Cuando la IA haga todo, ¿qué nos quedará?: redefinir el sentido

Cuando la IA haga todo, ¿qué nos quedará?: redefinir el sentido

Por Federico Lix Klett - Fundador de FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es consultor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.

Hace más de 15 años, un grupo heterogéneo de pensadores tucumanos, desde jóvenes de 20 y pico a jóvenes de ochenti… comenzó a reunirse en la casa del generoso Julio Santillán. Lo que empezó como una iniciativa para debatir ideas se ha transformado en un espacio de reflexión profundo, donde la filosofía y la vida cotidiana se cruzan de manera casi inevitable. Y que fue declarado de interés cultural para la provincia.

El miércoles pasado, me invitaron a exponer sobre Inteligencia Artificial desde mi mirada de pensador. Llegué agotado, después de un día repleto de trabajo, con apenas el 30% de mi maltratado cerebro, dispuesto a dar una charla de 45 minutos sobre los desafíos de la Era de la Humanidad Aumentada. Lo que no imaginaba es que aquella conversación se transformaría en un encuentro de más de tres horas que terminó bajo el manto de un eclipse lunar, como si el universo mismo nos estuviera diciendo que algo importante acababa de suceder.

La Crisis de Sentido en la Era de la Abundancia

Durante la charla, planteé una pregunta que parecía flotar en el aire de la sala: "¿Qué sucede cuando la IA lo hace todo? ¿Qué nos queda a nosotros?". En esta Era de la Humanidad Aumentada (EHA), las máquinas no solo están automatizando tareas físicas, sino también creativas e intelectuales.

Cuando la IA haga todo, ¿qué nos quedará?: redefinir el sentido

Yuval Noah Harari advierte sobre la creación de una "clase inútil" de personas desplazadas por algoritmos. Parece pero no es una exageración: nos enfrentamos a una crisis existencial sin precedentes, donde el trabajo, tal como lo conocemos, está siendo redefinido. La automatización avanza a tal velocidad que muchas de las ocupaciones que dan sentido a nuestras vidas están desapareciendo, y nos enfrentamos al desafío de redefinir el propósito de nuestras vidas.

En ese contexto, surge un problema que discutimos en profundidad: la pérdida del sentido del trabajo, ergo de la vida. Ninguno de nosotros hemos sido entrenados para un mundo donde no tengamos la potencial necesidad existencial de trabajar para subsistir.

Imaginemos un futuro donde la abundancia tecnológica haga innecesaria la intervención humana en muchas actividades cotidianas. ¿Cómo llenamos ese vacío?. Para algunos, este cambio puede ser liberador, una oportunidad para dedicarse a la creatividad, a la introspección, a los vínculos humanos. Pero para otros, el simple hecho de no tener que trabajar puede llevar a una crisis de identidad y propósito.

La Pirámide de Maslow: entendiendo las necesidades humanas

Aquí es donde el psicólogo humanista Abraham Maslow nos ofrece un marco valioso. En su pirámide de necesidades, Maslow coloca en la base las necesidades fisiológicas (comida, aire, agua) y de seguridad (trabajo, salud, estabilidad). Solo cuando estas necesidades básicas están satisfechas, los humanos pueden aspirar a niveles más altos, como el sentido de pertenencia, la autoestima y la autorrealización.

En nuestra charla, señalé que esta jerarquía se está fragmentando. Hoy, en un mundo que se mueve potencialmente hacia la abundancia tecnológica, aquellos que tienen satisfechas las necesidades básicas se enfrentan a una paradoja: la hiperabundancia puede vaciar de sentido nuestras vidas. Mientras unos se ocupan en buscar la autorrealización, muchos otros, especialmente en un mundo tan desigual como el nuestro, luchan por cubrir las primeras dos capas de la pirámide: comida, refugio, seguridad.

