El Festival Internacional de Teatro Córdoba para la Infancia y la Juventud cerró con una interesantísima síntesis de propuestas que tendió a ser un muestrario de lo que se produce para un grupo etario intenso y demandante.
Así fue el planteo desde el vamos, como se anticipó institucionalmente desde la Agencia Córdoba Cultura, responsable de la organización: “La programación es muy diversa y aborda temáticas como la mitología mapuche, la migración y el desarraigo, la memoria en la vejez y la infancia, el valor de lo colectivo y reversiones de clásicos de todos los tiempos”, entre otras líneas argumentales.
De ese precepto se desprendió de una cartelera que abordó diferentes estéticas, yendo del circo callejero (bajo techo en esta oportunidad) a las obras formales de sala. Disciplinas aéreas, manipulación de objetos, títeres, danza, clown, teatro de texto, musical y mucho más hubo para elegir en el listado ofrecido, en el cual no hay presencia tucumana.
En ese despliegue, la inclusión tuvo un espacio reservado. “Érase una vez, bajo el mar...” gira alrededor de Muriel, una sirena caprichosa tiene el deseo de ser mujer. Luego de discutir con su padre Tritón, su tía hechicera la engaña y la deja sin voz. Enamorada del príncipe Félix, mediante la lengua de señas argentina (LSA) logra que florezca el amor en un espectáculo multimedia con títeres y las actuaciones de Walter Campos (a la vez, el director), Juan Capello, Daniela Chattah, Florencia Lencina y Cristian Villegas. Basada en el cuento de Hans Christian Andersen, la propuesta se recuesta en la inclusión de las personas sordas e hipoacúsicas con la aplicación del recurso de la LSA.
Dentro de ese mismo universo, en un repleto Teatro Real, el grupo mexicano Marionetas de la Esquina logró concentrar toda la platea en sus manos con un texto se arriesgó a tratar la enfermedad mental de un abuelo (alzheimer o algún padecimiento similar), sin explicitar el sufrimiento y planteando la necesidad de la cercanía y los afectos en “Aprender y olvidar”.
“Mi papá se olvidó palabras, cosas importantes y reales, pero nunca se olvidó de jugar”, afirmó la directora, dramaturga y protagonista de la obra, Amaranta Leyva, para arrancar, dándole una referencia autobiográfica de la cual partió la creación.
Los juegos discurrieron desde el escenario al público deseoso desde el primer instante de ser convocado para disfrutar del evento. Si el teatro infantil se trata de ser parte de la propuesta y entrar en el juego, el objetivo estaba cumplido desde el momento en que los actores pidieron que les den un nombre al personaje que interpretó el cordobés Lito Fernández Mateu, figura insigne de la escena local. Lautaro fue el elegido y así se bautizó a un abuelo que había perdido la memoria, y que era ayudado por sus nietos para recuperar trazos de la parte feliz de su vida.
El entorno se presentaba lúgubre con cajas apiladas donde estaban todas sus cosas antes de ser trasladado de un hogar de ancianos enfermos, pero la obra logró superar esa presentación para convertir el sitio en un patio de ilusiones, desdramatizando la situación. Las luces y las proyecciones que fueron llevando el relato permitieron reconfigurar el espacio y transformarlo en un mar donde nadaba el abuelo con su hermana ya fallecida, mariposas volando, barcos que llevaban a un destino feliz, misterios varios, una cocina incendiándose y otras escenas más, siempre con la colaboración de los niños y niñas que aportaban lo suyo con cantos, gritos y manos agitadas.
Objetos y máscaras
Por el lado del siempre muy interesante teatro de objetos (de larga tradición y exploración en el país desde los 90, pero aún así no suficientemente desarrollado en Tucumán) se presentaron “Abuela Lluvia”, con una niña -interpretada mediante narración oral por Lino Ailín- que guarda cacharros que portan la memoria del agua que contenían otrora, en tiempos de profunda sequía.
El guión evoca a una anciana que hacía llover al bailar, en un proceso simitar al de dar vida. Una vez, se entusiasmó tanto que inundó el pueblo y fue expulsada. Luego de meses sin lluvia, se la fue a buscar, pero sólo se encuentra a dueños de ríos que venden el agua; una represa hecha para regar cultivos de soja o el deterioro causado por la megaminería, en una carga discursiva que expresa declarativamente demasiado, perdiendo cierto vuelo poético y dejando poco para la deducción.
La obra es una adaptación de un relato de tradición oral del pueblo ayoreo, de Bolivia, en una reconstrucción de la directora María Laura Gallo, que contiene elementos fantásticos, aunque sin todo el peso que podría alcanzar por un ritmo que no se altera durante la puesta y cierta letanía por la soledad de la actriz en escena.
La otra opción en este género fue “Mundo imaginario de cartón”, de la Compañía Cartón de Entre Ríos, que incluye la idea de la recuperación de los desechos urbanos con una mirada poética que trabaja en la transformación de lo cotidiano en otra cosa distinta, con la magia que ello encierra.
Una contundente referencia a la amistad como algo crucial en la vida, llegó desde Italia con el grupo Assemblea Teatro, responsables de “Max, Mix y Mex: la historia del gato y el ratón que fueron amigos”. En una obra de teatro de máscaras, la historia habla de la importancia de contar con el otro para poder ser feliz y complementarse ante los problemas y las dificultades que se presentan en la vida. La puesta se inspira en el libro homónimo del chileno Luis Sepúlveda y en ella actúa el tucumano, radicado en Italia, Ángel Gastaminza Barletta.
Documento: los objetivos de un encuentro
En paralelo al Festival de Teatro, se concretó entre expertos y gestores sociales y culturales el 1° Encuentro Internacional Cultura Infancia, que tuvo como premisa “dejar en claro los derechos de las infancias como el gran reto y desafío del teatro”, al decir del titular de la Agencia Córdoba Cultura, Raúl Sansica. Los participantes firmaron un documento que implica un compromiso institucional en ese sentido, para articular proyectos internacionales que abarquen el sector público y privado en esa materia, entre diferentes países, regiones e instituciones.