POESÍA: NO SON HAIKUS / ANA MARÍA SHUA (Emecé – Buenos Aires)
Ya en la primera página de este poemario la autora nos deslumbra con ese fulgor propio de la poesía, donde hasta la dedicatoria es un poema: “La primera publicación de No son haikus coincide con un aniversario importante en mi vida. Cincuenta años antes, un 1ero de junio, conocí a un muchacho alto, arquitecto, inteligente, buena persona, con una exquisita y severa sensibilidad. Un año después mezclamos bibliotecas. Con el tiempo tuvimos tres hijas. Yo me fui enamorando de ese hombre poco a poco pero sin pausa durante cincuenta años, hasta llegar a esta situación extrema en la que los límites entre los dos se han vuelto borrosos, irrelevantes, maravillosamente confusos. A Silvio Fabrykant le dedico este libro y todos los demás”.
Como es sabido, Ana María Shua nos ha venido regalando la mayor excelencia literaria en todos los géneros. Publicó, entre otras, las novelas Soy paciente, Los amores de Laurita e Hija; cuentos en Los días de pesca o Viajando se conoce gente; y microcuentos: Temporada de fantasmas, Fenómenos de circo, por mencionar sólo algunos.
En sus comienzos trabajó como periodista, publicista y guionista de cine, adaptando algunas de sus novelas, como Los amores de Laurita, que fue llevada al cine en 1986 por Antonio Ottone. También fue coautora del guión de la película “¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar?” (1992), de Juan José Jusid. En 1994 obtuvo la beca Guggenheim para escribir su novela El libro de los recuerdos, acerca de una familia judía en la Argentina. La muerte como efecto secundario (1997) integró la lista de las 100 mejores novelas publicadas en lengua española en los últimos 25 años, definida en el Congreso de la Lengua Española en Cartagena en 2007. Ese mismo año publicó El peso de la tentación, que trata de un grupo de pacientes obesos internados en una extraña clínica de rehabilitación. En 2009 se editaron sus cuentos reunidos con el título de Que tengas una vida interesante.
Pero Ana María Shua es mucho más que una lista de méritos y reconocimientos: su obra constituye el fiel retrato de la clase media argentina, hecho con una sutileza, un humor y una sobriedad sin parangones.
No son haikus es casi una vuelta a los orígenes. Y es que no es su primera incursión en el género poético: a los 17 años publicó Mi sol y yo, poesía preciosa que, en realidad, ha sabido contrabandear en toda su prosa. Algunos de los que integran este libro nos abren un panorama de misteriosa y aforística belleza: “Otros árboles pierden sus hojas / yo no me dejo. / Todo el invierno / la primavera loca / se hace la muerta. / Cualquier hormiga / se burla del misterio / del universo. / De pronto brota / olor a pan caliente / pura alegría”.
Gracias, poeta, por estos maravillosos versos
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