Gustavo Córdoba: “La sensación térmica de la calle es distinta a la de Milei”

“La política está viviendo en Narnia”, apunta el consultor.

DIRIGENTES TERRITORIALES. Córdoba dice que en cada distrito los gobernadores son más fuerte que Milei. ssdsdsd DIRIGENTES TERRITORIALES. Córdoba dice que en cada distrito los gobernadores son más fuerte que Milei. ssdsdsd

La Argentina no logra aún dar señales de un derrame económico. Las medidas adoptadas por el presidente Javier Milei, en estos 10 meses de gestión de gobierno, muestras señales macroeconómicas, que no necesariamente llegan a la microeconomía. Por eso, cada vez que se realiza una encuesta la sensación general es que la situación presente es de pesimismo, aunque siempre hay un gesto de optimismo hacia el futuro. Por esa razón, Gustavo Córdoba, director de Zuban, Córdoba y Asociados, apela a aquella frase que James Carville, estratega de campaña, le aportó a Bill Clinton para ganar las elecciones de 1992 contra George Bush padre. Y la aggiornó a los tiempos argentinos: “es y será la economía, estúpido”. Magister en Comunicación Política, Córdoba señala que, en materia económica, “la sensación térmica de la calle no es la misma que la de Milei”, tomando como referencia, por ejemplo, la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). La charla telefónica con LA GACETA arrancó con el análisis de la situación política argentina, en la previa de una elección de medio turno. La primera respuesta del politólogo fue la siguiente: “está rara la política” con tantas internas.

-En estos desencuentros políticos, todos contribuyen para que el escenario sea raro...

-Lo primero que salta a la luz es que, con el impacto de las medidas económicas que ha adoptado en lo que va de su administración de Gobierno, todo el mundo te contesta que cree que las cosas están mal, pero si te ponés a pensar, no está tan mal tomando en cuenta que Milei supo construir un tercio de un espacio de núcleo duro. Pero lo raro se muestra en esos acuerdos que para nada le contribuyen al Gobierno, como con Mauricio Macri, pese a que, a cielo abierto, se observa un toma y daca entre ellos. En eso no hay disimulo ni sutilezas. En el medio, hay una percepción en la opinión pública acerca de que no sabe qué pasó en el medio, si sólo se sentaron a comer milanesas o si se pusieron de acuerdo en algo que trascenderá en los próximos días.

-En el Coloquio de IDEA de Mar del Plata, también quedó entre los empresarios un gusto a poco con el discurso del presidente Milei y las medidas que puede llegar a adoptar. ¿Por qué?

-En el fondo todo se reduce a un término que los analistas y los empresarios estadounidenses valoran mucho: trust, es decir, confianza. Milei está haciendo lo que los empresarios siempre dijeron que se haga, en cada encuentro de esas características. Pero observamos que no hay inversiones equivalentes a lo que Milei esperaba para estos tiempos; ni de adentro del país, ni de afuera. No hay inversiones de riesgo y hasta el Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones (RIGI) no funciona como el Gobierno quisiera que se canalice. En suma, podemos decir que hay una situación de tensa espera. El Gobierno, a través del Presidente, del ministro de Economía Luis Caputo o del ministro de Modernización Federico Sturzenegger, pide por favor que se invierta y que se tome como referencia las reformas estructurales que se han realizado hasta el momento. Caputo lo ha dicho dos o tres veces en su mensaje a los empresarios dentro del Coloquio. Y vuelvo al principio de mi respuesta: en el fondo, esta gestión no ha conjugado la palabra confianza, no para propios ni para extraños. La confianza es algo complejo que, una vez que la perdés, cuesta recuperarla. Has visto este proceso con los peronistas y con los radicales, con la política tradicional a la que llaman casta. Claramente no están haciendo nada para recuperarla. Si hablamos puntualmente de la confianza en Milei, debemos poner énfasis en que se está verificando un cambio cualitativo en el apoyo social al Presidente. Tomemos en cuenta, por ejemplo que, si hace cinco meses preguntabas cuánto apoyo tenía el jefe de Estado, un 100% de los que lo apoyaban sostenían su imagen. Hoy de aquel apoyo total pasaron al apoyo parcial, argumentando definiciones como lo voté, pero...; me gusta Milei, pero no llego a fines de mes, porque la plata no me alcanza; esto no fue lo que voté y no me gusta el nivel de agresión con aquel que piensa distinto. Hay hoy un ocultamiento de la información pública o embates contra el periodismo. Tal vez el pensamiento general dentro del oficialismo sea que, mientras haya mejora en la economía, no importa lo demás. Pero, por ejemplo, lo de la universidad pública es un paradigma para Milei. Él podría haber arrancado por el final de sus declaraciones. Si embargo, a lo largo del conflicto, hemos visto tres narrativas. La primera fue ofensiva y agresiva; la segunda siguió la misma tesitura, pero con sus bemoles. Y la tercera, después de ver los números, terminó diciendo que no va a cerrar la universidad pública, como tampoco que el Gobierno esté dispuesto a arancelarla. Todo el tiempo estuvo en confrontación.

