Hace tiempo, en los hogares se advertía a los más párvulos que había palabras que no se podían expresar. “Eso no se dice”. Con esos cuatro vocablos se reconvenía a quien en una humorada o en un acto de intrepidez había soltado algún término fuera de lo acostumbrado. Han pasado muchísimas décadas. El lenguaje se ha ido ablandando con amabilidades y con asperezas. Pero la mayor sorpresa se ha ido instalando en los últimos años y ha explotado ahora cuando la palabra política ha pasado a engrosar la columna de las malas palabras.
El abanderado de esta tergiversación en nuestro país es el propio presidente de la Nación. Javier Gerardo Milei ha conseguido que más de un 50% de la sociedad se convenza de que político es un disvalor que describe a alguien que no hace sus deberes y que, además, se enriquece ilegalmente. En el diccionario mileista es sinónimo de corrupción.
En la Real Academia Española que contribuye a ordenar nuestra lengua, figuran más de 12 acepciones sobre el vocablo “político”. Ninguna de ellas carga una connotación negativa. Las más lindas y emotivas definiciones refieren a alguien cortés y a una persona con buen modo de portarse.
Sin embargo, hay una certeza colectiva y omnisciente que confirma que aquel que cumple una tarea política tiene malas artes y las mañas suficientes para confundir el bien común con el enriquecimiento propio. Se basa en hechos reales que ponen en jaque la definición del diccionario.
En estos últimos años el nuevo gobierno ha instalado un sofisma que esa mayoría de ciudadanos asqueados y hartos de la corrupción avalan. La política es mala y ensucia y si la mayoría de la sociedad la cree, es, por lo tanto, cierto. Tanto es así que el viernes un político tucumano confesaba cómo su hija ponía en tela de juicio que su papá hiciera política y la joven reconocía que le daba vergüenza decirlo ante sus amigos.
A Milei y a sus adláteres le viene muy bien defender este sofisma y quienes están del otro lado del mostrador no pueden discutir mucho porque saben que los argumentos son verdades irrefutables. Las declaraciones juradas lo confirman.
Utopías
Sin embargo, imaginar que el paraíso es un lugar sin políticos es una utopía. Soñar un mundo donde la corrupción vaya siendo acorralada figura en el arte de lo posible. Y, para eso, la receta es hacer política precisamente.
El ingrediente principal para cumplir con esa receta es la libertad. Durante los últimos años la prepotencia ha coadyuvado para no escuchar al otro y contribuir a imponer lo que se quiera. Se lo cancela. Otra expresión contemporánea. Hoy, los mejores ejemplos están en las redes sociales donde la discusión no es argumental sino de violencia. Otro ejemplo está debajo de esta misma nota, en la versión online, cuando, por lo general, se busca defenestrar sin poder hacer un simple aporte. Es en estas sencillas cuestiones donde la política empieza a fenecer y a transmutar en nidos de diferentes animales repugnantes.
Pero es inevitable. Por eso la tarea de los actores políticos es desarmar los tejidos de la corrupción. De lo contrario, se los llevarán puestos.
¿Vientos de cambio?
Hoy, desde muy temprano los habitantes de La Cocha van a elegir al nuevo intendente de la ciudad. El fallecimiento de Leopoldo Rodríguez ha vuelto a convocar a las urnas. El 11 de junio de 2023 estaban en condiciones de votar 8.463 ciudadanos y el 85,44 % fueron a cumplir con el deber cívico. De esos 7.231, el 60% lo hicieron por el fallecido “Puma” Rodríguez, es decir un total de 4.408 personas. Por aquellos lares, los vientos que dicen irritar a un importante sector de la ciudadanía parecen no correr. La política, en su proceso de degradación para que se ponga a estudiar la Real Academia Española, pareciera no haber oído el mensaje aquel de que el ejercicio de la representación pública no debería ser hereditaria ni tampoco una responsabilidad que le cabe a una familia determinada. Al contrario, esas prerrogativas como la falta de alternancia en el poder son ingredientes para que la palabra política pierda las bondades del diccionario. Sin embargo, esas cuestiones parecen no haberse tenido en cuenta. La postulante del oficialismo provincial será la hija del fallecido intendente, Gabriela Susana Rodríguez y a ella la enfrentará Daniel Quirino Hoffmann. No habrá más contrincantes al oficialismo versus oposición. Una dice representar al Frente por La Cocha, el otro a Unión por La Cocha. Como si les pasara lo mismo que a la hija de aquel político, les da vergüenza la identificación de los partidos o simplemente prefieren evitarlo porque alguna sensación de hastío intuyen en la ciudadanía.
