CALI, Colombia.- La COP16, la cumbre de Naciones Unidas sobre biodiversidad, comenzó oficialmente en Cali, Colombia, donde 196 países se reúnen hasta el 1 de noviembre para acordar una hoja de ruta para la preservación de la naturaleza de aquí a 2030. La reunión de dos semanas de los delegados de los Estados miembro del Convenio sobre Diversidad Biológica tiene lugar bajo estrictas medidas de seguridad en esta ciudad del suroeste colombiano, en alerta tras amenazas de un grupo guerrillero.
“No nos distraigamos, el planeta no se puede dar el lujo de que perdamos tiempo. Centrémonos en las cuestiones de fondo de las negociaciones”, expresó la ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, en la ceremonia de apertura de la cumbre.
Muhamad recibió la presidencia de la cumbre y obsequió una réplica de la escultura de Fernando Botero “La Paloma de la Paz” a su antecesor, el Ministro de Ecología y Medio Ambiente de China, Huang Runqiu. “Tenemos que cumplir las promesas (...) y no solo en materia de financiación”, anticipó.
A veces descrito como el “Acuerdo de París para la naturaleza”, este marco legal pactado bajo la presidencia china de la 15ª COP -el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas- insta a la comunidad internacional a revertir la crisis de la biodiversidad, protegiendo el 30% de la tierra y el agua del mundo y 30% de sus áreas marinas para 2030.
Dos años después, el mundo sigue sin honrar ese compromiso. En el ámbito marino, por ejemplo, sólo 8,35% de los océanos del mundo está protegido. “No es posible cumplir el compromiso 30X30 sin una rápida expansión de las protecciones en alta mar y el Océano Austral, que abarcan casi dos tercios del océano mundial. Ahora, el tiempo se acaba”, alertan Pascal Lamy y Genevieve Pons en una columna para agencia Inter Press. Pons es copresidenta de Antártida 2030 y directora ejecutiva de Europa Jacques Delors; Lamy es copresidente de Antártida 2030 y vicepresidente del Foro de Paz de París.
“Remodelación” de la Antártida
Según un nuevo informe de la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC), señalan los autores. las olas de calor récord y la pérdida de hielo marino, impulsadas por el cambio climático, están remodelando el continente helado y las aguas que lo rodean.
Tales impactos son particularmente alarmantes porque las investigaciones han demostrado que el Océano Austral ayuda a estabilizar el clima global al hacer circular agua fría y nutrientes a latitudes más altas en un proceso conocido como bomba de carbono. Sólo sus poblaciones de krill (con bancos lo suficientemente grandes como para ser vistos desde el espacio) pueden almacenar más de 20 millones de toneladas de carbono al año, lo que equivale a sacar de circulación 35 millones de automóviles.
Además, señalan que los problemas en el Océano Austral se han visto agravados en los últimos años por el aumento del turismo, la contaminación plástica y la pesca a escala industrial, allí donde no hace mucho era casi imposible la actividad humana.
“Estudio tras estudio han demostrado que las áreas marinas protegidas (AMP) son una de las mejores formas para que los ecosistemas vulnerables desarrollen resiliencia a medida que se adaptan a presiones ecológicas nuevas y crecientes y continúan brindando los servicios ecosistémicos que la humanidad necesita”, reclaman Pons y Lamy.
El domingo, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, instó a las partes a hacer una “inversión significativa” en el Fondo Marco Mundial para la Biodiversidad (GBFF). “Quienes lucran con la naturaleza deben contribuir a su protección y restauración”, dijo Guterres por video.
El GBFF se creó en 2023 para ayudar a los países a alcanzar los objetivos del llamado Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal, adoptado en 2022, en la COP15 de Canadá, y que tiene 23 metas para “detener y revertir” la pérdida de biodiversidad hasta 2030.
Hasta ahora, los países se han comprometido a aportar unos 250 millones de dólares al fondo, según las agencias que supervisan el proceso. Esas contribuciones forman parte de un acuerdo más amplío para que los países movilicen al menos 200.000 millones de dólares anuales hasta 2030 para la biodiversidad, incluidos 20.000 millones anuales hasta 2025 de las naciones ricas para ayudar a los países en vía de desarrollo.
“Paz con la naturaleza”
Alrededor de 12.000 delegados de casi 200 países, entre ellos una docena de jefes de Estado y 140 ministros, llegaron a la cita.
Bajo el lema “Paz con la naturaleza”, la cumbre tiene la urgente tarea de idear mecanismos de seguimiento y financiación que garanticen el cumplimiento de los objetivos planteados por la ONU.
Pero la mayor facción escindida de la extinta guerrilla de las FARC, el Estado Mayor Central (EMC), está en pie de guerra contra el gobierno y se propone obstaculizar el evento, en medio de un conflicto armado interno de seis décadas que ha dejado más de nueve millones de víctimas.
Las tensiones en la zona aumentan desde que el presidente colombiano, Gustavo Petro, intervino con el ejército en un bastión del EMC conocido como el Cañón del Micay, en el departamento de Cauca (suroeste).
En Cali se desplegaron unos 11.000 policías y soldados colombianos, apoyados por personal de seguridad de la ONU y Estados Unidos.