Gustavo Córdoba: “La sensación térmica de la calle es distinta a la de Milei”

-¿Qué ganó Milei confrontando con las universidades por el veto a la ley de financiamiento?

-Nada. Sólo apoyos simbólicos de aquellos que lo votaron. Sin embargo, el tema continuará porque está esta idea del Gobierno de seguir haciendo demencia y que nunca existió el conflicto, como hemos apreciado antes con otras cuestiones. No es fácil cerrar unilateralmente el tema. Pero queda a las claras que la política está en otra, en las internas, en los procesos para definir posicionamientos dentro de cada fuerza. Los partidos políticos son vitales para el sistema democrático, pero no se puede estar permanentemente en tensiones internas en todos los espacios. Lo vemos en el radicalismo, que no encuentra un rumbo; también en el PRO con las disputas entre Macri y Patricia Bullrich; hasta los libertarios han entrado en eso. No todos van a los actos de Karina Milei. Hay internas en el mismo gobierno. Y también en el Partido Justicialista. No está al que haya posiciones encontradas, pero sí que se saquen a la luz esos procesos, cuando la sociedad le está pidiendo otra cosa a la política. Hay un exceso de transparencia pública de esas confrontaciones. A la gente no le importa nada las internas de los partidos. Quiere que le resuelvan los problemas cotidianos, los que le genera la economía y todos sus inconvenientes.

-Pero la política siempre ha sacado los trapitos al sol...

-Claro que sí. Pero, insisto, ¿cómo sostenemos la democracia sin partidos? No podemos pensar en la idea de un partido único como en China, Venezuela o Cuba. En la Argentina, como en el resto de los países, la sociedad quiere que haya partidos que promueva discusiones de programas de gobierno y que se construyan alternativas, no una mirada única. Pero también, ante la gravedad de la situación, la política debe fijarse en qué contexto da la discusión. Me parece que la política está viviendo en Narnia, en una realidad paralela, que no tiene que ver con la vida real que afronta cada uno de los argentinos.

Gustavo Córdoba: “La sensación térmica de la calle es distinta a la de Milei”

-¿Qué es lo que busca Cristina Fernández de Kirchner, más allá de su postulación a la presidencia del PJ?

-Es una figura central que puede gustar o no, pero que sigue siendo competitiva ante un peronismo mal trecho en una Argentina que tiene estas particularidades. Y si el PJ se impone en provincias que gobierna, con más razón. No hay que perder de vista que Milei no va a estar en las boletas de 2025 en cada provincia. En consecuencia, va a tener que disputarle a cada gobernador cada voto para triunfar. Esos gobernadores querrán ganar. En esas orientación, Cristina cree que puede darle centralidad, garantizando la conducción política del principal partido opositor. Será como un calco de 2017. Las condiciones económicas y políticas se asemejan bastante. Macri llegó a los comicios de medio término con una economía que prometía cierto orden, con aquello de la ola amarilla como respaldo y que, incluso, llevó al peronismo a perder en Buenos Aires. No sé si eso es tan lineal hoy, primero porque Milei no es Macri y luego, porque la sociedad está desconfiando del Gobierno. Recuerdo aquello de que las inversiones extranjeras no están llegando. En los papeles, el Presidente debería ganar en aquellos distritos donde más voto sacó el año pasado. Contamos a Córdoba, Mendoza y Santa Fe. Pero, por ventura, ¿vos crees que Martín Llaryora, Alfredo Cornejo y Maximiliano Pullaro no necesitan ganar la intermedia para pensar en las nacionales de 2027? No será tan fácil para Milei hacer un paseíto electoral en el interior de la Argentina. No es tan fácil pasar los votos del líder al candidato. La tracción electoral no se da solamente por el tipo de instrumento que se elige para votar. En la boleta única no estará la foto de Milei. La gente entra al cuarto oscuro y se preguntará quién es el postulante que más lo representa.

-¿Cómo vislumbra el país que se viene?

-La clave es la economía. Parafraseando la popular frase lanzada por Bill Clinton, es y será la economía. El Gobierno no está mostrando buenos resultados. No logra recuperar confianza. La sensación térmica de la calle es completamente diferente a la que mide el Indec. Te dicen que la inflación está en 2% y 4%, pero el alquiler te sacude, las tarifas de los servicios también. Vas al almacén o al supermercado y aquellos dos puntos de inflación no existen. La sensación térmica no es equivalente a lo que el Gobierno transmite. Le falta tiempo al Gobierno. La elección intermedia no le causa gracia y hasta sería más feliz si no existiera. Como colofón, sugirió eliminar las PASO. Esas internas abiertas terminan siendo un ordenador de votos peronistas. Entonces, se estarían perjudicando. El factor determinante será la economía. Si el Gobierno llega a octubre con recuperación del poder adquisitivo de la gente, hará una elección razonable; él y sus aliados, los dialoguistas. Pero si llega con recesión, con inflación que no se estabiliza, el voto castigo será importante. Es la economía, no la política, por más que esta última esté rara y extraviada.

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