También plantee mi visión, la que espero estar equivocado, de que la “discriminación” de mañana no será principalmente ni racial ni religiosa. Sino entre Humanos y Super-Humanos con los recursos económicos para transformarse con super poderes. Más intelecto, más años de vida, sentidos mejorados tecnológicamente, etc. Sí, todo lo que viste en Black Mirror de Netflix.

Este es uno de los grandes desafíos de la Era de la Humanidad Aumentada. No podemos hablar de un futuro "más humano" si no enfrentamos primero las desigualdades que existen hoy.

En la reunión, surgieron preguntas sobre cómo asegurarnos de que los avances tecnológicos no dejen atrás a quienes aún luchan por sobrevivir. Mi propuesta fue clara: tenemos la responsabilidad de construir un mundo más justo para todos, y eso comienza por entender que no todos estamos en la misma línea de partida.

La crisis del sistema educativo y el potencial de la IA

Un punto que resonó mucho en la charla fue la crisis del sistema educativo tradicional. La educación, como está planteada hoy, no está evolucionando al ritmo que exige esta nueva era. En lugar de formar a las personas en habilidades esenciales como el pensamiento crítico, analítico o la curiosidad, seguimos priorizando la memorización y los métodos tradicionales de enseñanza. Debemos volver a lo básico: "tenemos que volver a ser niños, tenemos que volver a asombrarnos".

Proponer buenas y nuevas preguntas es mucho más valioso que memorizar respuestas. En este sentido, la IA tiene el potencial de hiper personalizar la educación. Herramientas como Google NotebookLM (Usala, está tremenda) están diseñadas para ayudar a las personas a organizar y comprender información de manera más eficiente, abriendo la puerta a un aprendizaje adaptado a las necesidades individuales.

A través de la IA podemos hacer que cada estudiante reciba una educación ajustada a su ritmo, intereses y capacidades, algo que podría transformar radicalmente cómo aprendemos y crecemos como sociedad.

¿La IA nos hará vagos?

En un momento de la charla, una madre preocupada me preguntó: "¿ChatGPT no vuelve a nuestros hijos más vagos?". Su inquietud era válida: sus hijos usaban la IA para hacer la tarea. Le respondí que sí, que la IA tiene ese potencial, pero también el de hacernos más sabios. Todo depende de cómo la utilicemos. Si la usamos para evitar el esfuerzo, claramente nos hará más perezosos. Pero si la usamos como una herramienta para aprender más rápido, profundizar en el conocimiento o explorar nuevas ideas, nos abrirá puertas que antes ni siquiera sabíamos que existían.

El problema no es que la IA haga las cosas por nosotros. El problema es qué decidimos hacer con el tiempo y la capacidad mental que nos libera. ¿Nos volvemos más sabios o más vagos?. La tecnología no dicta nuestras decisiones, pero sí nos da más opciones. Es responsabilidad nuestra elegir sabiamente.

Un eclipse que marca el camino

El final del encuentro coincidió con un eclipse lunar. Algunos de los asistentes se quedaron observando la luna, como si el universo nos estuviera mandando una señal. Algo había cambiado, no solo en nuestra conversación, sino en el aire mismo.

La tecnología seguirá avanzando, eso es inevitable. Pero lo que está en juego es cómo nos redefinimos como humanos, como personas, como individuos. La Era de la Humanidad Aumentada no es solo una cuestión de máquinas y algoritmos. Es, sobre todo, una cuestión de sentido. Tendremos la necesidad de encontrar ese nuevo sentido de la vida.

Estamos al borde de un abismo existencial, donde el trabajo, el ocio y el propósito están en constante redefinición. La verdadera pregunta es: ¿qué hacemos ahora con esta nueva libertad?. ¿Nos conformamos con una vida cómoda y vacía o buscamos nuevas formas de ser más humanos?

Necesitamos un tucumán y un mundo con más “julios santillanes” que abran sus casas al pensamiento. Ahora es cuando te pido que escribas en el foro de La Gaceta digital tus ideas y ampliemos el debate del pensamiento.

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