La poderosa oración para pedir protección a la Virgen de la Merced en su día

La advocación mariana se convirtió en patrona del Ejército Argentino.

La poderosa oración para pedir protección a la Virgen de la Merced en su día
Hace 2 Hs

En la Batalla de Tucumán de 1812, antes del enfrentamiento con las tropas enemigas, el general Manuel Belgrano puso a sus tropas bajo la protección de la Virgen de la Merced. Días después, emocionado por la victoria, celebró misa en honor a esta advocación mariana y la declaró Generala y Patrona del Ejército.

Hoy se celebra en Tucumán el Día de la Virgen de la Merced y se conmemora la batalla a la que llevó al ejército a la gloria. Belgrano tomó como patrona suya a su protectora y le entregó su bastón, guardándolo entre los pliegos de sus vestiduras. 

Desde entonces, una profunda devoción por la mercedaria creció a pasos agigantados en nuestro país. "La Patria puede gloriarse de la victoria que han obtenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de la Merced, bajo cuya protección nos pusimos", escribió aquel año Belgrano en una carta que envió a Buenos Aires.

La oración a la Virgen de la Merced

Virgen María de la Merced, bondadosa Madre de Dios, estrella resplandeciente del mar, luna purísima que recoges los rayos del Sol de Justicia, y te nutres de ellos para reflejarlos de la mejor manera.

Escucha Madre, nuestros ruegos; tú que atendiste desde el cielo los tristes lamentos de los pobres cautivos que gemían sin consuelo en la dura opresión y rompiste las cadenas que los aprisionaban por medio de tu familia de redentores.

Por tu ardiente caridad, por tus virginales entrañas en que se encarnó el Hijo de Dios para nuestro remedio, te pedimos, Madre querida, que rompas las cadenas de nuestro pecado, para que libres de ellas, podamos conformarnos con tu Hijo el Señor Jesús.

Oración de Consagración a la Virgen de la Merced

Oh Señora mía, oh Madre mía de la Merced; yo me ofrezco todo a ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser; ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como hijo y servidor tuyo.

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