cuando Atlético juega en igual horario de las reuniones de religión yo priorizo las reuniones. Porque creo que si uno pone a Dios en primer lugar en su vida, después uno ve las bendiciones detrás de eso”.
Esta vez la bendición no llegó en forma de resultado, pero seguramente agradecerá su experiencia de haber podido alentar a su amado “Deca” en silencio, una vez más, en rodeo ajeno.