Rafa Nadal: de niño con bandera, a hombre con trofeos

El español le pondrá punto final a su extensa y exitosa carrera en un certamen oficial: la Copa Davis. El torneo en el que todo comenzó será en el que el “mallorquín” se despedirá e intentará que España vuelva a quedarse con la “ensaladera”.

TROFEO FAVORITO. Rafael Nadal derrotó en la final al argentino Mariano Puertas y se quedó con el Roland Garros. TROFEO FAVORITO. Rafael Nadal derrotó en la final al argentino Mariano Puertas y se quedó con el Roland Garros.

Él lo supo mejor que nadie aquel 3 de diciembre de 2004. Ese moreno de cabello largo, lookeado con una remera sin mangas, algo inusual en el tenis, y una vincha en su frente que no se quitaría nunca más para jugar, le pegaba a la bola con la misma potencia que él. “Es un jugador de grandes partidos; es una cualidad que tienes o no, no depende de la edad. No es un secreto para nadie que tenga un futuro brillante. Seguramente puede convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo sobre tierra batida”, señaló un Andy Roddick frustrado, pero consciente de que su derrota marcaría el inicio de la era del mejor jugador en polvo de ladrillo de la historia.

La final de la Copa Davis, hace 20 años, fue la presentación épica de una carrera destinada a la grandeza. Roddick, por el lado de Estados Unidos, tenía 22 años; Rafael Nadal, por el de España, 18. La confianza de Roddick, en ese momento número dos del mundo, se desmoronó al sentir el rigor del juego que desplegaba ese joven de golpes potentes y poco ortodoxos. “Rafa” no le dio tiempo a adaptarse al polvo de ladrillo de La Cartuja, el estadio de la definición del torneo en Sevilla. A sus 18 años, Nadal planteó un juego astuto y con experiencia frente a un Roddick que ya contaba con 10 títulos en su haber. Tras ese partido, el español, que recién comenzaba su carrera profesional, calificó su victoria como una de las mejores. Y qué bien hizo en no decir “la mejor”, porque muchos superiores vendrían después, aunque esa dejó la vara muy alta, una que Nadal superó en numerosas ocasiones.

Esa victoria lo marcó. Su vinculación con la Copa Davis es muy fuerte, por eso eligió retirarse de manera similar a “Nadal”. Podría haber escogido un torneo del circuito del que ya no formará parte y despedirse de una forma más relajada, como lo hizo Roger Federer en la Copa Rod Laver, que aunque forma parte del circuito oficial, no reparte puntos. Pero el español no optó por eso. Eligió el retiro más intenso posible: la final del torneo por equipos. Nada de exhibiciones ni torneos de alta calidad con los mejores jugadores del momento, diseñados para atraer patrocinadores y nuevos espectadores. No, el ganador de 22 Grand Slam se va compitiendo, y ganar o perder conlleva una responsabilidad máxima.

Es una cuestión de actitud: algunos, si pueden, evitan compromisos de este calibre. “Rafa” siempre los buscó. No es un sacrificio para el jugador de 38 años que el episodio final de su carrera, difícil de igualar, sea la Copa Davis; al contrario, para él es necesario. “Estoy muy emocionado de que mi último torneo sea la final y represente a mi país”, dijo Nadal en un video publicado en sus redes sociales. “Creo que cerraré el círculo, ya que una de mis primeras grandes alegrías como tenista profesional fue la final de la Copa Davis en Sevilla, en 2004”, agregó en su mensaje de despedida.

Los dotes de veterano en el joven Nadal se hicieron evidentes en su partido contra Roddick. “El zurdo español desparramó talento en la cancha y brilló con su devolución del temible primer servicio, que en esta jornada se mostró totalmente desdibujado. Además, frenó el segundo saque con tiros sorpresivos, lo que afectó el estado de ánimo de Roddick, especialmente en el último set. Esto lo llevó a resignarse ante drops inalcanzables y passing shots de gran categoría”, señala el despacho publicado por LA GACETA, titulado “España está a un paso de obtener la ‘ensaladera’”.

Jugarle al “Bombardero de Nebraska” era fácil en teoría, pero difícil en la práctica. Nadal demostró más de lo que Roddick comentó tras la derrota. El marcador final, 6-7 (6-8), 6-2, 7-6 (8-6) y 6-2, reflejó la cualidad que elogió el estadounidense.

Veinte años después, Rafael Nadal regresará casi al lugar donde todo comenzó. En 2004, el torneo se celebró en Sevilla, y en 2024 será en Málaga, a pocos kilómetros de distancia. La definición que le espera a Nadal será muy distinta a la de hace dos décadas. El torneo ha cambiado completamente de formato, adoptando una “Final 8” en la que España deberá superar los cuartos de final, las semifinales y la final para levantar el trofeo, que estará en juego del 22 al 24 de noviembre. Argentina, capitaneada por Guillermo Coria, también competirá por este título.

