“La fotografía tiene el valor de verdad ante la gente”. “Tenemos una nueva relación con la imagen desde hace algunos años”. “Las lecturas subjetivas están siempre”. “Detrás de cada foto puede haber un engaño”. “Hay verdad o mentira, no hay posverdad” -su crítica a la posverdad-. Estas son algunas reflexiones que dejó Juan Travnik durante una entrevista con LA GACETA.
El fotógrafo y artista visual es miembro fundador del Consejo Argentino de Fotografía y Miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes. Dirige la Licenciatura en Fotografía de la Escuela de Arte y Patrimonio de la Universidad Nacional de San Martín, y tuvo la dirección entre 1998 y 2015 de la Fotogalería del Teatro San Martín. Su currículo es tan extenso que ameritaría otra nota tratar de sintetizarlo. En la tarde del viernes se tomó un tiempo para que este diario converse con él.
El miércoles será uno de los invitados principales en la Bienal de Fotografía Documental, en la que será homenajeado y, además, expondrá una muestra titulada “Mirar”. Anteriormente expuso “Malvinas, retratos y paisajes de la guerra” haciendo foco en la cara de algunos veteranos para explorar las huellas de la guerra.
“Mirar es una aproximación diferente a mis trabajos. Muestro cómo la fotografía me ha atravesado a lo largo de mi vida”, dijo.
- ¿Qué es la fotografía?
- Una herramienta que sirve para muchas cosas, tiene usos distintos, puede permitir expresar, desde testimoniar la realidad hasta publicitar algo; carga con esa carga de documentar, está lo autoral, igualmente. Comencé casi de adolescente a hacer fotografía porque me despertó mucha curiosidad y se convirtió en un modo de vida.
- Leí que decía que la fotografía es una cita del pasado.
- En realidad, lo que dije fue que nunca se puede fotografíar el pasado o el futuro. Es imposible, puedo hacerlo con el presente, pero inmediatamente se convierte en una huella, en ese pasado.
- Pero la fotografía siempre mintió…
- Si envío 10 fotógrafos a cubrir un mismo hecho, me entregarán 10 fotos distintas, ¿y cuál es la realidad? Habrá distintas interpretaciones de eso que ocurrió, que no es lo mismo que una mentira. Pero hay una huella lumínica y desde ella no hay posibilidad de mentira; está ahí. La lectura puede ser distinta. Mucho antes que el PhotoShop esas “trampas” o engaños estaban, desde principios del siglo XX. Con un encuadre distinto puedo decir que 10 personas en la 9 de Julio son una multitud.
- Eduardo Longoni pudo con su fotografía reabrir la causa de los desaparecidos en el copamiento de La Tablada…
- Sí, y Pepe Mateos que registró el crimen de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en la Estación Avellaneda (2002). Las huellas quedaron registraron, fueron documentos de registro.
- En un acto de enfrentamiento entre la Policía y piqueteros, por ejemplo, ¿dónde debe estar un reportero gráfico?
- Reconozco que fui reportero gráfico pocos años, pero para lo que preguntas no hay una receta absoluta. Uno debería estar en el espacio donde se desarrolla la mayor violencia, en esa línea, lo más cercano de los palos. No he sido muy hábil en eso. La pelea en la calle es como el juego del gato y de ratón y uno debe correrse para no recibir los palos. A veces la fotografía se lee como algo que la imagen no dice.
- Con la muestra “Materia” (2023), usted se definió como un flâneur, y recuerdo que Walter Benjamín utilizó mucho esa palabra para él mismo.
- Sí, Benjamín fue un flâneur, una palabra que surge en el siglo XIX, para un sujeto que a la deriva emprendía un recorrido por la ciudad. Hago eso y me sorprendo de paisajes y de la ciudad, como si fuera un niño. Tengo una mirada contemplativa y hasta misteriosa de esa ciudad, mi querido Buenos Aires. Me sorprendo ante cosas muy dispares; cosas tapiadas, cerradas, que me atraen; alguien vivió ahí, aunque no esté en la foto. La ciudad es como una galería de arte que se sucede en capas superpuestas, con sedimentos de autores anónimos. Importó en esa serie la elección del encuadre y la toma directa.
- ¿Qué opinas de las selfies? Diana Taylor me dijo que la atribuía a la ideología del neoliberalismo.
- Vivimos desde hace un tiempo una vinculación diferente con la imagen. Nunca hubo tantas imágenes y no tendremos la oportunidad de verlas a todas. ¿Cuánto dura una foto por whatsapp hasta que ponés delete? Pero si a una foto tangible la corto o la rompo, no es lo mismo, cuesta mucho más. El que se saca una selfie está diciendo que no quiere ser el que mira la foto, quiere ser protagonista de la misma, y lo hace.
- Serán sus 15 minutos de gloria, como decía Andy Warhol.
- Puede ser eso, insisto que tenemos una relación con la imagen que ha cambiado. Por ahí dicen que los jóvenes leen o escriben menos, pero no es así. Leen y escriben más, pero en los mensaje de sus chats o lo que circula por internet.
- Fontcuberta habla de la posfotografía.
- Lo conozco desde hace muchos años a Fontcuberta. Coincido en mucho con él, con ese intento de desestabilizar esa idea tan estructurada de que las fotografías son testimonio de algo que se da por sentado que es la verdad, de esa credibilidad de la imagen fotográfica. Pero desconfío de los términos como posmodernidad, posfotografía, posverdad. No veo bien todo este tiempo de pos. Creo que detrás de ellos hay una especulación para hacernos creer que la verdad no existe.