Recuperar las naves espaciales

Recuperar las naves espaciales

En 1957 la Unión Soviética puso en órbita el Sputnik 1 iniciando la investigación espacial. Algo muy complejo porque tienen que participar distintas áreas de la ciencia, desde la física, la matemática y casi todos los temas de ingeniería. Sin dudas, esto contribuyó al desarrollo de cosas como la física de materiales, las comunicaciones, la informática, la ingeniería mecánica, electrónica, etc. El avance fue tan grande que se llegó a desarrollar un área nueva de la ingeniería: la ingeniería aeroespacial.

La actividad espacial tiene un alto costo, por lo que sólo algunos países pueden participar. Algunos construyen partes de las naves, como los motores, cargas útiles y hasta algunos experimentos propios. Los costos bajaron sensiblemente pero siguen siendo altos. Una de las causas de ellos es que la mayor parte de las naves no se recuperan y lo que se recupera no es reutilizable. En el caso de los vuelos tripulados se recuperan las capsulas que llevan a los astronautas y, en algunos casos, pequeñas partes como la nave que trajo las muestras del asteroide Bennu. Sin embargo recuperar partes no reutilizables es útil para hacer algunos estudios como el comportamiento de los materiales en el espacio.

La historia comenzó a cambiar cuando en 1981 se hicieron los primeros vuelos de prueba del trasbordador espacial. Era un vehículo que se lanzaba como un cohete y podía aterrizar como un avión. El trasbordador tenía una gran bodega en la que se cargó, por ejemplo, el telescopio espacial Hubble para dejarlo en el espacio, llevó astronautas a la estación espacial, permitió reparar y cambiar instrumental al Hubble, entre otras cosas. Fueron seis trasbordadores que realizaron 135 misiones. En 1986 explotó el Challenger a poco de ser lanzado y en 2003 se destruyó el Columbia durante su descenso. Debido a los altos costos de hacer un trasbordador más seguro, en julio de 2011 se hizo el último vuelo y se canceló el programa.

A comienzos del siglo XXI se crearon Blue Origin (2000) y Space X (2002), dos empresas privadas que pretendían construir sus propios vehículos espaciales. Ambas se encuentran funcionando, hicieron vuelos exitosos llevando astronautas y carga a la Estación Espacial y hasta vuelos cortos con “turistas”. Cambiaron el concepto de vuelos espaciales, la tecnología de los trajes espaciales y bajaron los costos de los vuelos.

Space X tenía proyectos innovadores y ambiciosos. Uno de ellos es poner una red satélites que provean servicio de internet para llega a los lugares más remotos de la Tierra. Este proyecto está avanzado y es posible contratar sus servicios.

El otro es recuperar grandes cohetes para poder reutilizarlos. Este proyecto, que lleva varios años de desarrollo, tuvo varios intentos fallidos hasta que logró recuperar un cohete gigante, de 120m de largo. El cohete, que desprendió parte de su cabeza en el Océano Índico, tal como estaba previsto, regresó a la Tierra y fue “recapturado” por la plataforma de lanzamiento. Sin dudas un final exitoso. Los costos bajarán y quizás el envío de naves tripuladas a Marte está un poco más cerca, aunque no sea en un futuro muy inmediato.

Es cierto que hubo varios intentos fallidos, pero los experimentos exitosos siempre son precedidos por fracasos.

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