Además de ser recordado como el mejor jugador en superficie lenta de todos los tiempos, Nadal tiene un asombroso récord en la Copa Davis. A la derrota en su primer partido individual en el torneo, contra Jiri Novak, le siguieron 20 años invictos. Parece muy difícil que alguien vuelva a conquistar el trofeo a la edad de 18 años y 187 días. Mucho antes, Nadal ya había establecido otro récord de precocidad en el torneo, aunque de manera colateral. A los 14 años, fue el abanderado del equipo español que disputó la final en Barcelona.

El niño llegó a portar la bandera por méritos: ese año había ganado el torneo “Les Petits As”, el cual quieren jugar y ganar los Sub-12 y Sub-14. Su conquista llevó al responsable de comunicación de la Real Federación Española de Tenis, que ya conocía sus logros en categorías inferiores, a proponer su nombre. Sin embargo, tras conocer su éxito en el torneo francés, comentó: “Ganar este torneo no significa que vayas a ser muy bueno”. Este discurso no se adaptó a su realidad, ya que él terminó siendo muy bueno.

En la final que España ganó por primera vez, pasaron cuatro años hasta la siguiente. Las imágenes de archivo cambiaron drásticamente: antes, se veía a Nadal sosteniendo la bandera, con la mirada fija en algún punto del estadio Sant Jordi y una seriedad de adulto. Después, los registros fotográficos mostraron a “El Matador”, uno de los apodos más populares y que mejor se ajusta a su personalidad, realizando su clásico brinco de festejo al ganar un punto. Su expresión también cambia; aparece con una sonrisa que aprieta los dientes y con los puños cerrados, suspendido en el aire por unos segundos.

Así, hay millones de imágenes de Nadal. ¿Habrá repetición dentro de un par de semanas? Seguramente que sí. Aunque él mismo siente que volver a ser ese jugador explosivo es cada vez más difícil, hará un último intento. “La realidad es que los dos últimos años han sido difíciles y no he podido jugar sin limitaciones. Es una decisión difícil, que me ha llevado tiempo, pero en esta vida todo tiene un principio y un final”, afirmó.

Con su cierre de carrera deportiva, el español ha dejado los estándares del juego en polvo de ladrillo por las nubes. Querer superarlo o, al menos, igualarlo no resulta nada atractivo. Habría que tener lo que Roddick anticipaba: un ADN de jugador de grandes partidos. De esos que aleccionan, como lo hizo con los estadounidenses. En un circuito, tanto en damas como en caballeros, donde hay pocos torneos que se juegan sobre polvo de ladrillo y el porcentaje de torneos en superficies duras es mayor, el español dejó en claro que lo lento también es tan respetable y glorioso como lo veloz.

Al día siguiente de la consagración, el periodista Rubén Barrionuevo analizaba en el suplemento de LA GACETA: “Después de esta derrota, les guste o no, los del país del norte tendrán que asumir que las canchas lentas también existen y aprender a tocar en ellas ”. Así sintetizaba Barrionuevo el nuevo estatus que Nadal otorgó a esta superficie, que ha aumentado su popularidad en todos los ámbitos del tenis.

¿Han aprendido en Estados Unidos lo que, sin intención de enseñarles, logró la España de Nadal? Los números indican que no tanto. Desde aquella final, los estadounidenses regresaron a una definición en 2007 y ganaron, pero desde entonces no han vuelto a ser finalistas. En el país del norte, tampoco hay signos de incorporar más cultura naranja en el tenis. ¿Qué efecto generará la ausencia de Nadal? ¿Habrá aventureros que intentarán superarlo? Cualquiera que lo intente enfrentará toda una aventura.

Entre abril de 2005 y mayo de 2007, Nadal ganó 81 partidos seguidos en polvo de ladrillo, la racha más larga en una sola superficie en la Era Abierta. Es el único jugador en ser número 1 del mundo en tres décadas diferentes. Nadie ha ganado más veces que él en Roland Garros, con 14 títulos, el torneo más importante que se juega sobre polvo de ladrillo. Su versatilidad le ha permitido obtener rendimientos únicos; por ejemplo, ganó Grand Slams en tres superficies diferentes en el mismo año (2010). “Rafa” se convirtió en el jugador masculino más joven en ganar los cuatro torneos de Grand Slam a los 24 años y es el único jugador que ha ganado el oro olímpico tanto en individuales como en dobles en la historia.

Tantas marcas establecidas y con números tan exigentes, principalmente sobre polvo de ladrillo, ¿funcionarán como motivador? O ¿se pensará que es una causa perdida? ¿Que una gran parte de la historia siempre llevará el apellido de Nadal? Si la respuesta a la primera pregunta es positiva, será para darle más gracias al español por su calidad de atleta. Derrumbar las marcas de “Rafa” demandará un esfuerzo titánico. Y eso que todavía le queda una función más de altísima calidad en el mismo torneo en el que empezó a ser el rey del polvo de ladrillo.

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