El gobernador Osvaldo Jaldo no es ajeno a todo esto. El resultado, cualquiera sea, va a impactar en su vida política. En primer lugar ha puesto la cara respaldando a la hija de su amigo fallecido, en segundo término es la primera elección que lo tiene como gobernador electo. En tercer lugar sus coqueteos con el gobierno nacional serán puestos en la balanza. Cabe recordar que en la provincia peronista, Milei ganó cuando fue el balotaje. En cuarto término, si aparecen bolsones, acarreos y otras mañas propias de los comicios provinciales de los últimos 30 años, el gobernador de la provincia, ¿los aplaudirán o los repudiará? ¿Y la oposición? Ha sido zamarreada tanto por el propio gobernador que llega encolumnada detrás de un candidato pero tan dispersa como lo ha demostrado todo el año, porque también los intereses personales y cortoplacistas parecen ser prioritarios a la construcción colectiva. Ni Fuerza Republicana ni La Libertad Avanza se animaron a poner candidatos ni a apoyar a alguno. Estas actitudes casi despectivas con el proceso electoral también son pronunciamientos políticos.
Obediencia debida
Jaldo esta semana que nunca más volverá ha estado jugando en las ligas nacionales más que en las provinciales. Y, en esta oportunidad, dejó colgado el saco de Jaldei cuando no les pidió a sus diputados apoyar el tratamiento de la llamada “ficha limpia”, otra muestra más de la degradación de la política. Se hace necesaria una ley para que los ciudadanos no voten a delincuentes. Agustín Fernández, Elia Fernández y Gladys Medina, antes obedientes que libres pensadores, hicieron la venía y faltaron a la cita de la Cámara de Diputados. El mensaje que parece querer transmitir el mandatario provincial es: acompaño algunas transformaciones institucionales macro, pero aquellas que están reñidas con lo electoral o con la vida particular de algunos “compañeros” (Cristina y José Orellana) no vamos a respaldar. ¿Entrará en esta agenda la discusión de la eliminación de las Paso? Jaldei apareció en las cuestiones que atañen a la provincia y a las cuestiones fiscales, en las electorales, ¿seguirá haciendo mutis por el foro?
Semana intensa
Esta semana que mañana se pone en marcha va a ser esencialmente política. Comenzará con el debate del presupuesto de la provincia. Ahí está la esencia de la política y se pondrá el juego el rol de cada uno de los actores políticos. El ministro de Economía asistirá a la Legislatura a analizar el proyecto para el año que viene. Se pondrá en juego el equilibrio de los poderes. Hay un luz amarilla en el Poder Judicial que, en estos últimos días ha firmado la condena del ex intendente de Tafí del Valle Jorge Yapura Astorga y que aún tiene dormidas varias causas de intendentes. El mismísimo presupuesto de la Legislatura que aún con las reducciones sigue aspirando al podio de los poderes legislativos más onerosos del país. En otras épocas era la envidia para unos y ahora puede ser la vergüenza. Paralelamente, los miles de millones que se vienen ejecutando en entes autárquicos o en la misma Defensoría del Pueblo empiezan a ponerse bajo la lupa porque encuentran más efectividad en la candidatura de parientes como es el caso del actual ombudsman cuyo hijo terminó en la Legislatura, que en los logros de la gestión institucional.
En la discusión del presupuesto provincial no habrá una división tan clara como en La Cocha. Las disidencias entre jaldistas y manzuristas promete nuevos episodios de la “Guerra del oflador en la Cámara”. La lentitud en el tratamiento del proyecto de ley de acceso a la información pública que mandó el Ejecutivo es una muestra. El análisis del voto electrónico que hizo el vicegobernador Miguel Acevedo, quien volvió de Washington entusiasmado con algunos progresos institucionales, es otro botón de muestra de las diferencias que agrietan la política comarcana.
Cuando llegue el viernes y la semana empiece a despedirse algunos integrantes del Jury de enjuiciamiento ya tienen cita para empezar a constituirse en el juicio político que se le abrió a la magistrada Carolina Ballesteros. Lo curioso es que todavía no se ha notificado que la comisión de Juicio Político de la Cámara ha decidido iniciar su proceso de destitución.