Para José Izquierdo, el que comenzará en estos días no será un viaje cualquiera. Acompañado por su hijo Agustín, emprenderá una travesía de varios meses por el continente africano sobre el que recorrerán miles de kilómetros en dos autos y dos motos.
José tiene 63 años, nació en villa 9 de Julio, vivió en Yerba Buena, es ingeniero, estudió en la Universidad Nacional de Tucumán y todavía le faltan unos años para jubilarse. Con 25 años se fue a vivir a Buenos Aires, pero no se olvida de sus raíces. Su hijo, quien lo acompañará en el viaje, tiene 35, nació en Buenos Aires, pero está radicado en España desde 2017. Es fotógrafo y licenciado en turismo. Ha vivido en siete países diferentes a lo largo de toda su vida y tiene, como su padre, esa necesidad de viajar y conocer.
La primera parte del recorrido será en moto y comandada por el más joven de los Izquierdo. Senegal, Costa de Marfil, Ghana, Nigeria Camerún, Gabón, el Congo, hasta llegar a Luanda, capital de Angola. Allí los esperan “Mafalda” y el “Principito”.
“Mafalda” y “Principito”
Además del tremendo recorrido, lo particular de la travesía serán los autos en los que viajarán durante la segunda etapa: dos Citroën 3CV de la década del ‘60, bautizados “Mafalda” y “El Principito”. Ambos están pintados de un azul fuerte. Los autos además están ploteados con ilustraciones de los icónicos personajes de Quino y de Antoine de Saint-Exupéry. “Lo que nos gusta de los autos es que son minimalistas, son muy sencillos, de mucha potencia, permiten poca carga, es como decía Quino, a través de Mafalda: ‘El Citroën 3CV es un auto que no tiene mayor atributo técnico. Lo más importante es la persona que lo maneja, lo que va adentro’. Entonces, eso es lo que sentimos, que somos los más importantes, es un vehículo que hay que llevarlo, que hay que impulsarlo, pero que no te abandona, y lo más importante es la vivencia que está adentro. Así que un poco por eso”, dijo.
Igualmente no es esa la inspiración para bautizarlos de esa manera. “‘El Principito’ es muy elegante en su andar y el Mafalda, muy porteño, tiene un arranque muy fuerte, un caño de escape libre, muy libre, pero tiene un toque arrabalero”, explica José. Los autos viajaron desde Buenos Aires hasta Luanda en barco, dentro de un contenedor de 40 pies, vía Brasil. A partir de allí, comenzará la travesía en auto con Namibia, Sudáfrica y Mozambique en el horizonte.
La elección del modelo de los autos, también es simbólica ya que conectan al padre y al hijo con una historia más grande que los inspiró a emprender este último viaje. Hace 100 años, en 1924, el fundador de la compañía automotriz, André Citroën, fue el primer hombre en cruzar África en auto. Emprendió una hazaña inédita al cruzar el desierto con cinco vehículos Citroën-Kegresse, recorriendo 3.500 kilómetros en 20 días, llegando a Tombuctú. Este viaje demostró la robustez de los autos en terrenos extremos. Sin embargo, Citroën no se conformó con ese éxito y planeó un desafío mayor: atravesar todo el continente africano, desde Argelia hasta Madagascar, conocido como el Crucero Negro, un desafío que los Izquierdo intentarán replicar.
Viajes por todas partes
No será el primer viaje largo y con este nivel de exigencia para José y su hijo. “Con estos autos hemos cruzado el Sahara en 2022, surcamos la Ruta 40 en Argentina hace más de 10 años, y recorrido tierras tan diversas como Bolivia, Perú, Uruguay, Paraguay y Brasil. Son autos sumamente polivalentes, que se adaptan a cualquier territorio y a los cuales tenemos mucho cariño”, explicó Agustín. De hecho, LA GACETA publicó sus viajes al Sahara y por buena parte de Sudamérica.
¿Por qué viaja?
“Me preguntaron mucho qué me motiva a viajar. Para responder siempre pienso en cómo era viajar en auto hace 50 años. Eso yo lo viví en Tucumán y en Yerba Buena. Generalmente era en autos que se rompían, que tenían poca autonomía, la familia iba completa, se llevaba la comida, los repuestos porque no había muchas estaciones de servicio y hoy parece una leyenda”, recordó Izquierdo. “Queriendo replicar esa idea, pero de otra manera, empezamos a viajar con los 3CV y a hacer nuestras travesías de largo aliento. En ese tiempo hay muchas cosas para compartir: charlas, silencios, paisajes, atardeceres, lluvias... Y si hay que reparar los autos ni te cuento”, contó.
“Terrible y hermosa”
¿Qué significa hacer este viaje con su hijo? “Es un regalo de la vida. Nunca hubiera pensado que la vida me pueda dar esta terrible y hermosa oportunidad de seguir viajando con este auto, que se lo había comprado con mi esposa, se lo habíamos comprado para él. Este entusiasmo es parte del gustito, no solo para él”, respondió José.
“Es increíble que hayamos podido sumar tanta historia alrededor de estos autos y tantas vivencias. Aquí el auto es una parte más del equipo. Es como las zapatillas o la mochila del mochilero o del andinista que se va a encontrar con la naturaleza en la punta del sarro. Es una cosa así”, agregó.
- ¿Qué los une en esta misión, además del vínculo?
Es el compartir, la vivencia, el territorio, las culturas, el montarse ambos en una misma moto, sobre un mismo asiento y salir a la aventura de compartir y de sentirse apoyado uno en el otro.
Qué lleva en la valija
¿Qué se pone en un bolso o una mochila para hacer un viaje como este? ¿Todo lo que se pueda? José no quiere establecer una fórmula, pero sí cuenta su realidad. “En realidad llevamos muy pocas cosas, casi lo elemental, herramientas, repuestos que son muchos, muy poca ropa, comida prácticamente nada, una cubierta más de auxilio, dos cubiertas de auxilio digamos, un tanque auxiliar para aumentar la capacidad de kilómetros que se puede hacer, la autonomía”, enumeró.
Agustín aportará otras cosas con su equipaje. En realidad, serán aparatos para documentar el viaje de forma completa. Para eso llevará una cámara de acción (una GoPro), un drone y su cámara personal.
Más viajeros
Sobre el final de la travesía, se sumarán algunos viajeros, amigos de la familia izquierdo. Martín Franzosi (52), Ricardo Franzosi (54), Clemente Goyeneche (53) se acoplarán al grupo en Ciudad del Cabo sobre el final de la travesía.
“Los amigos con los que viajamos fueron personas que supieron de nuestros viajes y se fueron sumando. Hicimos una muy buena amistad”, contó José. “Hay muchísima adhesión entre nosotros y puntos de vista que pueden ser cambiados rotundamente en pos de compartir un viaje en contacto con la naturaleza y con nuestros autos”.