Desde que China se abrió al mundo no ha dejado de sorprender. Se transformó en el centro de atención del mundo occidental, ya sea por las enormes oportunidades que presenta, por la rapidez de su crecimiento o por su cada vez mayor incidencia sobre la economía y política mundial.
Adicionalmente a su gran población (1.407 millones de habitantes), su desarrollo llevó a que se forme una importante clase media-alta, la cual adquirió nuevas costumbres, explorando constantemente productos nuevos, buscando mejorar su calidad de vida, y asimilando características del mundo occidental. Dentro de este grupo se destacan los millennials, consumidores que nacieron y vivieron el proceso de reformas económicas. La mayoría son hijos únicos que se centran en buscar la satisfacción personal. Y el consumo de productos novedosos e importados es una forma de satisfacción personal. Y de estatus.
“En este contexto la fruta goza de activo interés. Culturalmente es muy valorada como regalo y está vinculada a tradiciones y festividades. Esto lleva a que su calidad, aspecto y presentación tengan especial importancia. Una fruta que cumple con el gusto chino, tenga un aspecto muy atractivo y sea embalado en un envase llamativo, se vende rápidamente y a precios elevados”, puntualizó Betina Ernst, en un informe para TopInfo.
China es un gran productor de frutas. En la mayoría de las frutas templadas -manzanas, peras, mandarinas, pomelo, uva de mesa, ciruelas y duraznos- es el productor número uno. La mayor parte de lo que produce se consume localmente o se industrializa; y un porcentaje menor se exporta.
Pero a pesar de ser un gran productor, el informe destaca que el “Gigante asiático” se ha transformado en un atractivo importador de frutas. Nuevamente, el atractivo es su gran población y una amplia clase media-alta interesada en productos nuevos y con deseo de mejorar el nivel de vida y su salud. “Con la fruta importada se busca ampliar la oferta durante el año; por lo cual, les interesan principalmente las frutas de contraestación. Estas tienen que ser un producto de calidad, atractivo, de buena presentación, y con embalajes pequeños”, precisó Ernst.
Explicó que esto último se debe a que se trata de familias pequeñas -de una a tres personas-, que viven en espacios reducidos. Y dijo que, a su vez, se recomienda tratar de imponer marcas. “Estas les dan la seguridad al comprador de que es un producto de ciertas características, y ayuda a que lo diferencie de los productos competidores, lo que aporta un valor adicional”, señaló.
Añadió que otra estrategia exitosa de los países oferentes es difundir una “imagen país”, para así fortalecer el vínculo entre el producto y el comprador. “Esta ‘imagen país’ puede ser trabajada desde entes públicos o privados. En todos los casos significa una gran ventaja para las empresas comerciales, que así ven fortalecido su negocio. Y también se recomiendan acciones de marketing, ya sea en los mercados mayoristas, directamente con los minoristas o en las redes sociales”, puntualizó Ernst.
Su informe remarca que todos los productores frutícolas del hemisferio sur intentan conquistar este enorme mercado. “Los chinos están interesados en todas las frutas de contraestación, aunque se centran, especialmente, en cerezas, en uvas, en arándanos, en cítricos dulces, en limones, en manzanas y en peras”, contó.
El documento de TopInfo indica que actualmente Chile es el gran proveedor de cerezas y de arándanos; que Perú exporta uvas y arándanos, y que Australia les vende cítricos dulces.
Ernst advirtió que la negociación con los entes fitosanitarios chinos para firmar un protocolo nunca es fácil y lleva su tiempo. Y que una vez lograda la apertura del mercado, el avance comercial tampoco resulta sencillo. “Ayuda tener un representante o un contacto directo; las empresas deben aprender a lidiar con la diferencia de cultura, con el idioma, con los tiempos y, en general, con la forma de llevar adelante los negocios”, indicó.
Del informe se desgrana que también la Argentina está a la conquista del gigante asiático: China es el segundo destino de las exportaciones argentinas. “Pero el negocio se centra dentro de los productos agrícolas en oleaginosas, cereales y carnes. La exportación de frutas es relativamente joven y, por ahora, pequeña. En los últimos 10 años se logró firmar varios protocolos: se inició con los cítricos dulces y con los pomelos, para seguir con las uvas de mesa, con los arándanos, con las cerezas y con los limones”, dijo Ernst.
Dentro de la canasta frutícola se destacan, principalmente, dos productos: los limones y las cerezas. Son los que más éxito han encontrado en China. Se observa una tendencia creciente de exportaciones de cerezas; en la última campaña se envió algo más de 2.400 toneladas. “Los envíos fueron acompañados por acciones de marketing, mediante las cuales se promocionaron las cerezas argentinas en diferentes mercados”, contó.
En caso del limón, los volúmenes muestran cierta fluctuación, ya que oscilan entre las 2.000 toneladas y las 6.000 toneladas, según el año. En general estos volúmenes son relativamente pequeños. “Para revertir este hecho la Asociación de Frutas de Argentina -que agrupa a los complejos de cítricos, de manzanas, de peras, de cerezas, de arándanos y de pecan- se han propuesto planificar acciones para incentivar el comercio”, contó Ernst.
El informe precisa que, entre estos, se enumera imponer una “imagen país”, fortalecer los contactos con importadores chinos, facilitar la operatoria a los exportadores argentinos, etcétera. Con estos objetivos Frutas de Argentina participará de la feria Food2China Expo 2024, que se realizará a fines del mes en curso, en Guangzhou.