San Martín de Tucumán mostró tres virtudes fundamentales de cara a la final de la Primera Nacional

Con goles de Iván Molinas y de Junior Arias, el "Santo" venció 2-0 al "Torito" de Mar del Plata.

San Martín de Tucumán mostró tres virtudes fundamentales de cara a la final de la Primera Nacional Foto: Prensa Alvarado

¡Qué momento, San Martín! La clasificación a la final no apagó el hambre de victorias del “Santo”. Al contrario, utilizó el partido frente a Alvarado para despejar cualquier duda sobre un posible relax en la recta final, y lo logró con creces. Es cierto, no es que el equipo de Diego Flores arroyó al “Torito”. Por momentos cedió la pelota, en otros retrasó las líneas del campo y las manos de Darío Sand aparecieron para desviar varios remates peligrosos. Incluso, el travesaño estuvo de su lado e impidió que Guillermo Sánchez festeje lo que habría sido el empate transitorio. Entonces, ¿por qué ganó? La respuesta es simple y se sustenta en tres conceptos: inteligencia, contundencia y recambio.

La previa planteaba una sola duda: ¿cómo funcionará el mix entre titulares y suplentes? Si bien mantuvo el esquema de los últimos duelos (4-2-3-1), el DT aprovechó para darles rodaje a varios futbolistas. ¿El más destacado? Ulises Vera.

El juvenil es una pieza polifuncional para Flores. En ocasiones formó parte del doble “5”, en otras jugó como lateral derecho y en esta oportunidad lo hizo como extremo derecho. Claro; frente a la ausencia de Lautaro Fedele y de Gonzalo Rodríguez, el entrenador utilizó a Vera como extremo. Y no defraudó. Gambeteó, luchó, levantó la cabeza, quiso asociarse con sus compañeros y fue el más movedizo del frente ofensivo. Tanto es así que fue el gestor intelectual del primer tanto y, del mismo modo que sucedió en Floresta frente a All Boys, volvió a conectarse con Iván Molinas.

Tampoco puede obviarse que ayudó en defensa a Axel Bordón, que sumó su tercera titularidad en el torneo, y clausuraron el carril derecho.

Sí, el misionero la embocó en la primera llegada del “Santo”, siendo un claro síntoma de la eficiencia ofensiva que mostró el equipo de Flores en ese momento. La frase se sustenta en los hechos de la primera mitad: San Martín generó cuatro jugadas claras y anotó dos goles –el segundo lo hizo Junior Arias-. Una virtud que pulió a lo largo del torneo y que le permitió ganar varios puntos en condición de visitante.

Tiago Peñalba fue otro de los que completó una buena actuación. El salteño estuvo fino a la hora de la salida desde el fondo y mostró la firmeza necesaria para despejar algunos avances peligrosos. Máximo Levi, por su parte, fue reemplazado en el entretiempo y en su lugar ingresó Guillermo Ferracuti.

La inteligencia merece un párrafo aparte. ¿Por qué esta calificación? El argumento principal es que el “Santo” supo adaptarse a las circunstancias del partido. No fue un duelo en el que Pablo Hernández y Matías Ignacio García imprimieron el ritmo o le dieron profundidad al ataque, sino que aprovechó los espacios que le dejó Alvarado. Allí radicó la causa que dio nacimiento a los goles “santo”.

Todo este conjunto de cualidades permitieron que San Martín vuelva a festejar y dejó la certeza de que Flores cuenta con varias opciones interesantes de cara a la final.

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