La sustentabilidad de los negocios se consolida en una estrategia en la que la empresa no sólo busca generar renta financiera, sino también aportar al desarrollo de la comunidad donde se desarrollan sus actividades y, al mismo tiempo, contribuir con el medio ambiente. El impacto social, precisamente, fue el tema del espacio de reflexión durante el panel del que participaron Sofía Ferrari, de Argenti Lemon, y Javier Díaz Caballero, de Grido, Heladería Social. Y una primera pregunta que suelen realizarse dentro de la compañía es si esa acción vale la pena ejecutarla, si el proyecto tiene el impacto que se quiere dentro de la sociedad y si es fundamental armar programas. Ferrari afirma que la sustentabilidad llegó para quedarse, que está relacionada con un cambio de mirada de la empresa y que no se trata de producir programas de alto impacto por el solo hecho de generarlos, sino que se conviertan en un propósito de la organización con un objetivo social. Para eso es fundamental un trabajo de equipo dentro de la empresa, y no a través de acciones aisladas, que solo queden visibilizadas en las redes sociales.
Díaz Caballero, en tanto, expuso que, desde hace 25 años, Grido viene consolidándose como una heladería social, que en la actualidad produce cerca de 90 millones de kilos de helados al año, con unas 2.000 franquicias distribuidas en todo el territorio nacional, pero también con trascendencia regional, ya que hay locales de la marca en Uruguay, Paraguay, Chile y Perú “En Tucumán tenemos 60 franquicias”, acota. ¿Dónde está la sustentabilidad del negocio? El representante de Grido señala que hay un millar de heladerías sociales de la marca en la Argentina, con una conectividad con los proveedores de las distintas provincias. Por caso, con Tucumán hay una conexión por los 90.000 litros de limón que semanalmente llegan a la fábrica instalada en Córdoba, con las frutillas que llegan de Coronda o con las nueces que salen desde La Rioja o Mendoza, sólo para mencionar algunos de los ingredientes que llegan al producto final. Se trata de un grupo que genera unos 10.000 puestos laborales directos e indirectos, que nació con un vínculo netamente social, en zonas barriales. A todo eso se suma lo que Díaz Caballero definió como innovación social, como visión de mercado, para atender una demanda insatisfechas en lugares no tradicionales. Ponderó, asimismo, a los socios estratégicos de la compañía que hacen de la heladería social su medio de vida, a través de un negocio inclusivo. Es el caso que en el salón del Sheraton Tucumán se presentó a través del testimonio de Jessica Córdoba que, a través de las redes sociales, pudo observar la convocatoria formulada por la empresa. Ella, junto con su familia, pudo instalar un negocio en el barrio Juan Pablo I. “En los últimos cuatro años, este emprendimiento nos cambió la vida; no teníamos trabajo con mi esposo y hoy aportamos nuestro granito de arena para un comedor que está cerca. Así como recibo, entrego, con la ayuda de Dios”, relata la emprendedora.
Los tres ejes fundamentales
Ferrari, en tanto, continuó con la experiencia en Argenti Lemon durante el panel sobre “Impacto Social”, que fue moderado por Milagro Correa García, CEO de la Agencia I. Señala que hay tres principios fundamentales que acompañan a la citrícola. La primera está relacionada con las personas. “Son el centro de la compañía, lo más importante y lo más grande que tiene la citrícola; sin ellas no podríamos llevar adelante los programas que aplica el área de sustentabilidad, de higiene y seguridad y hasta recursos humanos. Todas las acciones están pensadas en la gente”, afirma. El segundo aspecto es el compromiso con el medio ambiente. “Estamos comprometidos desde la raíz, pasando por la semilla y hasta llegar al puerto con el cuidado de la trazabilidad y de la naturaleza”, puntualiza. Esto quiere, acota, que el aporte no sólo es social, sino también ambiental.
El tercer eje pasa por la gobernanza, por lo que ella denomina “jugar limpio” desde lo ético, en el cuidado de los proveedores y de los clientes, tratando de transmitir los valores de la compañía, como la transparencia.
“Las nuevas generaciones ya no creen tanto en lo que ven. Hay comportamientos compulsivos de los chicos y así, en muchos casos, van a trabajar a las empresas. Pero, en ese sentido, ellos eligen aquellas empresas que hacen lo que dicen, por aquello del valor de la transparencia y de jugar limpio”, refuerza.
Esos valores, agrega Díaz Caballero, son también fundacionales en Grido, Heladería Social, como el vínculo con la comunidad. Realza el valor de la emprendedora de creer en el proyecto como primer paso para instalar el negocio.
“El segundo paso es descubrir y resaltar los valores para que el emprendimiento sea sustentable en el tiempo”, indica, como un paso necesario para la consolidación de la empresa social y familiar.