El presidente de la Nación, Javier Milei, le pidió este miércoles la renuncia a la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino luego de una votación polémica a favor de Cuba en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La funcionaria saliente atravesaba momentos de debilidad desde hace meses. No participaba de actividades centrales de la agenda internacional de Milei, mientras en la Cancillería avanzaban funcionarios de línea directa con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Sin embargo, hace apenas 10 días el jefe de Estado había elogiado a quien era su canciller en una carta que les envió a todos los integrantes del Servicio Exterior.
La votación que terminó con la salida de Mondino del Gobierno
La salida de Mondino se precipitó cuando se conoció que la Argentina había votado en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) una resolución en contra del embargo económico al régimen comunista de Cuba, promovido desde hace décadas por el gobierno de Estados Unidos.
Fuentes diplomáticas habían explicado que era un ejercicio de pragmatismo de cara al objetivo diplomático de la recuperación de las islas Malvinas. “Hubiese sido muy fuerte votar ya sea en abstención o en contra, porque en algún momento vamos a necesitar también votos por nuestro tema más central y más importante: Malvinas”, explicaron las fuentes antes de la salida de Mondino.
Aún no queda claro si la orden la dio directamente la canciller saliente. O si habrá otros responsables por la decisión. La representación argentina en la ONU cambió de mando hace unos días. Tras el reciente desplazamiento de Ricardo Lagorio, resistido Karina Milei y el asesor presidencial Santiago Caputo, ocupó su lugar su segundo, Francisco Tropepi, que durante años estuvo a cargo de la representación diplomática en Israel.
Ese había sido uno de los muchos cambios recientes en la Cancillería, por influjo del “triángulo de hierro” mileísta, que tiene en el Palacio San Martín a una figura con enorme influencia: la abogada Úrsula Basset, consignó el diario La Nación.
Dos semanas atrás se produjo la salida del vicecanciller Leopoldo Sohares. Lo reemplazó Eduardo Bustamante, hasta entonces cónsul general en Montevideo. A Sohares se lo señalaba como resistente a la nueva línea de la Cancillería que estableció Milei. Otro nombre que se sumó a la “intervención” del área fue el secretario de Culto, Nahuel Sotelo, cercano a Caputo.
Horas antes de su remoción la canciller había celebrado en su cuenta de redes sociales la decisión del gobierno de España de reponer un embajador en la Argentina después del conflicto entre Milei y el presidente Pedro Sánchez. Fue lo último que comunicó como canciller.