Luego de su sanción el año pasado, comenzó a implementarse en la provincia la ley de educación emocional con una capacitación brindada a docentes y directivos de distintos establecimientos educativos. El evento fue en el aula Belgrano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán.
La encargada del evento en 25 de Mayo al 400 fue la doctora en educación por la Universidad de Buenos Aires, Carina Kaplan, en el marco del programa del ministerio de Educación. “Todos sabemos que la mirada escolar y la mirada de los adultos hacia los niños puede producir autoestima pero también puede quitarla. Entonces, las preguntas que voy a invitar a hacernos en esta jornada son: ¿Cómo hacer que la escuela deje huellas afectivas y no cicatrices? o ¿cómo hacer que la escuela no sea una experiencia dolorosa para nadie?”, anticipó la especialista a LA GACETA minutos antes de iniciar la capacitación.
Kaplan respondió a interrogantes para comprender cómo se implementará en la currícula escolar la normativa que sostiene que todas las niñas, los niños y los adolescentes tienen derecho a recibir educación emocional en los establecimientos públicos y privados, dependientes del sistema educativo provincial.
- ¿Cómo se logra que la escuela no sea una experiencia dolorosa para los alumnos y no deje cicatrices?
- A mi criterio, para eso es necesario producir culturas afectivas que tienen que ver con formas de trato y relaciones de reciprocidad. Aprender a sentir junto a otros, aprender a ser sensibles frente al sufrimiento del otro en la escuela, va a conformar una ciudadanía más sensible desde los aprendizajes escolares qué es lo que hoy los docentes, en general, no suelen hacer o no suelen tener en cuenta.
- ¿Cuáles son las causas de esas cicatrices?
- Muchas violencias en la escuela son las que generan dolor social. Cuando entrevistamos a los jóvenes de secundarias nos dijeron que sienten mucho malestar cuando son violentados y burlados. Cuando les ponen apodos, cuando no los reconocen, cuando les faltan el respeto, también. La violencia en la escuela tiene como efecto el dolor social y es una institución que necesita reparar las heridas sociales que también causa.
La tecnología en las aulas
En este contexto de violencia y dolor que manifiestan los jóvenes según las palabras de Kaplan, la profesional explica que el vínculo que ellos tienen con la tecnología es una de las formas que tienen de comunicarse y transmitir los sentimientos que los aquejan.
- Hoy, en el escenario que se observa en los adolescentes da la sensación de que están hiperconectados a la tecnología.
- Paradójicamente, en esa encuesta realizada a 4.023 estudiantes adolescentes de distintas instituciones, uno de los sentimientos más comunes que expresaban, y a mí me llamó la atención, es el de soledad. Con ese grado de desconexión emocional, nos preguntamos ¿cómo hacer para que convivan con otros, sientan junto a otros, y eso les permita generar un vínculo más humano?.
Estamos en un tiempo de mucho malestar, los jóvenes se infringen lesiones, tienen intentos de suicidio y eso significa que la están pasando mal. A partir de ello, planteo otro interrogante más: ¿cómo hacer, desde nuestro lugar de educadores, que la escuela no sume más dolor al que ya traen? Lo que interesa es que la escuela permita construir autoestima, fortalezca a los niños, a las niñas y a los jóvenes sin minimizarlos.
Otro planteo que expuso la capacitadora es el de lograr producir, usando herramientas necesarias en las aulas, “una mirada de reconocimiento hacia el otro y evitar acciones destructivas.”
Recomendaciones
- ¿Qué recomendaría a los docentes?
-En primer lugar, deben tener claro que la afectividad es un elemento estructurante de la vida escolar y de la experiencia escolar. Si un niño está sufriendo, no puede enseñársele, no puede aprender matemáticas. Hay que preguntarles a los niños cómo se sienten y qué necesitan. Los estudiantes suelen valorar mucho al maestro que se muestra interesado por ellos. Por supuesto porque la escuela enseña matemáticas, pero también enseña formas de convivencia y de sensibilidad por el otro.
La profesora de la UBA y también investigadora, afirma que las emociones también forman parte de los contenidos, de los aprendizajes escolares y le gusta pensar en una justicia afectiva dentro de la escuela. Sobre esto último aseguró: “Ser justo afectivamente significa reparar el mal que le hice al otro. Tengo que aprender a reparar el daño causado porque ese otro es humano y tengo que aprender a sentir lo que el otro siente”.