Lo presenta como una fusión entre teatro, stand up y coaching y más todavía. “‘Mentiras sobre el amor’ tiene una narrativa fuerte, humor con el que abordo temas profundos y te invita a la reflexión y a la transformación personal. Lo que lo hace un show distinto es que es una experiencia viva, que cambia con cada función y con cada persona que asiste. No es un espectáculo solo para ver, sino que es uno para sentir”, afirma Nico Serna respecto de la propuesta que presentará hoy a las 21, en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras 1.550).
En diálogo con LA GACETA, el actor y coach admite que el show es el resultado de todo lo que hace en su vida. “No se pueden separar ambos aspectos. El Serna actor lleva el mensaje con emoción, con una entrega artística que busca impactar en lo profundo. El Serna coach guía al espectador a cuestionarse. Ambos coexisten en este proyecto, y es esa fusión lo que hace que sea tan única. Es imposible desvincular el arte de la transformación personal”, remarca sobre su unipersonal que enlaza la comedia y el drama al poner en cuestión estereotipos y develar el fondo de las relaciones.
- ¿Por qué planteás que “Mentiras sobre el amor” es un viaje emocional?
- Porque el amor toca todas nuestras emociones: la euforia de enamorarse, el dolor de una traición, la esperanza en una nueva relación. En esta obra, las personas pasan por cada una de esas emociones y se ven reflejadas en momentos que quizás nunca se habían cuestionado. Es un viaje porque no hay un solo destino; el amor es un camino de descubrimiento, de autoengaño, y de verdad.
- ¿El amor es una gran mentira o una enorme verdad?
- Es ambas cosas. Es una verdad en cuanto a la conexión auténtica que podemos sentir con alguien, pero es una mentira cuando se llena de expectativas, creencias impuestas o miedos. Muchas veces nos enamoramos de una idea, no de una persona, y ahí es donde empiezan las mentiras. El desafío es despojarnos de esas ilusiones para llegar a la verdad del amor.
- ¿Las desilusiones allanan caminos para una relación real?
- Absolutamente. Rompen las fantasías y nos muestran lo que es real. Son dolorosas, sí, pero también son necesarias para crecer. A través de ellas entendemos lo que no queremos, lo que no necesitamos. Nos preparan para relaciones más auténticas, más libres y, sobre todo, más verdaderas.
- ¿Se ama distinto en la infancia que en la adultez?
- Sí, se ama diferente. En la infancia el amor es puro, instintivo y libre de juicios. Es un amor inocente, sin expectativas, porque no estamos condicionados por las experiencias. En la adultez ese amor se transforma, lo complicamos con nuestras heridas, inseguridades y las cicatrices que arrastramos de relaciones pasadas. Sin embargo, lo interesante es que, a medida que crecemos, tenemos la posibilidad de amar con una mayor conciencia. El reto está en desarmar esas corazas y volver a encontrar esa valentía y transparencia del amor infantil, pero con la sabiduría que nos da la experiencia.
- ¿Qué rol desempeña el público en cada función?
- Es el alma de la obra. Sin ellos, la propuesta no tendría el mismo impacto. Cada función es un espejo en el que la gente se ve reflejada, y muchas veces sus reacciones, risas y silencios alimentan la energía del show. No son espectadores pasivos, son participantes activos de una experiencia compartida.