Todo, al final, era un problema de interpretación. El problema era que se estaban buscando las claves en la literatura sobre la economía y sobre la política escrita por liberales, cuando estaba en otra parte. La hermenéutica correcta fue dada por Lewis Carroll, el autor de “Alicia en el país de las maravillas” y de sus secuelas. Carroll, además de escritor, era matemático. En “Alicia a través del espejo”, el autor británico crea una discusión entre la protagonista y otro personaje.
- “Cuando yo empleo una palabra, dijo Humpty Dumpty con tono ligeramente desdeñoso, significa lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos.
- El problema, respondió Alicia, consiste en saber si puedes hacer que una palabra tenga tantos significados distintos.
- El problema, dijo Humpty Dumpty, consiste en saber quién manda. Eso es todo”.
Desde esa lógica se comprende que la caída en las encuestas de la popularidad del presidente Javier Milei, y de su Gobierno, se deben a que son mayoría los argentinos que, finalmente, no entienden. Por fortuna, el sábado, en el porteño parque Lezama, el jefe de Estado dejó en claro que las palabras significan lo que a él se le antoja. Con ello, justamente, la Argentina es el país de las maravillas.
Profetas y cielos
“Aquí están los que no quisieron ser sacrificados en el altar de la maldita justicia social”, comenzó. Qué país de ignorantes: hace 200 años que creen que una sociedad más justa es un objetivo noble. Dado que la “justicia social” es deleznable, debe denunciarse la conjura de los zurdos mediante el Diccionario de la Real Academia Española. Los pobristas definen la “economía” como: “Ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos”. También habrá que reescribir esa oda al hambre que es el Himno Nacional Argentino: manda ir “del trono a la noble igualdad”. Juan Bautista Alberdi, a su vez, era un infiltrado entre los liberales: ¿cómo se le ocurre que “todos los ciudadanos son iguales ante la ley”? Si la justicia social es aborrecible, aquello de que todos por igual tenemos derecho a una vida digna es infernal. Llegó la hora de derogar la igualdad de derechos y de oportunidades.
En 2018, Pablo Gerchunoff planteó en su ensayo “La Caída – 1955” la centralidad del enfrentamiento entre Juan Domingo Perón y la Iglesia Católica. Con ello explica por qué una sublevación militar minoritaria terminó imponiendo un golpe de estado sin que reaccionaran en defensa de su líder obreros, militantes, sindicalistas y ciudadanos. Para el historiador, el conflicto giró en torno de la “soberanía” sobre la justicia social: una de las “tres banderas” del peronismo, por un lado; y doctrina social de la Iglesia Católica, desde mucho antes. Ahora, Milei propone abolir ese principio. Eso sí, no explica, exactamente, cómo es que lo asisten “las fuerzas del cielo” a la vez que deplora uno de los cimientos de una religión que profesan uno de cada cinco seres humanos: el cristianismo.
En todo caso, ya explicará Milei a qué “cielo” representa. Lo seguro es que desprecia toda idea de “Estado de Bienestar” y que, más bien, preferiría que lo consideraran en “estado de gracia”. Desde allí se entiende que arengara el odio contra los periodistas. “Escuchen periodistas ensobrados, esto es lo que siente la gente por ustedes”, exclamó. De fondo cantaban: “hijos de puta, hijos de puta”. “Acá no hay trolls, son (personas) de carne y hueso, manga de soretes. Acá están los trolls, periodistas corruptos, ensobrados, acá está la realidad que nunca dejaron ver por tener el monopolio de los micrófonos”, analizó, con la madurez de los estadistas. “Les tapamos bien la cara y la boca”, se entusiasmó. El que tiene pesadillas con el consenso, siempre tiene sueños de mordazas.
Milei no quiere un país con periodistas, sino con profetas que difundan su palabra como dogma de fe. Así nadie dudará de que la semana en que se conoció que la pobreza avanza (alcanza al 52,9% del país) es óptima para hacer un acto a pura fiesta y celebrar que La Libertad Avanza ya es un partido.
Nadie se preguntará, tampoco, por qué el proyecto político que vino a erradicar “la casta” hizo un acto político a “toda casta”: con “aparateada” indisimulad y una masividad garantizada por multitudes transportadas en centenares de colectivos alquilados. Los periodistas ensobrados harán patente esa contradicción impune entre lo dicho y lo hecho. En cambio los profetas dirán que no vieron los colectivos o que, en su defecto, los dirigentes del partido los pagaron de su bolsillo.
Los malnacidos que trabajan en los medios subrayan cuestiones malintencionadas. Como las críticas de la vicepresidenta Victoria Villarruel respecto del acuerdo con el Reino Unido para que vuelvan los vuelos a Malvinas con escala en Argentina. O indagan ciertos pasajes del discurso. Por ejemplo, lo de declarar el alineamiento a rajatabla con EEUU e Israel en la misma semana en que se retiró a la Argentina del “Pacto para el futuro”. Ese acuerdo que firmaron en la ONU Estados Unidos e Israel (más un centenar y medio de naciones), a diferencia de Rusia, Venezuela o Nicaragua.
Es indudable que la ONU no ha dado solución al ciclo mundial de concentración de la riqueza. Pero que a las supuestas políticas “socialistas” globales las critiquen las autoridades del país donde la pobreza pasó del 41% al 53% en seis es algo que ni Humpty Dumpty imaginaría. Carroll era “casta”.
Los del monopolio de los micrófonos no quieren que la sociedad entienda. Por eso callan lo que el Presidente gritó hasta la disfonía: la pobreza del 53% corresponde a los primeros seis meses del año. Pero en el segundo trimestre, bajó al 51%. Hay que ser mala gente para no emocionarse, como lo hizo Milei, con la noticia de que gracias a esa merma la mitad más uno de los compatriotas es pobre.
Dichosos y desdichados
Desdichados los incapaces de comprender: los libertarios han venido a reescribir las palabras y, por ende, la historia. Que el Estado ya no financie obras públicas es un logro. Pero esa bienaventuranza está reservada para “los que la ven”. Y Milei “la ve” con más claridad que Ciceron o que Nietzsche, por eso tiene la generosidad de atribuirles citas que ellos nunca dijeron porque no eran tan geniales.
Milei también reescribe el presente. Se declara como el presidente más votado de la historia. Perón, en 1973, obtuvo el 62% de los votos, podría argumentar alguien que no entiende. Pero no eran, en números absolutos, tantos votos como los del último balotaje. Por eso mismo la Batalla de Tucumán no tiene feriado nacional: en 1812, a San Miguel de Tucumán la habitaban sólo 5.000 personas. Así que es una de las gestas más minoritarias de toda la patria. Vergüenza debiera darnos…
“Este proyecto fue respaldado por 14,5 millones de argentinos”, precisó Milei. Los otros 30 millones son los que no aprendieron que lo mejor ya llegó. Ojalá no demoren mucho en darse cuenta, porque en 12 meses hay que ir a las urnas en el país de las maravillas.